sábado, 30 de julio de 2011

SAMA CAÑÍ

Las Fiestas de Santiago en 2011

Pongámonos en situación. Una plácida mañana de domingo en vísperas de la festividad de Santiago Apóstol y un paseo por mi parque Dorado en compañía de mi platerín. Todo es nuestro. En las inmediaciones de la pajarera se asan a la estaca una veintena de corderos, bajo la carpa los preparativos para el condumio y la degustación del néctar de los sidreros. A las doce y media está programado el concierto de la laureada Banda de Música de Langreo. Caminamos tranquilos y cada poco nos paramos a conversar con amigos y conocidos que, como nosotros, pasean curioseando.

Se habla del gentío asistente al Pregón de la tarde anterior y también de la brillantez del discurso y la emoción del pronunciante, nuestro querido Dioni, cuando se refirió a su abuelo Paco “El Cajero”: “No era conocido así por ser empleado de un banco, no. Lo era porque vendía ataúdes. Cajas para los muertos”, explicó, provocando la sonrisa y los aplausos entre el público asistente. Se habla de José Ramón González, el entrañable “Monxu”, venido de allende los mares desde su Puebla (México) residencial a su Sama natal después de cincuenta años de ausencia obligada merced a los ya lejanos tiempos del oprobio, a lo que se refiere explícitamente Esther en su intervención. Se habla de su felicidad en el retorno y de su agradecimiento a Langreanos en el Mundo que hicieron posible el regreso durante unos días colmados de actos, agasajos y atenciones a su persona y a la de su nieto que le acompañó. Se habla de fiesta.

Comienza el concierto y la gente va concentrándose entorno al quiosco. A medida que va trascurriendo, hay más parroquianos deleitándose con las piezas tradicionales y las de nuevo cuño. Suena “Jazz Suite”, el vals de Dmitri Shostakovich que sirvió a la banda sonora de Eyes Wide Shut, última película del genial Stanley Kubrick. Maravillosa interpretación de nuestra Banda, así lo acuerdo con Ceferino Sanfrechoso y su hijo José Antonio, venido de Madrid para estar con su padre en esta celebración langrena. Mientras se quita las gafas y limpia una lágrima, Ceferino me dice que aún recuerda la interpretación de la Banda dirigida por el maestro, y compositor de la misma en 1925, Pascual Marquina, de “España Cañí”, “la bailamos justo aquí, donde ahora estamos”.

Me encuentro con Florentino, el audaz y activo re-presidente de Langreanos en el Mundo, y mientras hablamos del discurso de Dioni y la emoción de Monxu, irrumpen en el concierto los “Leopardos del asfalto”. Aunque no se lo crean, los que allí estábamos, desagradablemente sorprendidos -cuanto menos quién les habla-, pudimos observar y sufrir el desfile y atronador rugido de los motores de las Harley. El director ordenó a los músicos detenerse, mientras se escuchaban los acelerones de la parada motorista. Y se volvió hacia el público, indignado en su mayoría, y hacia los intrusos que tardaron cinco minutos en marcharse e ir a otro lugar a dar su concierto de pistones, cilindradas y trajes de cuero. Bien es cierto que la parada estaba programada, pero no allí. Los de la Banda tardaron otros cinco minutos en reanudar el concierto y, no habiendo que lamentar más que la molesta interrupción, todo continuó como si nada.

Siempre nos pareció bien la integración de la novedad con la tradición. De no ser así el mundo no prosperaría de ningún modo. Sin embargo esto es como el agua y el aceite, no pueden mezclarse. O como diría la Botella: “manzanas y peras…”.

Lunes de Santiago. Mercado, misa y procesión. Un emocionado sacerdote, que concelebra el acto religioso con Arzobispo diocesano y algunos sacerdotes más, agradece al pueblo de Sama su contribución a la restauración del templo, mientras los que están afuera, a la espera de la salida del Santo, comienzan a abrir sus paraguas. Santiago hace su aparición bajo el pórtico de la iglesia y arrecia la lluvia. Los soldados de la escuadra de gastadores, su coronel y el arzobispo llevan tocado. Las damas no corren la misma suerte. Reina y Damas de Honor, Alcaldesa y demás procesionarios, regresan empapados al templo, tras soportar estoicamente el intenso orbayu. A la tarde la gira y a la noche llegó Soraya que se encargó de poner fin a las fiestas. Pero ese ya es otro cantar.

