martes, 30 de agosto de 2011

GAVILÁN O PALOMA

Los conflictos internacionales de España

La aviación norteamericana desarrolló un dispositivo para probar la resistencia del cristal del parabrisas de los aviones. Consistía en un tipo de cañón que disparaba un pollo muerto al cristal del avión. El tiro era exacto y reproducía la velocidad con que un ave puede impactar en un avión en pleno vuelo. Si el parabrisas resistía la prueba del impacto del pollo, entonces soportaría la colisión con un pájaro en vuelo real. El dispositivo funcionó perfectamente en todas las pruebas que se efectuaron allá en los Estados Unidos.

Estudiosos, lumbreras del Gobierno español que estaban desarrollando una locomotora para el AVE se interesaron por el cañón de los pollos, pensando aplicar la idea al parabrisas del nuevo tren. Al primer tiro el pollo reventó el cristal frontal del tren, rompió el cuadro de instrumentos, perforó el asiento del ingeniero, hirió a dos técnicos y voló hasta el fondo de la locomotora, estrellándose contra la pared y haciendo un agujero profundo en la chapa. Los ingenieros españoles quedaron completamente asustados de aquel sorprendente y violento resultado. Documentaron la escena con detalle, hicieron fotos digitales, grabaron declaraciones y testimonios oculares, elaboraron documentos técnicos, y enviaron toda la información a EE.UU. preguntando qué habían hecho mal. Los técnicos americanos estudiaron con detalle la documentación recibida y respondieron con un e-mail seco y directo: “Descongelen primero el pollo”. Hasta aquí la noticia tal y como la relató en su día Luis del Olmo. Lo que no contó el ilustre berciano fue lo acaecido con posterioridad al correo americano.

El ministro del ramo llamó a capítulo a los responsables españoles del experimento, interesándose por la procedencia del pollo, su peso, si había estado alimentado con pienso o era ave de corral y por otros detalles importantes del asunto. A continuación creó un gabinete “a quo” formado por los titulares de Ciencia e Investigación, Medio Ambiente y Sanidad, y después de intensos debates en sede ministerial se votó una propuesta del de Fomento conforme a la que debía de enviarse una nota de protesta a la embajada americana. Para ello requirieron la presencia del titular de Asuntos Exteriores, quedando redactada la nota diplomática como sigue: “En relación al asunto referenciado, este Gobierno quiere dejar constancia de que las pruebas realizadas en nuestro país lo han sido con el más exquisito cumplimiento de los manuales enviados al efecto. Así mismo, tras estudios pormenorizados y consultados técnicos agrícolas, se ha llegado a la conclusión de que, dado que los pollos no vuelan, el proyectil recomendado no fue el apropiado al experimento, para el que se debería de haber usado un gavilán o una paloma. Por todo ello pedimos la debida reparación de los daños y perjuicios ocasionados por el pollo-bala, así como la correspondiente indemnización a los miembros de este gabinete que han tenido que abandonar sus vacaciones para estudiar un tema de tanta gravedad y enjundia”. A día de hoy está por saber la reacción yanki.

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lunes, 29 de agosto de 2011

DUKE Y LA DUQUESA


El amor y los aromas

Lo tuyo ye envidia cochina, chaval. A ver, ¿por qué Cayetana no pué casase con esi rapaz?, ¿porque tú lo digas? La de Alba estará mayor, pero de tonta no tién ni un pelu. Lo d’él ye otru cantar. Dicen que el amor ye ciegu, y deben tener razón. Sin ir más allá, a Duke atráen-i los olores. Ta tol día golifiando, y ye así como se enamoró de una perrina que tién la misma marca que él. Luna se llama. Lo que pasa ye que la dueña nun consiente esa relación amorosa porque piensa que van tener tres o cinco críes y no va a tener títulos pa tantos herederos. Pasa-i lo mismo que a los fíos de la Duquesa, que tienen miéu de tener hermaninos y vese obligaos a repartir la herencia con ellos. Hay que ser egoístas. A esti Alfonso debió de gustá-i también el olor de Cayetana. Tará ciegu pero tién un olfato que te cagues. Güele les perres a legües, el condenáu. Y no ye que piense que ye un amor interesáu, no. Además, lo que yo piense a ellos importáyos un güevu de zarrica, igual que lo que piensen los retoños esos, fartucos y apoltronáos, que lo único que quién son palacios, obres de arte, perres y más perres. No yos importa lo que la madre quier, ni que sea feliz o no, que al fin y al cabu ye lo más importante. Así que élla, pa tenelos contentos, dejoyos la herencia pa que la dejen en paz y que no vean que el otru va solo por la viruta.

