Y su entorno.
Van años que la sufrida ciudadanía langreana viene reclamando
una limpieza a fondo de nuestro río y sus riberas, tantos como los que llevan
las autoridades del ramo sin hacer puñetero caso de las reclamaciones del
pueblo. Esa confusión existente desde siempre sobre lo que son los bienes
demaniales de titularidad municipal o de la Confederación Hidrográfica, en
cualquier caso de titularidad pública, ha originado que ante esa duda de si es
mío o tuyo la casa esté sin barrer y hecha un verdadero asco. El Nalón no trae
el caudal mínimo comprometido por las autoridades de ambas instituciones por lo
que acumula suciedad y proliferación de algas, consecuencia de la escasez y
falta de oxigenación de sus aguas, y lo que es un dolor es el estado de
abandono de sus riberas con matorrales y plantas invasivas a ambos lados,
árboles que han crecido de forma espontánea a lo largo de los años y han
quedado sin podar, y, lo que aún es peor, zonas que se han convertido en
vertederos donde las ratas campan a sus anchas merced al estado de abandono en
primer lugar y a la falta de civismo de algunos en segundo.
Esta pasada semana los servicios municipales de limpieza han
desbrozado las praderías que circundan
el paseo peatonal a Lada y, en estos trabajos, hemos observado como los
operarios han obviado meterse más allá de la separación de madera que delimita
río y camino. Por cierto, nos preguntamos a quién pertenecen esas estaqueras,
¿al Ayuntamiento o a la Confederación?, porque la triste realidad es que donde
nos las hay -porque se han llevado las maderas- el estado de las que permanecen
es penoso. Podridas o tumbadas. Todo ello sin hacer mención específica del
estado de los dos puentes que salvan la vía de Renfe y el atirantado que se
estrella con el Polideportivo con tablones sueltos y arrancada la conducción
eléctrica que es otro cantar. Falta de iluminación, de papeleras y, en
definitiva, la más completa ausencia de cuidados y mantenimiento.