domingo, 26 de abril de 2015

GAITERO EN NUEVA YORK

Banda de gaitas en la Gran Manzana



Entre pitos y flautas los asturianos estamos colonizando el mundo. Dado que aquí ya tenemos poco que tocar tenemos que irnos con la música a otra parte. Nuestros licenciados y masterizados están repartidos por Europa y medio mundo occidental porque aquí no hay viruta para ganarse las lentejas. Se van nuestros cocineros y también nuestros actores y cantantes más cotizados, que por algo lo son. Y ahora nos encontramos con un chico asturiano, Carlos Casado, que ha fundado una banda en la Gran Manzana donde el instrumento que predomina es la gaita. No la gallega ni la escocesa, la asturiana. En un grupo de ocho jóvenes, y jóvenas, de varias nacionalidades que además de su virtuosismo en otros instrumentos, como el saxo, la guitarra o el ukelele, han aprendido a tocar nuestro instrumento en la escuela de nuestro paisano, en la que ya cuenta con trece alumnos. Junto al japonés Tatsuo Teraoka, Carlos y otros seis músicos, forman el grupo Fuxida que ya ha actuado en el Centro Español de Queens y desfilarán por Manhattan en el próximo Día de la Hispanidad. ¿Hay quien de más? Pues ya saben ustedes que esto de la gaita es contagioso. Los gaiteros se multiplican como las conejas ligeras de cascos. Al tiempo.
En pleno Greenwich Village, muy cerca de Central Park, está el Caffé Reggio, un establecimiento de principios del pasado siglo especializado en capuchinos y en acoger en sus instalaciones a viejas y actuales celebridades de las artes. Dicen que allí sentaban sus posaderas Truman Capote, James Dean o la mismísima Marilyn y que hoy es muy fácil encontrarse allí con Al Pacino leyendo La Nueva España. En cualquier caso, como los viejos cafés de todo el mundo, es el sitio ideal para la tertulia literaria mientras se escucha el tenue sonido de una pieza de jazz. ¡Tócala otra vez, Sam!, porque es un lugar habitual para los amantes de este género musical. De manera que este nuestro grupo, que ha introducido el jazz en su repertorio gaitero, bien podría hacer una parada en el Reggio y deleitar a los indígenas y foráneos con el “Chalaneru” o “Asturias patria querida”, interpretados a la gaita, el saxo y el contrabajo. Viento y cuerda. De batería nada. El bombo llegado de Corvera, golpeado con vigorosa delicadeza y, para acompañar, unes de sidra y corderu a la estaca. ¡Qué redios!

sábado, 25 de abril de 2015

EN UN LUGAR DE LAS CUENCAS

La prolongación del día del libro




Hoy me levanté con los cables cruzados. Con la idea de mear mala leche y tinta envenenada. Pero,  después de un par de cafés y una caja de donuts, mejoré. Así que, antes de que se me pase la mejoría, voy a contarles una primicia que Duke me propuso. Termino de hacer taitantos. Como lo oyen, oiga. Y para celebrarlo me he propuesto escribir una novela de caballerías que pienso titular “Donde se narran las andanzas del célebre caballero Don Pepote de Langreo”, o así, y del que ya he escrito los primeros párrafos que empiezan aquesta manera: “En un lugar de las Cuencas de cuyo nombre  ya no se acuerda ni el Gran Facedor vivía…”. No sigo porque va a ser un bestseller y tienen que comprarlo para enterarse del resto. Y no vayan a pensar en Cervantes, no. Lo que pasa es que, aprovechando la celebración de su óbito hace cuatrocientos y pico, que coincide con mi entrada en esta puta vida unos años más tarde, he pensado que no estaría nada mal escribir las lides y gestas de un paisano con sombrero que nunca estuvo en Lepanto, ni quedó cojo de un brazo ni manco de un pie, ni dejó sus asaduras y osamenta hechos polvo de piedra pómez para que en los años venideros -que ya son muchos- los villanos y plebeyos le rindieran honores y pleitesía en un convento de Madrid o El Toboso, como si lo hubieran conocido de toda la vida y leído el libro que escribió con una pluma de ganso y tinta de calamar a la mortecina luz de una vela de esas que ahora venden los chinos (China entera no tiene velas bastantes para alumbrar tanto ingenio), cuando en realidad sólo lo leyeron tres o cuatro pringáos y desocupados que no hicieron otra cosa en su vida que leer tochos como ese, o los de Tolstoy y Victor Hugo, o la saga de Harry Potter y el Capitán Alatriste. Vervigracia. Que los demás que van allí, a las Trinitarias, sólo es para hacerse la foto, el selfie o una paja mental. A lo que iba, que el libru que ya estoy escribiendo no va a vendese mucho (eso ya lo se) porque entre otres coses va tar en bable y eso no hay Gran Facedor que lo traduza, o como redios se diga. Porque el diccionario de la llingua ta sin acabar tovía. Tan trabayando n’ello. Así que no va vendese na más que en algunes libreríes asturianes, los mercáos de les Cuenques y en el Folner de Pola del Tordillo. También tengo ya escritu el final: “Acabose”. Quédenme les cuatro mil trescientes págines del medio. Pero eso ye coser y cantar.

