miércoles, 21 de enero de 2015

DODOT Y BIBE


Para la custodia del Papa


Ya lo decía el mi amigu, George Bernard Shaw: Ves cosas y dices, "¿por qué?". Pero yo sueño cosas que nunca fueron y digo "¿por qué no?". Ya hace años que he transcrito esta misma cita y, en esta ocasión, creo necesario repetirla por algo que he visto en un noticiero y me hizo pensar que estaba soñando. Con motivo de la próxima visita pontificia a las Islas Filipinas (único país católico de Asia) y el amplísimo despliegue militar y policial que han ordenado sus autoridades para proteger a Su Santidad y su séquito celestial, los que allí saben de esto han dispuesto que agentes y soldados vayan provistos de pañales que aseguren la tranquilidad en la evacuación del cuerpo (de seguridad) con el único objeto de que no se pierda ni un solo segundo en el servicio para ir a hacer pipí o popó. Es que lo flipas, macho: cerca de 25.000 polis y 7.000 soldados. Todos con el dodotis puesto y en perfecto estado de revista. Pueden pegar un tiro o esposar a un terrorista en un periquete, mientras hacen pis o caca. A quemarropa, tío. O sea, ¡qué fuerte!, ¿no? De manera que nada de perder el tiempo en nimiedades sin importancia. Supongo que a tal efecto les proporcionarán el correspondiente superbiberón con los nutrientes adecuados y necesarios para perseguir a los malos, recipiente que, con el correspondiente calentador, iría ubicado en una de las cartucheras de su correaje para su uso en el momento oportuno. Por ejemplo cuando les entra la flojera al ver a unos cuantos musulmanes entre los millones de fieles, e infieles. Sacas el bibe con la poción mágica y las espinacas, le das un lingotazo y ya estás preparado para las eventualidades de la guerra santa. Mientras, haces otro pis. Ésas son fuerzas competentes.
Es de suponer que los tagalos vieron lo de París de hace unos días y han querido amarrarse bien los machos. No sea que en el momento necesario vayan a tener a la mitad de la tropa haciendo cola en los urinarios públicos o en los chigres de guardia pa mexar el miéu, y de pasu tomar una pinta. ¡Que va, ne! To dios de serviciu y atentu. Que no se escape ni un cura, y si escapa alguno que lu traigan pa Lada, que aquí la gente ta pidiéndolo a gritos y, además, anden meando por les esquines pa no salise de la carretera que va a El Carmen por si pasa el Cura la Venta, o cualquier otru reverendo, pa secuestralu a perpetuidá. Y nombralu “Párroco de los gatos”.
 

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