Yo a ella entiéndola de sobra. A parte de que estará enamorá, pa los telediarios que-i queden, quier dai una alegría al cuerpo. Que ya estuvo bien de tanta abstinencia y represión. Que será viuda por partida doble pero, cuando calienta el untu no hay apaños que valgan, como diría la viella de la canción de Jerónimo. Y a él también lu entiendo, pero menos. A no ser que lo que de verdá i gustó de Cayetana haya sido el olor. Yo nunca estuve al su lao, pero tién que oler que te mueres. A Heno de Pravia, Nenuco y coses d’eses. Será por falta de perres. Si ye así, entós entiéndolu del to. El tío ye un perfumista de la secreta. Un expertu en aromas y frangancies. Igual que Duke.

Por eso no entiendo cómo hay persones envidioses como tú que andes diciendo por ahí que si la Duquesa esto y el mozu lo otro, y resulta que tuviste que ir a buscar una muyer al desguace. Una de eses que tien un poco de aquí y otro poco de allí, con una teta de silicona, una ñalga de botox, o como se diga eso, y el pelo y les uñes postizes. Que solo ye d’ella el carné. Al menos Cayetana tienlu a él, a Alfonso, porque no hay más que ver cómo la cuida y lo delicáu que ye con ella. Que siempre la lleva del brazu y déjala pasar siempre primero, no como tú que lo único que-i cojes a la tuya ye el bolsu cuando tien les manos ocupáes. Mandil, que yes un mandil. Además, metete con esta pareja de enamoraos que ni te hicieron ningún dañu, ni que siquiera saben que existes, ye igual que si te metieras con Luna y Duke que también tan enamoraos y a lo mejor un día cásense por lo perruno. Eso sí, con el permisu de la doña que, en esti casu ye la que manda. Y en los otros también. Así que déjate de tocayos los piringüelos y dedícate a la política. Faltosu.

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martes, 23 de agosto de 2011

OVIEDO, TENEMOS UN PROBLEMA

La suspensión de las
obras de soterramiento de las vías FEVE en Langreo


Eran las 21:08 horas de un 13 de abril de 1970 cuando una gran cantidad de luces de advertencia se encendieron en serie indicando la pérdida de dos de las tres fuentes de energía del Apolo XIII, nave espacial con la misión de dejar a dos hombres en la superficie lunar. En ese instante el piloto del módulo lunar, Jack Swigert exclamó: “Houston, tenemos un problema”. Una explosión de los tanques de oxígeno a bordo de la nave obligó a la tripulación a abortar la misión y orbitar alrededor de la Luna sin poder lograr su cometido. Al final, la nave lograría volver a la Tierra tras un sinfín de percances.

Los tanques de combustible del Principado también han explotado dejando a la Unión Temporal de Empresas adjudicataria del Soterramiento de las vías de FEVE en Langreo sin la viruta necesaria para dar continuidad a la obra. Que la administración regional no paga, oiga. Y si no hay mortadelos, no hay vías soterradas, ni obra, ni historias para no dormir, y como bien dice el redactor de la noticia en LNE, “la obra entra en vía muerta”, a orbitar sobre el Gobierno asturiano. La empresa dice que el impago se produce por trabas administrativas para liberar los fondos destinados al pago. Y nosotros nos preguntamos, ¿existían esas trabas con el gobierno anterior, o son exclusivas del ejecutivo de Cascos, que aún no ha acabado de aterrizar? Cuándo nuestra alcaldesa visitó al presidente a principios de agosto, ¿fue a enseñarse y presentarle sus respetos, o a exigir el cumplimiento de los contratos? Porque lo que los langreanos tienen muy claro -sobre todo los vecinos de la zona y los jubilados que supervisan la obra- es que la intensidad de los trabajos se ha reducido considerablemente hasta el punto de que, para esta faraónica obra, solo quedan tres esclavos. Hasta el primero de setiembre. Ese día perforará y trabajará Rita la Bailaora. Todo indica que esto fue lo que le dijo Esther a Pacocascos cuando le pidió la agilización de las obras. No fue a presumir, no. Fue a trasmitirle su honda preocupación. Y parece ser que el Presidente se lo prometió, de manera que como no aparezca el dinero en unos días tendrá que poner el apellido sobre su propia cabeza, tirar de pico y pala, y a perforar, que pa eso estudió ingeniería.