Cuadernos estivales-V

lunes, 25 de julio de 2011

VIBRAR AL UNÍSONO

José Ángel Pravos, cura párroco de Sama, en las Fiestas de Santiago Apóstol


A la izquierda de la fachada de la Iglesia de Sama se encuentra el domicilio del párroco al que se accede a través de la puerta de una verja tras la que hay un pequeño prado rectangular con tres o cuatro arbustos ya crecidos que parecen árboles. Al borde del camino que conduce hasta la casa están alineados una veintena de trozos retirados o desprendidos, a modo de exposición y reliquia de lo que fue en estos últimos años, antes de su restauración. El padre José Ángel Pravos Martín sale a recibirme y me muestra algunos de los grandes cascotes caídos, una cruz de hormigón y otra con armazón de hierro, “ésta sostenía el pararrayos, o al revés. Estaba todo suelto”, comenta. Entramos en el despacho de su casa donde conversamos durante más de una hora.

Nació en Ciudad Rodrigo (Salamanca) el 30 de Agosto de 1.954. Con ocho años, y siendo seis hermanos, vino a Avilés cuando toda aquella emigración castellana, extremeña y andaluza. Terminó sus estudios en el seminario en el año 79 siendo destinado a Rengos, cerca de Cangas del Narcea. Desde el 88 hasta el 97 fue Vicario Episcopal del occidente asturiano -vivía en Luarca-, hasta el 99 estuvo con la licenciatura en Salamanca. Luego, hasta el 2003, estuvo en Olloniego, Veguín, Tudela de Agüeria, Anieves…, hasta que en ese año fue destinado a Sama. “Nunca se sabe si esto será lo definitivo, a lo mejor dentro de cuatro o cinco años me envían a otro lugar, siempre estoy a las órdenes de mis superiores, pero de momento, se supone, aquí estaré para finalizar estas obras y su pago”. Salvo en una ocasión que había venido a predicar al Carbayu, siendo Vicario, nunca había estado en Sama así que, cuando Carlos Osoro le destinó, vino por estas fechas a conocerla. “La imagen que recibí de Sama fue un poco triste porque vi varios edificios que estaban muy deteriorados, prácticamente en ruinas y me dio la sensación de que había ciertas zonas en que Sama se estaba perdiendo. Era un signo de abandono, de decadencia o de una impotencia ante las nuevas situaciones. Tampoco observé mucho movimiento. Sí que me impactó la iglesia porque era un edificio muy bonito”. Desconociendo la situación social de la villa, cuando llegó a hacerse cargo de la parroquia se encontró “con una sociedad que, queriendo mantener un status, poco a poco se iba deshaciendo”. No tardó en dase cuenta de que gran parte de la ciudadanía tenía una doble vivienda y, en consecuencia, llegados los fines de semana Sama quedaba desierta. “Da la sensación de soledad”, me dice. “Quizás pueda haberla perjudicado el boom inmobiliario de Langreo Centro, no se. En esa zona se despejaron solares para el crecimiento y, a medida que se construyó, fue absorviendo población y, a lo mejor, las posibilidades que hubiera tenido Sama y, de una época dorada, a falta de gentes que hubieran tenido una visión más de futuro, se anquilosa, no abre puertas al mañana y se corre el riesgo de quedar anclada en el pasado”.

Tomada su posesión como párroco, José Ángel se encuentra con su primer problema que es el estado de la casa parroquial. Limpia, si. Pero en una construcción antigua con cubiertas y solera de madera, todo estaba apolillado y, a día, de hoy continua parte de ello. Y, como no, con su gran problema y también su gran reto. El estado del templo. De ello hablamos una gran parte del tiempo de nuestra conversación. Un resumen de ello puede verse en las últimas páginas del libro de las Fiestas de Santiago de este año. Un gran reto por lo que significa de enorme y excepcional gasto para la parroquia -alrededor de medio millón de euros-, pero que ya en estas Fiestas está a punto de finiquitarse con la próxima retirada del andamiaje lateral, y también abonada buena parte de la deuda contraída, gracias sobre todo a la impagable contribución económica de una buena parte de los samenses.