jueves, 23 de abril de 2015

EN UN LUGAR DE LAS CUENCAS



El día del libro



Hoy me levanté con los cables cruzados. Con la idea de mear mala leche y tinta envenenada. Pero,  después de un par de cafés y una caja de donuts, mejoré. Así que, antes de que se me pase la mejoría, voy a contarles una primicia que Duke me propuso. Termino de hacer taitantos. Como lo oyen, oiga. Y para celebrarlo me he propuesto escribir una novela de caballerías que pienso titular “Donde se narran las andanzas del célebre caballero Don Pepote de Langreo”, o así, y del que ya he escrito los primeros párrafos que empiezan aquesta manera: “En un lugar de las Cuencas de cuyo nombre  ya no se acuerda ni el Gran Facedor vivía…”. No sigo porque va a ser un bestseller y tienen que comprarlo para enterarse del resto. Y no vayan a pensar en Cervantes, no. Lo que pasa es que, aprovechando la celebración de su óbito hace cuatrocientos y pico, que coincide con mi entrada en esta puta vida unos años más tarde, he pensado que no estaría nada mal escribir las lides y gestas de un paisano con sombrero que nunca estuvo en Lepanto, ni quedó cojo de un brazo ni manco de un pie, ni dejó sus asaduras y osamenta hechos polvo de piedra pómez para que en los años venideros -que ya son muchos- los villanos y plebeyos le rindieran honores y pleitesía en un convento de Madrid o El Toboso, como si lo hubieran conocido de toda la vida y leído el libro que escribió con una pluma de ganso y tinta de calamar a la mortecina luz de una vela de esas que ahora venden los chinos (China entera no tiene velas bastantes para alumbrar tanto ingenio), cuando en realidad sólo lo leyeron tres o cuatro pringáos y desocupados que no hicieron otra cosa en su vida que leer tochos como ese, o los de Tolstoy y Victor Hugo, o la saga de Harry Potter y el Capitán Alatriste. Vervigracia. Que los demás que van allí, a las Trinitarias, sólo es para hacerse la foto, el selfie o una paja mental. A lo que iba, que el libru que ya estoy escribiendo no va a vendese mucho (eso ya lo se) porque entre otres coses va tar en bable y eso no hay Gran Facedor que lo traduza, o como redios se diga. Porque el diccionario de la llingua ta sin acabar tovía. Tan trabayando n’ello. Así que no va vendese na más que en algunes libreríes asturianes, los mercáos de les Cuenques y en el Folner de Pola del Tordillo. También tengo ya escritu el final: “Acabose”. Quédenme les cuatro mil trescientes págines del medio. Pero eso ye coser y cantar.

miércoles, 22 de abril de 2015

TODO UN GALÁN

Los piropos

Hacía tiempo que pensaba plasmar en estas páginas una breve historia que me ocurrió hace muy poco tiempo de la que sólo fuí espectador privilegiado, cuando, sorprendido, leo el pasado lunes, día 3, la columna que “Desde la Meseta” publicó Luis Alonso Vega, titulada “El Piropo” y, de acuerdo con todas sus observaciones, hoy me decido a contarla, no sin antes abundar algo mas en el tema..