Ahora, con este estado de las cosas, la crítica coyuntura socioeconómica y la que te rondaré morena, veremos si las previsiones de coste y duración de la obra se cumplen. Mucho nos tememos que 54 millones y 2012, se queden en una simple declaración de buenas intenciones. Algo a lo que nos tienen muy acostumbrados los políticos, a las grandes promesas y los pequeños o nulos resultados. Otra cuestión es la situación en que el gobierno del Principado deja a las empresas que intervienen y a sus trabajadores. Las primeras en la ruina y los segundos en el paro. De todas formas, lo ya socavado puede servirnos a los ciudadanos de Langreo como refugio antinuclear. Que eso todavía no lo teníamos y a nadie se le había ocurrido. Para ocurrencias estamos.

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lunes, 22 de agosto de 2011

NUBES DISPERSAS


Los despistes de los hombres del tiempo


Lunes por la mañana, después de una noche de tormentas, de rayos, truenos y la madre que lo parió, subo la persiana del dormitorio y veo un amanecer triste y lluvioso. Tras dos días de un calor sofocante, ha refrescado sensiblemente. Es una mañana otoñal en pleno agosto. Enciendo este aparato diabólico y leo la prensa diaria. El Papa se ha ido en olor de multitudes y el Coronel Gadafi, derrotado, se parapeta en su palacio presidencial, o quizás se ha ido a Pola del Tordillo. Juan Mata también se va, al Chelsea. Y como esta semana también tenemos que irnos, no tan lejos, consulto la previsión del tiempo en la web. “Lunes, 22: Nubes dispersas”, dice la página. Me froto los ojos y vuelvo a leer lo mismo para, acto seguido, asomarme de nuevo a la ventana y comprobar que llueve con gracia, vamos que no lo hace tímidamente ni mucho menos. El cielo está completamente cubierto y no tiene ningunas trazas de despejar. Al tiempo las noticias de las ocho hablan de chubascos, tormentas y temperaturas en descenso. Así que le resto importancia a la empanada que se gasta el autor de la noticia, al tiempo que recuerdo una anécdota acontecida hace muchos años.

Tantos que ya no se cuántos son. El prota de esta historia cumple la mili lejos de casa, en las islas afortunadas. Es cabo tomatero, que decíamos. El grado superior a soldado raso. Y está de guardia, que es la función de mayor responsabilidad que se le asignaba a esa graduación. Son las ocho de la mañana y, tras una noche tranquila, una compañía de infantería, con suboficiales y oficiales al frente, sale de maniobras por el cuerpo de guardia. Su capitán se acerca al puesto y nuestro héroe, raudo, se dirige a él, se cuadra y, como es de rigor dice marcial: “A sus órdenes mi capitán, sin novedad en la guardia”. El estrellado, que no da crédito a lo que termina de escuchar, señala con el dedo hacia sus soldados y dice: “¿Y todo esos que me acompañan no son ninguna novedad, cabo?”. El tomatero, aturdido, se quedó de pastel de boniato y tan colorado como sus galones. Casi sin poder articular palabra, alcanza a decir de forma imperceptible -menos marcial que anteriormente-: “A sus órdenes mi capitán, ¿manda usted alguna cosa más mi capitán?”. “Sí, despierte usted cabo. Ya ha tocado diana”. “A sus órdenes mi capitán”.

Los hay que no se enteran, que parecen dormidos y en el cielo de los esfínteres. Este es el caso de nuestro experto y avezado meteorólogo de la página web de información del tiempo que, lejos de asomarse a la ventana como yo lo hice, lo que hace es mirar el tiempo que hace en Benidorm y copiarlo para Sama y Asturias entera. Después quienes quieren salir de vacaciones, guiados de la privilegiada información, pasan el Negrón y se encuentran con que vienen sin paraguas ni chubasquero, ni guantes ni madreñes. Que diluvia y que fay un cutu que escarabiella la pellella.