Para terminar ponemos sobre la mesa la recuperación de la procesión del día de Santiago. “En principio hubo dudas al respecto, pero con el apoyo del vicario y los miembros de Festejos se decidió hacerla. Hace dos años, la primera ocasión, se sacó al Santo y fue la primera vez, y no quiero decir que haya sido la única, que vi a la sociedad, al pueblo de Sama vibrar al unísono. Ese fue un momento importante para la parroquia, para la Sociedad de Festejos, y para todo Sama. Es un signo de identidad, de nuestra historia recuperada. Una forma de integrar las viejas y las nuevas generaciones. A jóvenes y mayores, a todos desde aquí, quiero desearles Felices Fiestas de Santiago”.

Cuadernos estivales-IV

viernes, 22 de julio de 2011

SI NO VAS, NO HAS IDO

Alberto Dominguez Barreiro, el reto del emprendedor


Nació el 9 de junio de 1987, el mismo día en que su madre también cumplía años. “Escuché fiesta y salí. Yo no nací, resbalé. A lo seis meses de embarazo”, me dice. Tras dos meses en la incubadora nació definitivamente. Alberto Domínguez Barreiro es un hombre muy peculiar, yo diría que descatalogado. De hecho pocos chicos de su edad han llegado a tener tantas vivencias como él. Cursó el bachiller tecnológico en el colegio Santa Bárbara. “La enseñanza pública te hace buscarte la vida, es la selva y ahí aprendes a sobrevivir. Sin embargo en los colegios privados, familia y profesorado, te lo dan todo más hecho, te acomodas”. Su padre quería un idioma y música, así que con cinco años empezó a estudiar piano e inglés. Al poco tiempo dejó el piano porque no había empezado por voluntad propia, “pero llegó un día en que fui a Avilés a un concierto de la coral donde estaba mi padre, interpretaban un par de obras con una pianista y había unos espejos en la parte superior del escenario, inclinados sobre él, que reflejaban justamente las manos de la pianista”. “Eso quiero hacerlo yo”, dijo para sí. Volvió con su antigua profesora, que exclamó: “Aquí vuelve el niño pródigo”. Retomó sus estudios, haciendo dos años en uno en dos ocasiones y recuperando el tiempo perdido. A los quince años empezó con dirección coral y canto en FECORA. El Palacio de Granda, Madrid, Segovia fueron testigos de los cursos que siguió en estas disciplinas, tras los cuales se inició en la Coral Maestro Lozano, supliendo en ocasiones la dirección y como jefe de cuerda de tenores y sopranos. Con dieciocho años abrió una academia en Sama que aún funciona. Quiso sacar provecho de lo aprendido “por una necesidad cultural que había en Langreo”. A la par comenzó a estudiar Ingeniero Técnico de Informática, carrera de la que le resta un año.

Estando en la Universidad sintió la llamada del mundo comercial. “Vas en coche y llevas traje y corbata, es lo primero que te atrae”, afirma convencido. Inició su andadura en una conocida editorial, le llamaron al día siguiente de la entrevista y siguió un curso intensivo de siete días. “Puedo decir que el trabajo de vendedor de libros, a puerta fría o con visita preconcertada, es un trabajo complicado pero es una escuela comercial impresionante. El método te lo meten por vena. Te crea una constancia en el trabajo y un saber hacer. En la editorial no solo aprendí a vender libros, sino cualquier producto. Y aprendí, como decía un monitor, que “si no vas, no has ido”, que un cliente lo encuentras donde menos te lo esperas. Por eso, hoy por hoy, estoy muy orgulloso de haber trabajado en esa editorial. Trabajar por objetivos supone empezar todos los meses de cero y no relajarte nunca. Ello hace que crezcas en la profesión”. Para Alberto encerrarse en una oficina, tras una mesa, aún ganando mucho dinero, supondría un ataúd en vida. Le gusta la calle y el contacto con la gente, la relación con el cliente y la negociación pura y dura.

