Lada necesita un párroco
Hace muy pocos días, con motivo de mi presencia en el
tanatorio, me encontré en la capilla ardiente de la fallecida con un sacerdote
que había estado destinado en esta zona y que ahora lo está en el occidente
asturiano. Cuando llegué a la sala él mismo se presentó y entablamos una
conversación que duró tan sólo diez minutos. Me dijo que, en su destino, se
ocupaba de nueve parroquias, creo recordar. Y no me extrañó porque conozco un
caso muy allegado a mi familia en que el cura en cuestión se ocupa de seis. De
manera que, como dije en su día con motivo de la visita a Lada del Obispo
Auxiliar, no hay tropa religiosa en la región como para ocuparse de todas y
cada una de las necesidades parroquiales de Asturias. Y doy por sentado que, al igual que en nuestra región, lo mismo
sucede en el resto del país y, si me apuran, en el de todos los de religión
católica. Hasta aquí todo lógico y comprensible, y así creo que lo entienden
los feligreses de Lada que es el pueblo que aquí y ahora nos atañe. Es algo que
viene ocurriendo hace años y que se agravará a medida que pasen algunos más
merced al envejecimiento de quienes han tenido y ejercen esa vocación.
Y en este estado de cosas y con esa previsión nos preguntamos
si la curia se ha planteado en serio el por qué de la ausencia de vocaciones
religiosas. En el olvido quedan aquellos tiempos de penuria económica en que
mantener una familia con hijos suponía destinar a uno al ejército y a otro al
servicio de Dios, mientras el resto se ocupaban de trabajar las pocas tierras
que había. Tú para cura, tú a pegar tiros y vosotros a arrimar el hombro. Todo
ello ha dado lugar a que muchos de los que en su día tomaron los hábitos los
abandonaran cuando encontraron otros trabajos y, además, se casaran y formaran
una familia. Todos conocemos más de un caso. De manera que hoy nadie quiere
hipotecar su futuro pasando por ciertas normas, yo diría que trasnochadas, que
le impiden ejercer una vocación porque han adoptado el voto de castidad y, como
dije en su momento, asumido la norma católica que impide tomar los hábitos
sacerdotales a la mujer. Desconozco si la Iglesia Anglicana, por ejemplo, tiene
este problema de vocaciones, pero sí es cierto que no lo tiene en cuanto a esas
añejas normas a que nos hemos referido.
Se que no hay soluciones para el problema de Lada, como no
las hay para el de cientos de parroquias de Asturias, y que un arreglo cada vez
está más lejano. Pero también se que el principio de una solución para el
futuro pasaría por una profunda reforma y modernización de todos los estamentos
religiosos. De arriba abajo. Y me gustaría que en su escrito de los jueves en
este periódico el Arzobispo, Sanz Montes, nos diera una explicación. Y sobre
todo, alguna esperanza. Pregúntele al Jefe, Reverendísimo. Al de arriba que
todo lo puede. En cualquier caso, desde mi humilde columna, reivindico con toda
mis fuerzas y energía, “UN PÁRROCO PARA MI PUEBLO, LADA”. Búsquenlo, invéntenlo,
fabríquenlo o vayan cambiando las normas. A ver, si no, quien va a inaugurar la
temporada de aguas este año en La Fuente del Güevu.