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jueves, 18 de agosto de 2011

LOS PUENTES Y SU HISTORIA


Dos historias de amor con trasfondo en los Puentes de Madison y de Sama


Ni la misma capital del mundo, la isla de Manhattan, se comunica con las riberas opuestas del Hudson o de su ramal el East River, como Langreo se comunica con una y otra parte del Nalón. Cierto es que allí todo es más grande, no en vano las Torres Gemelas albergaban más inquilinos que los habitantes que tiene nuestra ciudad. Manhattan, que sólo es una parte de la ciudad de Nueva York, está rodeada de agua, al Oeste por el Hudson, que la separa del continente, y al Norte y Este por un brazo o canal que llaman el East River y la separa de Long Island. Al Sur está la bahía donde la Estatua de la Libertad y Staten Island. La isla de Manhattan tiene unos 21 Km. de norte a Sur y entre 5 y 6 de ancho. Pues bien, para pasar al Continente o a Long Island sus habitantes disponen de no más de una decena de puentes (Brooklin y Manhattan Bridges, los más célebres ) sobre el East River y de un par de túneles bajo el Hudson (el más importante es el Holland Tunel) que la comunican con Jersey. Creo que todos guardamos en nuestras retinas la huida despavorida de los neoyorkinos a través del Puente de Brooklin el 11-S, o la Maratón de Nueva York con más de 80.000 participantes. Lo cierto es que el puente, posiblemente el más célebre del mundo junto al Golden Gate de San Francisco, aguanta lo suyo.

Se preguntarán a qué viene esta historia. Es evidente que quiero hablarles de puentes. Y en el Valle del Nalón los tenemos de todo tipo: de ferrocarril, de carretera y peatonales; de hierro, madera o cemento; colgantes, sobre pilares o atirantados; romanos y de épocas históricas distintas y actuales. Y en menos espacio tenemos más que en Nueva York. Fíjense si tenemos puentes que en mis paseos de atardecer me permito el lujo de ir por uno y volver por otro. Solamente en el distrito de Sama podemos contar una decena de ellos en un tramo de apenas un kilómetro, y todos de ida y vuelta. Los puentes inaugurados hace escasamente cuatro años, uno de ellos con siete dobles tirantes, por su color y diseño me recuerdan una bellísima historia que muchos de ustedes habrán visto en el cine.

El Condado de Madison está situado al sureste del estado de Iowa (EE.UU.). Es éste un estado, eminentemente agrícola y ganadero, de la cuenca del alto Mississippi. En un principio, a finales del siglo diecinueve, existían dieciocho puentes todos de corta longitud y construidos en madera, muchos de ellos techados y con protección lateral, no todos sobre río. Hoy día quedan solamente seis y algunos de ellos han sido trasladados de ubicación, porque los han expuesto a los visitantes. Todos fueron restaurados en 1997, y su coste no superó los 700.000 Dólares, a nuestro cambio actual, menos de medio millón de euros. Actualmente son lugar de visita turística y, por ellos, se venden mermeladas y productos artesanales, se hacen exhibiciones de esquile de ovejas y si sus habitantes quisieran venderían hasta quesos de Cabrales. Una estampa de la América profunda reconvertida por virtud de seis rústicos puentes.

La historia a que me refiero fue escrita por Robert J. Waller y magistralmente llevada al cine por Clint Eastwood, que la interpreta junto a Meril Streep, en la inigualable historia de amor “Los Puentes de Madison Country”. Robert Kincaid es un fotógrafo de Nacional Geografhic que llega al condado de Madison para hacer un reportaje sobre sus puentes. Habiéndose extraviado llega a una granja y conoce a Francesca Jonshon, una campesina casada, con dos hijos, y hastiada del trabajo y la monotonía de su vida. Contada en flash back, la narración, con los puentes siempre presentes, nos sumerge en una apasionada historia de amor, casi imposible, entre dos personas maduras de opuestas procedencias y formación, sobre la que no me extiendo más porque tendrán que verla o leerla, quienes no lo hayan hecho, y hasta una vez más. El Roseman Covered Bridge es el puente más visto en la película, aunque todos están y todos tienen su nombre, que excuso mencionar para no cansarles.

Puentes existen en todo el orbe. Muchísimos. En Venecia, en Ámsterdam, en Seatle, en San Francisco..., y en El Valle del Nalón. Todos fueron y son referencia de historias reales o noveladas. Y, evidentemente, también nuestros puentes tienen sus historias. Muchas historias, de penas y alegrías, trágicas, y también de amor como la que les cuento.