Deja la editora y tras un tiempo de relax, un excompañero lo llama y le habla de un puesto que hay libre en una empresa eléctrica a la que le habían hablado del índice de ventas de Alberto. Empieza en esa vía y ve que funciona, que es un boom impresionante, y entra de lleno cambiando de alguna manera la táctica. Ahora son servicios lo que ofrece a sus clientes. “Es un punto a favor en la venta porque, en los tiempos que corren, no está la cosa para vender nada a cambio de dinero, está para dar y prestar servicios. En esa Task Force (Fuerza de ventas), no fructificó el trabajo y, después de pensármelo y comentarlo con mi padre -las cosas de trabajo siempre las hablo con él-, me instalo por mi cuenta. Me tiro a la piscina sin tener en cuenta el agua que hay. Siempre me gusta iniciar algo, me atrae el mundo comercial porque cada día es una aventura”. A día de hoy Alberto ha asentado su empresa y trabaja supervisando la labor de seis comerciales.

Alberto fue y es precoz en todo cuanto hace. Habla inglés con fluidez, domina la informática, sabe todo acerca de los buenos coches, los buenos perfumes, los mejores relojes y la ropa selecta. Viajó y conoce mundo. Pocos, sobre todo a su edad, habrán estado en Bosnia Herzegovina. Poco después de la guerra de los Balcanes se fue en coche en compañía de sus padres para ver el lugar de procedencia de un chico que tenían en casa durante el verano. “Estuvimos allí siete u ocho días en una aventura total en un país casi tercermundista. Saliendo de Croacia y pasando por Eslovenia, entras en Bosnia y sufres un choque espectacular. Recuerdo que mi madre y otra compañera pararon a llorar viendo dónde estaban metidos aquellos niños. En la Avenida del Mariscal Tito en Sarajevo se podían ver aún las marcas de proyectiles y los residuos de la guerra”. También estuvo en Alemania con un amigo, a buscarse la vida, y volvió a casa con coche cuando se había ido volando.

Este chico repleto de dinamismo e iniciativa, lleno de argumentos, se expresa con pasión y rapidez. Habla claro y alto. Te mira a los ojos. “Un comercial lo primero que tiene que hacer es venderse a sí mismo, creerse su propio producto”. Para terminar, y ya que hemos estado hablando de trabajo, le pregunto por la situación económica y política del país. “Yo creo en las personas y no en los colores, lo mismo me da quien gobierne. Quisiera listas abiertas porque yo voto a la persona y su planteamiento no a la posición del grupo que puede no coincidir con el de la mayoría de la población, porque al final hacen lo que quieren. Con referencia a la crisis puedo decir que yo, que soy autónomo, veo mucha gente acomodada que no lucha por ello. Sin embargo me gratifica ver a gente trabajando a altas horas, pese a esa crisis. Trabajando por la empresa, implicados en el proyecto. Lo que tiene que tener presente un trabajador es que la empresa es él y él mismo es la empresa.”

Las chicas, algo consustancial a un hombre de su edad, es algo que le preocupa en la justa medida. “Sinceramente. Me gustan casi todas las mujeres, pero aunque se dejan mal alguna vez tengo que apartármelas (echa una sonora carcajada). Ahí tengo que reconocer mi buena técnica de ventas”. Estos son los motivos por los que al principio decía que Alberto está descatalogado. Es un chico distinto a los demás. Le auguro un progreso exponencial. Aunque eso de las mujeres es otro cantar. Charme, Alberto. Encanto personal, es lo que no sobra a nadie.