La palabra deriva del latín “pyropus”, que, a su vez viene del griego (intrascriptible), y de su significado literal deriva su sentido coloquial como lisonja, requiebro o frase ingeniosa que se dirige a una persona, generalmente a una mujer, para adularla. Todos, desde siempre, hemos oido y estamos habituados a ellos y, sin excepción, todas habrán sido objeto de alguno. Abramos un pequeño catálogo:
Etéreos: “Qué distraidos están en el cielo que los ángeles se escapan” o “¿Qué hace una estrella volando tan bajito?”. De la construcción: “Bendita sea la madre que parió al obrero que allanó el pavimento por donde pasas, Monumento” o “Preciosa, ¡con esa mirada tan dulce me dan ganas de chuparte un ojo!”. Zafios: “Si se juntan los mares y los ríos, ¿por qué no juntar tus genitales con los míos?” o “Quisiera ser baldosa y cuando pases mirar tu linda cosa”. Picantes: “Quien fuera noche para caerte encima”. De un periodista: “Me gustaría hacerte un reportaje para penetrar en tu intimidad”. De oftalmólogo: “Quien fuera bizco para verte dos veces”. Original: “Si yo fuera tú vendría corriendo a buscarme”. A una gorda: “Si tus piernas son las vías, ¿cómo estará la estación?”. Poético: “Si amarte fuera pecado, tendría el infierno asegurado”. Y hasta para nosotros: “Bonitos pantalones, quedarían muy bien en el suelo de mi dormitorio”.
En una tertulia de café, una chica de muy buen ver mostraba a los presentes fotografías de sus vacaciones en la playa, cuando uno de los tertulianos, al verla en bikini, exclamó: “Si yo tuviera veinte años menos, un par de botelles de vino y una viagra, ives a cagáte en tu puta madre”. La chica no tuvo mas remedio que reírse. La gracia siempre puede apoderar a la grosería. Y, con esto, voy a la historia que les anunciaba al principio:

Mediodía. Una célebre cafetería de Oviedo atestada en horas de vermouth. Tres compañeros de trabajo (dos chicos y una chica) charlan en la barra, mientras, en una mesa cercana, un hombre de avanzada edad está ocupado en leer periódicos. Tiene varios, de aquí, nacionales y, cuanto menos, el Whasington Post. Viste elegante, pañuelo, gemelos y hay un sombrero encima de la silla. De vez en cuando alza la vista por encima de sus gafas y, con suma atención, observa a nuestra compañera. Los tres nos damos cuenta de las miradas del anciano y lo miramos, a su vez, pero no hacemos comentario alguno. Pasa un buen rato de intercambio de miradas y el hombre se levanta, recoje su gabardina, su sobrero y los diarios y se encamina hacia donde estamos:
  • Señores, disculpen mi intromisión. Solo quiero hacer una pregunta a su compañera. ¿Me permiten?.
Asentimos.
- Señorita llevo observándola desde que entró. ¿Su padre es escultor?
Ella, sorprendida, niega con la cabeza.
- Perdone pero su padre tuvo que ser artista para haber hecho una cosa tan linda. Discúlpenme de nuevo, ¡Buenos días!
Y llevando los dedos a la punta del sombrero, en señal de cortesía, se fue erguido como una vela. Y los tres nos quedamos mudos y ella, además, colorada como una cereza.

Cierto es que la chica es un bellezón, a parte de distinguida. Una beldad de las que llaman la atención. El hombre, muy perspicaz, había visto nuestras miradas y, sobre todo, las de ella y, con buen criterio había pensado que los tres comentaríamos su desfachatez, tildándole de “viejo verde”, y sin pensárselo dos veces nos dejó aquella joya y quedó como un verdadero caballero.
Duke debería de aprender para merecerse su nombre. Y todos deberíamos saber diferenciar entre un simple piropo y una galantería como aquélla.

