domingo, 19 de noviembre de 2017

¿QUIÉN,CÓMO, CUÁNDO Y DÓNDE?



Vuelta a empezar.

Al margen del dolor y la consternación que ha producido la inesperada muerte del Fiscal General del Estado, José Manuel Mazas, azote de independentistas, existen foros donde ya empiezan a oírse voces de conspiración, las mismas que una y otra vez buscan el enfrentamiento entre españoles y catalanes y que todos sabemos de dónde proceden. Ello se produce en los mismos días en que la más que posible candidata a la presidencia de la Generalidad por ERC, Marta Rovira, se descuelga ante los medios afirmando que su “marcha atrás” en la efectividad de la República fue debida a las amenazas del Estado de entrar en Cataluña a sangre y fuego. El mismo día en que el presidente depuesto avala desde Bruselas estas declaraciones, y días después de que el rufián en Madrid de los de Junqueras sale de nuevo a hacer el payaso en el Congreso mostrando a sus señorías unas esposas. ¡Pobres payasos!, les acabarán enviando a las colas del INEM.
Y es que estos que se saltaron la legalidad, y ahora penan en prisión merced a la querella del fallecido fiscal, no cesan de emplear su mendaz lenguaje para justificar sus pasadas acciones y mantener la inocencia y la credulidad entre sus adeptos. Lo de la Rovira no tiene nombre. Una acusación de ese calado hay que hacerla en sede parlamentaria, con luz y taquígrafos, con presentación de pruebas rotundas, y también ante los tribunales aclarando los extremos de “quién, cómo, cuándo y dónde”, y de no hacerse de esta forma -como no se ha hecho- pasar por las consecuencias de tales afirmaciones que ya deberían de instarse desde los órganos competentes. Mentir a la opinión pública no debería de resultar gratuito, máxime en una cuestión de tantísima gravedad como pueda serlo una acusación de  amenaza de invasión y guerra, poco más o menos. Los poderes estatales no deberían de quedar parados ante este suceso y la fiscalía tendría que haber iniciado el procedimiento oportuno para que esta radical aclare sus manifestaciones y de no hacerlo con pruebas irrefutables acabar donde su jefe de filas, en prisión.

martes, 7 de noviembre de 2017

TRUMPADAS



Masacres y cretinos.



Resulta más fácil que en los Estados Cabreados de América te den un arma automática de matar, solo con presentar tu cartilla de la seguridad social, que en España te sirvan una caja de paracetamol para el dolor de cabeza sin receta. Ahí tenemos los resultados de la última masacre en una pequeña iglesia de Sutherland Springs, Texas, donde fueron asesinadas veintisiete personas que sólo iban a cumplir con su compromiso religioso. Ancianos, niños, embarazadas, todos los que se cruzaron en la línea de fuego de un loco. Sin olvidarnos de la reciente sangría en las Vegas, Nevada, durante un concierto en el que la gente no iba más que a divertirse. Indiscriminadamente, se trata de matar a todos los que se pueda. Y, cuando los hechos se produjeron, el baranda de ese país llega a Japón en visita oficial y, ya que está cerca, de provocación a los norcoreanos, para afirmar que estos sucesos tienen lugar a causa de los locos que andan sueltos por ahí. Como él.
Desde tiempo inmemorial campa a sus anchas la llamada Asociación Nacional del Rifle de la que fue presidente y miembro destacado Charlton Heston, también conocido como “El Culebras”, uno de los grandes y más poderosos grupos de presión del país, con decenas de miles de asociados y que reivindica la libre tenencia de todo tipo de armas a todo tipo de ciudadanos. Locos, menos locos y mediopensionistas. Y aún criticada su pujanza en el seno de la sociedad americana se hace poco menos que imposible su erradicación o, cuanto menos, atemperar la adquisición de armas mediante exigencias más rígidas y, con ello, evitar muchos de los frecuentes sucesos de este tipo que tienen lugar al otro lado del mar. Se habla de más de 200.000 muertos en los últimos años en atentados multitudinarios como los descritos, tantos como socios tienen los de Moisés. A muerto por socio. De manera que Duke le diría a Trump que deje de decir chorradas que, aunque sobren locos -algo inevitable- , lo que sobran son armas, su venta y la industria que las fabrica. Eso sí es evitable, sólo hace falta voluntad política.

PATAS ARRIBA



El cansancio nacional.



A estas alturas del proceso, cuando se avecina la matanza y se prevé mes y medio de dudas, mentiras y elucubraciones, la peña constitucionalista no sale de su asombro y, si me apuran, se encuentra más confundida que nunca. Se han despejado dudas y han aflorado nuevas interrogantes. Los miembros del Gubern están encarcelados o exilados en libertad provisional, igual que los dos dirigentes de las organizaciones civiles que los sustentan y, con elecciones autonómicas a la vista, desde el mundo soberanista se sugiere la unión de todos para acudir a las urnas unidos como una piña con objeto de obtener una mayoría absoluta. Si esto ocurriera de este modo, y tal y como pretenden, es muy posible que obtuvieran escaño los dieciséis rebeldes investigados en España y Bélgica antes de que fueran juzgados, si se llega a ello. Sin olvidarnos del asunto pendiente de los componentes de la mesa del Parlament, que todo hace pensar que terminará con seis personas más en prisión. Todo un maremágnum de actividad jurídica y política, con recursos a diestro y siniestro, movilizaciones callejeras, manifestaciones en pro y en contra y mensajes en el mismo sentido en campaña y precampaña electorales que se harán desde prisión, por un lado, y en vivo y directo, por otro.
Todo ello nos desborda de tal forma que hasta hemos llegado a pensar que, a través de su rebelión e incumplimiento de todas las leyes habidas y por haber, han llegado a conseguir lo que querían: poner patas arriba a Cataluña, en particular, y a España, en general. Sembrar el caos en el país y contagiarlo al corazón de Europa, en un diseño de estrategia meticulosamente pensado y medido al efecto. Aunque lo que ahora importa es la administración de la comunidad, la aplicación del famoso artículo para que, cuanto menos, en los próximos meses las cosas recuperen parte de la perdida normalidad. Hasta que, pasado el 21-D, estemos de nuevo en el punto de partida o aún peor, si cabe. Termina una historia y comienza otra. La misma.