Cuadernos estivales-III

miércoles, 20 de julio de 2011

DOS ERRORES


Tenemos por norma no hablar de fútbol ni de política en temporada de verano. Ya lo habrán notado. Uno necesita descansar de los muchoscientos mil millones de mortadelos que se mueven en los ámbitos públicos y balompédicos. De los que se mueven en el tráfico legal y también en el otro, en el bajo manga. De manera que mientras los recién elegidos, representantes sobre todo de sí mismos, discuten sobre despachos, dietas, liberados, alianzas y pactos, y cuando los futbolistas descansan en Ibiza con sus respectivas mientras se especula sobre para dónde va éste o de dónde procede el otro, mientras acontece todo eso, Duke y yo nos recluimos en Pola del Tordillo preparando la vuelta de las vacaciones en septiembre que va a ser pero que muy gorda. Más que la de Botero. Y no es que tenga nada en contra de las de tallas grandes, que va. Pero es que esas matronas colosales, tan enormes, entradas -y salidas- en carnes, me han puesto en más de un aprieto. Nunca mejor dicho. Supongo que a ustedes también. Verán.

Hace unos días tuve que hacer unas gestiones cerca de Astorga y para allá me fui en línea regular de viajeros. Después de poco menos de tres horas en la capital de la maragatería, con visita obligada al Palacio Episcopal de Gaudi, subí apresurado al autocar
porque apenas quedaban asientos. Me gusta ver el paisaje y, si puedo, ocupo uno de ventanilla, como en los aviones. Primer error. No tardé en comprobar que habría sido mejor elegir el pasillo ya que parece que estás cortando el paso al otro asiento y mucha gente elije otro lugar. Aquello no preguntó si estaba ocupado o no, simplemente dejó caer sus enormes posaderas en el asiento. Justamente en ese momento me sentí arrojado contra la luna sin poder mover ni las orejas. Mira que yo no ando mal de estatura ni de kilos. Hubiera sido mejor tener menos peso y centímetros. La enorme mujer pesaría doscientos o trescientos, vaya usted a saber. Llevaba su bolso de bandolera y seis o siete bolsas de plástico con dos o tres cajas de mantecadas cada una. Ya acomodada, me pidió si sería tan amable de colocar alguna de esas bolsas en el suelo, entre mis pies. Claro que sí, señora, es evidente que no es posible en otro lugar. Y al poco sacó una de las cajas, la abrió y, una tras otra, comenzó a engullir las famosas madalenas de Astorga. ¿Usted gusta?, me dijo con la boca llena. No señora, gracias. No le quedarían para el resto del viaje, repuse cabreado y estrellado contra el cristal. Usted se lo pierde, están buenísimas, dijo abriendo otra caja. Mientras tanto pensaba para mis mismos adentros dónde se apearía aquella vacaburra. Menudo viaje me espera. Estuve a punto de bajarme en La Bañeza, pero seguí y cometí mi segundo error al hacerlo. Al llegar a Oviedo, quise bajarme del autobús y, refunfuñando, intentó franquearme el paso y levantarse, pero estábamos encajados uno contra otro, y ambos contra la luna, el reposabrazos y el asiento delantero, de manera que sin darme tiempo el autobús continuó viaje a Gijón. Allí, entre el conductor y un descojonado pasajero, nos ayudaron a liberar los asientos de gorduras, estrecheces y mantecadas de Astorga. Todavía me duelen todos los huesos.

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martes, 19 de julio de 2011

BURRO GRANDE


Un equipo de investigadores coreanos se ha dedicado a medir la pilila a más de un centenar de coreanitos y han descubierto que su longitud es inversamente proporcional a la relación entre las longitudes de los dedos índice y anular. Esto es, si el dedo índice es más largo, el sujeto la tendrá más pequeña y si es el anular el de mayor longitud, que se preparen las coreanitas. No se si me entienden. Ellos dividen los centímetros del índice entre los del anular y al resultado le llaman ratio. Cuanto menor es la ratio, mayor es el instrumento. El estudio, publicado en una revista andrológica (¿qué diablos querrá de decir eso?), no dice si eso también vale para los occidentales y especialmente para los asturianos, que son los que nos interesan. Por lo pronto, desde que la noticia se ha publicado en un breve de LA NUEVA ESPAÑA, unos andan por ahí exhibiendo sus alianzas y otros con las manos en los bolsillos y el puño cerrado, mientras las féminas ya no miran la entrepierna de los varones, sino sus manos. Es más fácil y más seguro. A ver que ye lo que haces tú marcando paquete si en el deu del anillo no te entra ni una arandela, que parez que solo tienes uña, tío. Vas tener que hacer un alargamientu de deu, al menos pa dar el pegu.

