Mientras va y viene calcula la extensión del infinito. Su vida discurre entre las salas de conferencias, el cielo y el mar. Viaja compulsivamente: América latina, Centroeuropa... En México es una celebridad, tiene más predicamento que el propio Presidente de la República. Alberto Coto (Lada-Langreo, 1970) es seis veces Campeón Mundial de Cálculo Mental, ganador en la Olimpíada de Deporte Mental celebrada en Istambul en 2008 y, solo en trece ocasiones, Record Guinnes de Cálculo. Casi nada. Es Licenciado en Ciencias del Trabajo y ha dedicado su vida al estudio de técnicas de fortalecimiento mental y de métodos pedagógicos para el aprendizaje del cálculo y la matemática. Autodidacta, Alberto es hombre entregado a los números. Son su vida, que dedica a impartir charlas y conferencias en institutos, universidades, empresas. Acude raudo allí donde se le requiere. Serio, sencillo, de aspecto tímido, no evita conversar con nadie que a él se dirija. Marhatoniano, puede vérsele habitualmente corriendo entre Lada -donde sigue viviendo- y los Llerones. Mientras corre, suma matrículas de coches y cuando vuela cuenta estrellas y ejercita su mente que nunca descansa.
Como puede resultar evidente, es un hombre práctico. Piensa que, desde cualquier punto de vista y aunque alguien pueda pensar lo contrario, dos más dos siempre son cuatro. Para él, los números tienen su propia personalidad y vida propia, y piensa que las operaciones aritméticas son de una belleza singular. Austera, como diría Bertrad Russel –su autor favorito- pero belleza, al fin y al cabo. En tiempos de crisis, como éstos por los que pasamos, piensa que el mundo lo gobiernan los números, la economía y los recursos naturales. Que la política está supeditada a la economía, detrás de la que siempre hay personas que manipulan las finanzas, hacen que la bolsa suba o baje, venden armas o provocan guerras. Alberto no se siente profeta en su tierra, es más, piensa que si su nombre fuera Zú-Yan-Guá, o algo por el estilo, estaría más valorado en su Langreo natal y su Asturias del alma. “Aquí es una utopía pretender algo así, entonces te das cuenta que realmente tienes que salir fuera para que se valoren tus méritos”. Es lo que ocurriría si en lugar de dedicarse a los números se ocupase de dar patadas al balón. De todas formas es un deportista nato y, como tal, partidario de la máxima del poeta Juvenal “Mens sana in corpore sano”.
Las cualidades que admira en las personas son la sencillez, la constancia y el tesón, la fuerza de voluntad de mucha gente que ha llegado muy lejos partiendo de una situación no privilegiada. No le atraen las mujeres sofisticadas y si tuviera un hijo lo educaría aprendiéndole a valorar las cosas, porque cree que en nuestra sociedad los chicos no valoran nada. En sus viajes por Hispanoamérica, ha podido ver cómo los niños dan a las cosas la importancia que tienen, hasta el más simple trozo de pan, que aquí se tira.
Su meta es superarse, mejorar día a día. Comienza a hacer incursiones en el mundo del póquer, sobre el que recientemente ha dado una conferencia en la Politécnica de Madrid. Están ya empezando a llamarle desde diversos países. Está a punto de irse a la República Dominicana donde impartirá unas charlas y aprovechará para tomarse un descanso. Se lo merece. Lo mismo que se merece que, de una vez por todas, se reconozcan sus méritos y sus logros en esta región, y concretamente en estas Cuencas. Que así sea.
Como puede resultar evidente, es un hombre práctico. Piensa que, desde cualquier punto de vista y aunque alguien pueda pensar lo contrario, dos más dos siempre son cuatro. Para él, los números tienen su propia personalidad y vida propia, y piensa que las operaciones aritméticas son de una belleza singular. Austera, como diría Bertrad Russel –su autor favorito- pero belleza, al fin y al cabo. En tiempos de crisis, como éstos por los que pasamos, piensa que el mundo lo gobiernan los números, la economía y los recursos naturales. Que la política está supeditada a la economía, detrás de la que siempre hay personas que manipulan las finanzas, hacen que la bolsa suba o baje, venden armas o provocan guerras. Alberto no se siente profeta en su tierra, es más, piensa que si su nombre fuera Zú-Yan-Guá, o algo por el estilo, estaría más valorado en su Langreo natal y su Asturias del alma. “Aquí es una utopía pretender algo así, entonces te das cuenta que realmente tienes que salir fuera para que se valoren tus méritos”. Es lo que ocurriría si en lugar de dedicarse a los números se ocupase de dar patadas al balón. De todas formas es un deportista nato y, como tal, partidario de la máxima del poeta Juvenal “Mens sana in corpore sano”.
Las cualidades que admira en las personas son la sencillez, la constancia y el tesón, la fuerza de voluntad de mucha gente que ha llegado muy lejos partiendo de una situación no privilegiada. No le atraen las mujeres sofisticadas y si tuviera un hijo lo educaría aprendiéndole a valorar las cosas, porque cree que en nuestra sociedad los chicos no valoran nada. En sus viajes por Hispanoamérica, ha podido ver cómo los niños dan a las cosas la importancia que tienen, hasta el más simple trozo de pan, que aquí se tira.
Su meta es superarse, mejorar día a día. Comienza a hacer incursiones en el mundo del póquer, sobre el que recientemente ha dado una conferencia en la Politécnica de Madrid. Están ya empezando a llamarle desde diversos países. Está a punto de irse a la República Dominicana donde impartirá unas charlas y aprovechará para tomarse un descanso. Se lo merece. Lo mismo que se merece que, de una vez por todas, se reconozcan sus méritos y sus logros en esta región, y concretamente en estas Cuencas. Que así sea.
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