Eran poco menos de las nueve de la mañana de un hermoso amanecer de primavera, a principios de los setenta, justo al principio de la pasarela que une el Parque Dorado con el Instituto Jerónimo González. Allí estudiaban los dos. Él haría 17 años en pocos días, y la niña, que no tendría más de 12, apoyada en la barandilla del puente, lloraba desconsolada como si todas las desdichas mundanas se hubieran asentado en su corazón. El chico, asustado y sorprendido, se detuvo a sus espaldas y, tembloroso, le preguntó sobre su congoja. La niña se volvió y, limpiándose la cara con la manga de su camisa, le miró a los ojos, y encontrándolos limpios le contó el motivo de su aflicción: Su perrita se había perdido en aquellos lugares. Desde la tarde anterior la habían buscado sin éxito y ahora la daba por muerta. El chico intentó consolarla (él también tenía un cachorro) y le aseguró que la ayudaría a buscarla. Y así lo hizo. Reclutó a sus compañeros y amigos, y batieron la zona. Insistieron horas y horas y al segundo día encontraron al animal. Sucia, hambrienta y tiritando, pero sana, y feliz cuando su dueñita la abrazó. Hoy el joven y aquella niña, después de años cultivando aquella amistad forjada en el altruismo y la inocencia, son una familia feliz con tres hijos y dos perros descendientes del cachorro y la perrita perdida. Y yo, que conozco esta hermosa historia, sólo yo sé por qué mi Duke se para en ese sitio cada vez que cruzamos el puente, y no es el único perro que allí se para.

Como decía al principio aquí todo es más pequeño y, siendo así, no confío en que Garci o Gonzalo Suárez, que son los cineastas que cuentan con Asturias, puedan traducir este cuento cinematográficamente. Si ellos me leen les cuento más y hasta les hago el guión. Sama y sus puentes. Los puentes y su historia.

Al tiempo que escribo, paseando por los alrededores, veo que en el futuro camino peatonal a Lada han puesto un “Hito” que informa sobre la historia de dos de los puentes más representativos, el “Nuevo” (que es el viejo) y el “Atirantado”. Estas nomenclaturas me dan qué pensar. Dado que la primera es falsa, por obsoleta, y la segunda es pueril, por evidente, me pregunto ¿por qué cada puente no tiene su propio nombre?, como el de Brooklin o el Golden Gate, o el Roseman de Madison o el del Pilar sobre el Ebro. ¿Por qué a la pasarela, sobre la que se teje nuestra historia, no la pueden llamar por los nombres de los jóvenes amantes o de sus perros? Yo conozco esos nombres. ¿Por qué a los nuevos puentes-pasarelas que van a Lada no los bautizan como “El Puente del Gato” y “La Pasarela de La Gata”, ya que a Lada van, y los de Lada gatos son? Y ¿Por qué a nuestros munícipes no se les ocurre alguna idea para que, de vez en cuando, nuestro patrimonio sea valorado, explotado y digno de visitar, que ya lo es, como lo hacen en el Condado de Madison?


Señora Alcaldesa, le sugiero que, cada mes en la Comisión Permanente, proponga y aprueben una denominación para cada uno de nuestros puentes. Si no es de su competencia, háblelo con el MOPU, la Demarcación de Carreteras, la Confederación Hidrográfica o quien proceda, y señalícenlos. Esta es una riqueza que los langreanos no podemos desperdiciar. Ah, se me olvidaba. A punto de terminarse la reparación del de La Maquinilla, hemos observado que están haciendo pruebas de pintura: verdes, malvas, fucsias…, ¿y por qué no lo pintan con un color discreto? Se verá igual.

Imágenes propias, salvo las referidas a la película "Los Puentes de Madison".

