sábado, 17 de enero de 2015

MARTES, 13



Mala, o buen suerte



No somos supersticiosos, ni creemos en esas cosas del mal de ojo, pasar el agua o echar las cartas, entre otras nigromancias, pero la verdad es que, como dicen los gallegos, “habelas haylas” y hay veces que uno tiene su nosequé… Verán, desde el último martes que cayó en el número de la mala pata, según los aficionados a la lotería, y fue el de mayo del año que d.e.p. estoy como un poco mosca con esta coincidencia, fatídica, según algunos. Y es que el pasado 13 del mes de las flores por poco me toca la bonoloto. Acerté dos números y el complementario, pero no cobré nada. Por eso digo que “casi”. Nunca estuve tan cerca. De manera que hoy que le doy a la tecla y se repite la efeméride me levanté con un pálpito muy especial. Seguro que pasa algo, me dije.
Lo primero que pasó fue que no pude tomar el café de la matiné porque tenía cita para ir a los vampiros. Es algo que siempre me saca de quicio. Llegar de los primeros, justo cuando levantan las persianas del Centro de Salud, y ser llamado de los últimos, después de la tediosa espera que supone aguardar a que las doñas y los dones se quieten abrigos, chaquetas y demás adminículos con el único objeto de remangarse la manga y mostrar el brazo. Un verano, y luego un otoño para que la enfermera le encuentre la vena. Que parece que los hay que no las tienen, entre quienes me encuentro. Pues resulta que no. Hoy resultó todo al contrario de como es habitual. Entregué el papel y me dispuse a esperar en uno de los asientos de la última fila cuando, a los pocos segundos, sale la dama de blanco y pronuncia mi nombre. Claramente. Asustado y sorprendido me dirijo hacia la zona del pincheo y descubro mi antebrazo donde no podía verse ni el más mínimo atisbo de una vena. “Tendrán que pincharme en la yugular”, pensaba para mis adentros. Pero volví a equivocarme. La experta y profesional técnico sanitaria (no se por qué les ponen delante eso de “ayudante”, si ellas lo hacen casi todo) me encontró la cañería a la primera. Y salía sangre, oiga. Hasta ella misma se sorprendió porque me dijo que no me moviera. ¡Vaya acojone!
Pues ahora tocará recoger los resultados de este saque. Espero que, aún sin ser supersticioso -cada vez menos-, no me llamen para justo dentro de un mes, porque ya miré el calendario y toca en viernes. Miedo me da.

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