miércoles, 4 de octubre de 2017

MALAFOLLÁ



Por el camino.



Es mediodía de un sábado cualquiera, los pájaros cantan y las nubes se levantan. Estoy sentado en un banco del parque fumando distraído con Duke echado a mis pies observando atento a la peña cuando un hombre bajito de unos treinta y tantos, enjuto, muy moreno, para frente a nosotros y me dice “le compro un cigarrillo”, al tiempo que abre un pequeño bolso y extrae de él una minúscula cartera. Le doy el truja y, cuando quiere pagármelo, le digo que no es necesario, que todo el mundo lo pide sin más y al menos él ha tenido el detalle de no hacerlo. Lo enciende pausadamente, da tres caladas, lo apaga y se lo guarda en el bolso, en un acto que parece un ritual. “Estoy dejando de fumar”, me dice, y acto seguido saca un mapa arrugado y doblado diez veces y me pregunta con un acento indescifrable cómo puede llegar a Pola… (duda) y le replico si se refiere a Laviana, Somiedo, Lena o Siero. “A ésa”, me dice. Le indico sobre el mapa el itinerario más apropiado para ir caminando, “pero tienes quince kilómetros hasta allí”, le advierto. “Hasta que oscurezca tengo tiempo”, contesta tranquilo. Y comenzamos lo que fue una breve conversación. El hombre era de Granada y desde allí había salido en el coche de San Fernando con dirección a no sabía donde. No llevaba gran cosa: lo puesto, una mochila y el bolso de donde sacó el cigarrillo y le echó otras tres caladas para volver a guardarlo. “¿Así que eres de Graná, de los de la malafollá?, ¡bonita ciudad!, le dije. Y, haciendo honor a ese apelativo, me contó un chiste afirmando que eran muy especiales para el humor: En un quinto piso una niña le dijo a su madre: “mamá me voy a tirar por la ventana” y ante la negativa de su madre insistió hasta que, al final, la madre consintió. “Bueno, tírate”. La pequeña se tiró y espanzurrada en la acera gritó: “Mamá, súbeme…”, y la madre le dijo: “No hija que vuelves a tirarte”. Luego, serio y cordial, me dio los buenos días y, con su humor negro, prosiguió su periplo caminado hacia lo desconocido.


lunes, 2 de octubre de 2017

ADJETIVACIONES



Decisiones políticas.



En un manual de marketing avanzado para columnistas de infantería he aprendido que no es oro todo lo que reluce, que las cosas no son como te las cuentan, ni siquiera como tú las ves porque absolutamente todos tenemos un color por tibio y tenue que éste sea y, de una u otra forma, por muy objetivos que intentemos ser cuando contemos u opinemos sobre algo siempre dejamos en ello nuestra modesta impronta. Lo importante, lo que tiene más visos de credibilidad es lo que se nos dice en blanco y negro, incluso en sepia. Es como más puro y limpio, aunque no dejen de ser unos colores más, como los otros. El hecho real, la verdad es sólo una, limpia, inmaculada y objetiva. Sin mucha adjetivación que acabe por distorsionar lo cierto e incuestionable.
De esta forma estoy seguro de que hace un año la imagen de la Virgen del Carbayu fue desalojada de las dependencias del consistorio. También tengo la certeza de que a muchos ciudadanos no les gustó en absoluto su traslado, de que lo llevaron a los tribunales y de que hace unos días se conmemoró la fecha mediante un oficio religioso en su santuario. Hasta aquí convendrán conmigo que el relato es objetivo. Sin embargo cuando se aducen o se buscan las explicaciones de por qué todo ello es cuando entran en juego los colores y las adjetivaciones a que me refería en un principio. Las de una parte y las de otra. La laicidad de una corporación que quiere llevar sus ideas hasta el último extremo sin que sepamos si en el fondo subyacen otros intereses y, por otro lado, la costumbre inveterada de todo un pueblo que tiene reconocida devoción por la imagen sin que, de igual forma, tengamos conciencia de la religiosidad de todos esos ciudadanos. Pero volvamos a lo cierto. En Langreo mandan quienes mandan, y deciden democráticamente sobre los asuntos de su competencia. En poco tiempo habrá nuevas elecciones y, a lo mejor, una corporación de otro signo que estará en disposición de retornar la imagen a su sitial. Eso es lo real.