Cuadernos estivales-VII

miércoles, 17 de agosto de 2011

SOLILOQUIOS CALLEJEROS



Los que hablan y hablan, sin escuchar

Me encuentro por la calle con una vieja conocida de mis padres a la que hace tiempo que no veía, y con quien antes siempre me paraba a charlar por aquello de la cortesía y el respeto con nuestros mayores. Es una mujer enjuta y arrugada, bajita, con una edad indefinible pero provecta. Siempre la recuerdo tal y como ahora la veo, con muchos años. Habladora hasta la exageración, que no conversadora. Con una autorización expresa de no se quién para decir lo primero que pase por su mente sin reparos a que pueda sentarle mal a su escuchante. Sus cosas, sus dolencias, sus sufrimientos y sus tristes recuerdos son siempre el motivo de su discurso. Es de esas personas que están convencidas de estar en posesión de todos los males del mundo y, además, saben a la perfección como tratarlos con sus propios remedios o los recomendados por sus galenos que, dicho sea de paso, son los mejores como no podría ser de otra manera. Siempre me pregunté cómo es posible que este tipo de personas -de las que hay muchas- sepan cómo curarlo todo, desde un resfriado hasta un ataque de hemorroides, pasando por un infarto o un cólico de lo que sea, y, sin embargo tengan todos los achaques habidos y por haber, eso sí, achaques y dolencias que no son las normales, como las suyas o las mías, sino que son más graves, mucho más. A dónde vamos a parar, son las de ellas. Como también son de ellas esos médicos que son tan infalibles, saben tanto y mean colonia.

Pues bien, definida a grandes rasgos la personalidad de la dama, volvamos al principio. Tropiezo con la señora en la calle, un beso en cada mejilla, muac, muac y saludo de rigor, ¿qué tal doña fulanita?, ¡cuánto tiempo!... Y empieza el discurso: que termina de llegar de Benidorm, que ya se que es dónde siempre iba con su difunto marido, que va al mismo hotel de siempre donde se sirve de un bufé de impresión, el mejor de la costa, que los baños de sol le vienen de perillas, pero que le duele aquí, allí y en el otro lado. Sin más, ha tenido que ir al médico en tres ocasiones. A mitad de esta prolija y detallada rendición de cuentas intento interrumpirla para decirle que llevo prisas, que me esperan en Pola del Tordillo, intentando quitármela de encima. Que si quieres arroz… Como si no me hubiera oído, y cogiéndome por el antebrazo, continúa con su megarrelato vacacional y sanitario, pasando a continuación a darme cuenta del maravilloso trabajo de su hijo que está colocado muy bien y de lo mucho que estudian sus nietos que están en Canadá y en… la Conchinchina, creo que me dijo. Insisto en que estoy encantado de volver a verla y que no tengo más tiempo, pues debo de irme. Esta vez parece comprender y se detiene en su soliloquio. Sin soltar mi brazo me dice: “Bueno fíu, ¿y tú cómo engordaste tanto?...”. Un tremendo sofoco me sube desde el vientre a la quijotera y, sin pensármelo dos veces, le espeto: “Ya, doña fulanita, es que me gusta mojar. Ya sabe. A propósito, observo que usted está más sorda que la última vez que coincidimos”. Como si no hubiera dicho nada, sonriendo, se despide de mí con otro doble muac. “Adios, hasta la próxima. Saludos a tu padre. “Y no engordes más””.

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sábado, 13 de agosto de 2011

SI HAY QUE IR, SE VA




Vale, no vamos. Pero luego no me digas que no te lo advertí. Si por no haber ido nos quedamos con la miel en los labios, es tu decisión, no es culpa mía. Tú siempre te lanzas al principio y después, cuando se presenta la ocasión, te echas atrás y, cuando todo está preparado y a punto, vienes con que si no fuiste a la pelu, que si no tienes la ropa apropiada, que si, total, Maripuri no va a estar y Maripili tampoco, y que para gastarnos cincuenta mortadelos mejor quedarnos en casa. Pues nos quedamos y, además, yo encantado. Tanto jaleo y ruido, para nada. Remar en seco es tontería.

En estas estoy con mi santa, cuando le suena el celular. Hola Maripuri, ¿qué tal?... Ah, así que al final vais a ir. Pero es que yo no tengo nada que ponerme… ¿Qué vas a ir en tejanos?... pero… Ya…, ya…, pero… Bueno, espera que voy a hablarlo con Marce. Cubre el micro con la mano. Marce, ¿vamos, entonces? Pero bueno, mujer, ¿no decías que si la pelu y la ropa…? Voy en tejanos, replica. Y el pelo está bien, sentencia. ¿O no?, ¿a ti que te parece? Que vas a ir muy guapa, contesto resignado. Se pone otra vez al aparato, oye… que vamos, ¿nos vemos allí a las ocho? Vale, un besín. Y cuelga. Venga, prepárate que hemos quedado a las ocho, me ordena. Ya estoy preparado, ¿no dices que vamos en tejanos?, pregunto. En tejanos nosotras, que somos más juveniles. Vosotros, americana y corbata. Ponte los chinos. Para chinos estoy yo, digo refunfuñando para mis mismísimos adentros. No te fastidia con la Maripuri y todas las mandakaris.