domingo, 19 de abril de 2015

HOY VA DE MADURO



Los problemas que nos dan los Bolivarianos

No todos los venezolanos son conductores de autobús, ni mucho menos gilipollas. Pero lo de éste ya clama al cielo. El Gran Nicolás, el que está haciendo bueno a su mentor y antecesor, el extinto Hugo Chávez “Por qué no te callas”. Finalizada recientemente la Cumbre de las Américas en Panamá en la que el encuentro entre Raúl Castro y Obama fue el centro de atención de medio mundo, llega el pavo y se descuelga acusando a Rajoy de lodos los males que padece su país. “Rajoy, rajado, racista…”, y al Congreso de los Diputados que vayan a opinar de su madre por haber aprobado una proposición no de ley para pedir la liberación de los presos políticos venezolanos. Y tal. No tenía bastante con meterse con el presidente de los hijos del Tío Sam que ahora lo hace con los descendientes de Don Pelayo. Y claro, aquí pillamos unos cabreos del copón. Asuntos Exteriores llama al Embajador caribeño y, a través del Director General de no se qué -porque el Ministro estaba con sus majestades en Bruselas-, en diez minutos le despacha con la protesta diplomática de rigor y con un mensaje para el baranda. Algo así como: “Ya puedes ir a vender tu petróleo a Irán o a la madre que te parió”. Así de simple. Su homónima venezolana hizo lo propio con nuestro embajador allí y es de suponer que también le haya puesto las peras al cuarto. De manera que las empresas españolas radicadas en Venezuela estarán temblando en espera de que los caribeños las expropien y arrojen al Orinoco a sus directivos para engorde de pirañas. Porque el Conductor de aquello ha dicho que habrá sanciones políticas, económicas, sociales y mediáticas para España. ¡Gunmimadre, Rafa. ¿Penalty y expulsión?!
Lo de este presidente del chándal de colorines me recuerda a un langreano de Langreo que cuando estaba un poco mamado se metía con la tropa. Pero lo hacía con los más fornidos, mineros de arranque o legías de degüelle y escabeche. Él, que no levantaba dos palmos del suelo. Y, claro, cuando daba con alguno con malas pulgas acababa con un ojo morado y dos dientes colgando. Hasta que se quedó sin ellos. Pues esto mismo deberían de hacer con Nico los españoles y americanos. Mandarle un Rambo que calme su chulería con un par de hostias bien dadas. Después que actúe la diplomacia.

sábado, 18 de abril de 2015

CUENTACUENTOS



La campaña electoral

Cuando le doy a la tecla aún no ha terminado el plazo que da la ley para la presentación de candidaturas a las próximas elecciones hasta el punto de que algunos partidos aún no han definido sus listas en cabeza, tronco y extremidades. Los hay que dicen estar elaborando el programa. De manera que cuando lean esto, aunque ya conozcamos la filiación de los elegibles, las direcciones de las distintas editoriales estarán redactando las milongas que nos contarán los candidatos cuando empiece la campaña, e incluso antes. En ese momento quienes estén atentos a lo que proclaman unos y otros se darán cuenta de las similitudes de los mensajes. O sea. Como en nuestra más tierna infancia nos hablarán de los malos, delincuentes y traidores (los otros), y los buenos, honrados y leales (ellos mismos, por supuesto). Caperucita y Feroz, Bella y Bestia, Dantés y Danglars. En fin, que todos y todas gritarán cosas parecidas ante multitudes enfervorizadas, provistas de estandartes y banderas, que no escuchan al relator porque ya se saben el cuento de carrerilla.
Lo hablaba ayer mismo con un amigo que se lamentaba se las mentiras de los políticos, de lo mucho que se esfuerzan para convencer en precampaña y lo poco, o nada, que hacen luego para seguir sus falsas doctrinas. De que, en los tiempos que corren, sus mentiras cada vez son menos verdades, y que los ciudadanos ya no pasan por eso, de forma que optarán por los emergentes que, al menos, traerán nuevas caras y puros corazones. Tararí, que te vi, le repuse. Esos tiempos y esta grave situación por la que pasamos es lo que cambia a peor. Entre todos la mataron y ella misma se murió. Cambiarán las caras, pero no lo harán las formas. Ni los corazones. No les dejarán quienes mandan en sus respectivos. Seguirán con el timo de la estampita porque saben que siempre queda gente que traga lo que le echen, siempre que vaya envuelto en papel atractivo y con lazo de satén. Y los españoles, como siempre, creeremos lo que nos dicen los cuentacuentos. Rajoy, Sánchez, Díez, Iglesias, Rivera y Manolín el de les lanches. Esas trampas para cazar ratones, con un queso de reclamo y un cepo que les pillará el pescuezo, siguen siendo las más efectivas porque a los ratones les gusta el queso. No falla. ¡Marditos roedores! Así que lo mejor sería pasar de cuentos y cuentacuentos y que se vaya todo al carajo. Si no se ha ido ya.