Son las ocho menos cinco cuando subimos al coche, nos quedan veinticinco kilómetros de viaje. Venga, andando y no corras. Pero mujer, si hemos quedado a las ocho. ¿Cómo no voy a correr?, tengo que ir como una posta. Tú haz lo que yo te diga, que ésta nunca es puntual. Pues anda que nosotros… A los cinco minutos del trayecto hay un accidente, dos coches atravesados en medio de la calzada y nadie que ordene el tráfico que está parado. Lo que nos faltaba, ahora este follón. Si es que no llegamos, ¿ves? Pero bueno, como si yo tuviera la culpa. Si hubieras terminado primero de pintarte, de dar vueltas por casa y mirarte al espejo, ya estaríamos allí. Puntuales, como es debido, digo. Debido…, estás bien. Tú siempre tan correcto para todo. Tócales el claxon, que aparten de una vez esos puñeteros coches. Pero… nadie toca, ¿tenemos que montar el número?, precisamente nosotros, le replico. Toca, he dicho. Que no toco. Se abalanza sobre el volante y, sin que yo pueda evitarlo, da un concierto de bocinazos. Luego, como siempre, los demás. Y se monta el pifostio en la carretera. Después de media hora allí parados, pito va y pito viene, llega la policía y comienza el espectáculo. Y ahora ¿qué pasa?, dice fuera de sí. No pasa nada, mujer. Tienen que hacer el atestado, en diez minutos o poco más nos ponemos en marcha. Ahora ya…, como si tardan media hora. Ya habrá empezado y ellos estarán adentro. Da la vuelta.

Al final nos quedamos sin ir. Me cago en los conciertos de Isabel Pantoja.

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viernes, 5 de agosto de 2011

LADA FESTIVA



Hoy a la tarde en todo Langreo, y parte del extranjero, se oirá el chupinazo de las patronales del Nalón de Lada. Tras una inactividad de una década, es el tercer año en que una junta conformada por unos pocos entusiastas de su barrio, encabezados por el infatigable Enrique Camporro, han preparado un variado programa para deleite y solaz de propios y extraños. Cuatro días de alegría y diversión para todos, que se verán completados por otros tres dedicados a los niños, a los pensionistas y a un peculiar baile de sociedad. Algún día les hablaré de estas celebraciones de sociedad tan arraigadas en otros tiempos y que ahora han quedado en desuso. Menos en Lada.

Todo empezará hoy con el Pregón del Doctor Eliecer Coto, eminente biólogo, especialista en inmunología y director del laboratorio de biología molecular del HUCA. Conozco a Eliecer, a sus padres y a su hermano Alberto del que sin duda habrán oído hablar por sus gestas mundiales en el cálculo mental, pero que no podrá estar en el evento por encontrarse trabajando allende los mares. Son gentes humildes de Lada de toda la vida y que aman a su pueblo como queda demostrado en el hecho de que Eliecer se ha desplazado desde Francia solo para este acto. Allá regresará tras él.

Lada suele traer excelentes pregoneros, no en vano yo mismo fui encargado para pronunciarlo el pasado año. Es una broma licenciosa, disculpen. Como broma, en parte, lo fue el discurso que pronuncié. Sin embargo no es tal cosa el que escucharemos esta tarde en Lada, por la calidad, la preparación y el empaque del orador. Créanme, y si lo hacen no se lo pierdan. Como suele perdérselos nuestra primera ciudadana la Alcaldesa de Langreo. Van dos años de ausencia, no se si justificada o no, y confío que a la tercera irá la vencida y, en esta edición de las fiestas, todos podrán contar con la presencia de Doña Esther. Élla tiene que ser un ingrediente importante, si no el que más, del realce y el prestigio del protocolario acto. Nadie en el pueblo de Lada piensa que nuestra regidora (como ahora los llaman) hace distingos y discrimina las fiestas en el concejo. Ha estado en La Felguera y Sama, y no faltará en el Carbayu. Por tanto es justo no agraviar a los gatos ciudadanos ladenses para que sientan sus fiestas tan importantes como lo son San Pedro o Santiago. En ello confiamos y en el buen criterio de la alcaldesa langreana.

Dicho lo cual, desde esta humilde columna que me gusta hacer todos los años por estas fechas, no me queda más que hacer una pequeña parada en la frenética actividad que, a lo largo de todo el año, desarrolla la Junta Directiva de San Román capitaneada por su Presidente, para que todos los que viven en Lada, todos los langreanos y los que vienen de afuera -que son muchos-, disfruten durante unos días de la compañía de la familia y los amigos en un ambiente de gozo y alegría. Que para penas y preocupaciones ya tenemos bastante. ¿No les parece? Pues que tengan Felices Fiestas.

Cuadernos estivales-VI

miércoles, 3 de agosto de 2011

DETRÁS DE LA ESCALERA



Todos los lugares tienen sus habituales. Lo mismo que un bar tiene gentes que pasan y otras que van de vez en cuando, también tienen unos pocos que van siempre, todos los días, y allí establecen su tertulia. Esto mismo es lo que pasa en las playas, en casi todas, y más en concreto en la maliayesa de Rodiles. Alguna vez les conté que no soy muy amigo de las playas, por aquello de la arena, el pringue y las quemaduras, por eso yo soy de los que va de vez en cuando porque la mandakari obliga. Ya saben. A estas alturas del verano solo he ido en dos ocasiones -tampoco el tiempo ha dado para mucho más- y tengo un blanco cuayá espectacular. Sin embargo tengo varios amigos habituales de ese arenal en el que han establecido su segundo domicilio estival. Equipados con los aperos y utensilios propios de la acampada playera, se sitúan siempre en el mismo lugar: detrás de la escalera. No les digo cual porque entonces sabrían tanto como yo y, además, empezarían a rondarles los paparazzi y demás especímenes veraniegos. Pero siempre están en el mismo sitio, se sitúan en la misma disposición y hasta ponen la sombrilla en el mismo agujero que el día anterior. Son tradicionales que te rilas. Son tres parejas y, en ocasiones, cuatro. Ellos y sus respectivas. Ellas y los prubinos de ellos.

Cuando voy a Rodiles siempre les hago una visita en su ubicación detrás de la escalera y cada vez estoy más sorprendido de su método. Antes iban provistos del cocido de casa, las lentejas, el pote o lo que tocara, y reservaban una de esas mesas-banco de madera que están en el pinar para irse a comer tras la sesión playera matinal. Ahora, como se han hecho mayores y algunos ya son felices abuelos, se han refinado y llevan canapés variados y en la misma playa almuerzan como señores que son. De esta guisa les encontré el pasado sábado, comiendo en feliz contubernio y colocados en semicírculo de tal forma que todos se ven a todos y, sobre todo, todas a todos, (¿han visto el retruécano?) de forma que pueden hablarse y oírse sin girar sus cabezas lo más mínimo. Después de la comida, cierran el círculo disponiéndose de forma parlamentaria. Y, ¿de qué parlan? Pues muy fácil, de lo que se habla en todas las playas. Ellos: “Viste, qué guayabes. Si tuviera veinte o treinta años menos iben a enterase de lo que val un langreanu” (dirigiendo sus miradas subrepticias hacia dos jovencitas que toman el sol en topless). Ellas que ven la maniobra: “Pero vosotros qué rediós miráis, ¿no veis que ye to de mentira? Tan heches de silicona”. En ese momento, donde las chicas, llegan dos Adonis de gimnasio marcando paquete y tableta de chocolate. Ellas no pueden evitarlo: “Mira Maripuri qué tarzanes, ¿viste qué traseros?, pa mí el del bañador azul”. Y ellos que tampoco pierden ripio y ven el sofoco sexual de sus mandakaris: “Pero bueno, ¿no vos parez que estáis un poco mayorines y fondones pa esos yogurinos? Donde esté un paisano de pelo en pecho que se quiten esos figurines depilaos. Además, seguro que son gays”.

En estas y similares tertulias discurre el verano detrás de la escalera. Y les he dicho que como habrá elecciones en noviembre, me voy a presentar y el año que viene me sumo al parlamento. Con mi mandakari, claro está.

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