Esto de los tamaños ye la pera. Burro grande, ande o no ande, diz el refraneru. Pues ahora eso ya no vale. La mayoría de les coses grandes pa lo único que sirven ye pa estorbar. No creo yo que hayas visto alguna vez a un corredor de futing con un radiocassette al hombro corriendo por Los Llerones, que va. Antes no podíen correr y oir música a la vez, sin embargo ahora tol mundo lleva un aparatín de esos que se mete en una oreya, corren tranquilos y de pasu entérense de les noticias, escuchen el últimu hitparade o hablen por teléfono con la mandakari, que aprovecha pa encargái los recáos o echái la bronca por dejar la cama sin hacer. Y ye que lo que se lleva ahora son les coses piquiñines, cuanto más pequeñes mejor. Lo que pasa ye que no tás acostumbráu. Por ejemplo, la última vez que saliste a comer fuera pusiéronte una ración de costilles de la virgen y comístelo to, porque yes un fartón. Si fueses un poco más finu y educáu iríes a uno de esos restaurantes que te ponen un platu como el tapacubos de una rueda, y dentro d’él una gamba, una almeja y una flor, bañáos con un chorrín de salsa de perejil pa adornar. Eso ye una ratio, como la de los coreanos, no una ración a lo bestia como les que tú comes. Animal.

Tú haces como los coreanos, divides el pesu de la comida por el del platu en el que te la ponen y cuánto más pequeña sea la ratio mejor ye el restaurante. Seguro que hasta tién tres o cuatro estrelles michelín. Tú hazme casu a mí. Que después llegues pa casa y tienes que freir un güevu, dos chorizos y un balagar de patates… Pues háceslo, pero que vean que tienes clase y yes frugal. Y ya está bien de enseñar tanto eses manos, que pareces una modelo de L’Oreal.

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domingo, 17 de julio de 2011

UN PASEO POR LA CIUDAD DE LOS SUEÑOS


DE ÁLBUM DE FIESTAS DE SANTIAGO APÓSTOL- 2011


Aún no ha amanecido. He pasado la noche en vela, nervioso, como si algo fuera a suceder de forma inminente e irremediable. Duke duerme plácidamente, nada perturba su sueño, ni siquiera mis preocupaciones. Tras reiteradas vueltas decido que es momento de salir a la calle. Apenas son las cuatro de la madrugada, y así lo hago, en silencio, como si tuviera la experiencia de un viaje astral.

Ingreso en el exterior como quien entra en un hormiguero en plena y laboriosa actividad. La calle hierve de gentes que van y vienen, unos cargados con bolsas de compra, otros formando tertulias en las esquinas. Todas las tiendas están ya abiertas, todas sin excepción con gentes que compran y curiosean. Ni un solo bajo cerrado. Nada se alquila, nada se vende, nada se traspasa. Se ven florecientes comercios cuyos escaparates lucen en todo su esplendor. Como aquellos que lo fueron: El Mapa, El Nalón, El Colmado, Ridruejo, Castaño, Escudero, La Salá y muchos otros que contribuyeron a la prosperidad de la villa. Parecen tiempos pasados. Aquellos en los que el aspecto de los edificios, las casas y los comercios respondía a la personalidad de sus dueños y no a la de los arquitectos. Hay tanta luz que parece una espléndida mañana de primavera. Muchos niños juegan en la calle, su jolgorio realerta mis sentidos. Quiero absorber todo y comienzo a caminar, sin prisas, con promesa de eternidad. Mi presencia en la ciudad pasa inadvertida. Nadie me sigue, nadie me ve..., pero todos me sienten.

Como casi siempre comienzo por el parque Dorado. El paseo central del parque que ya no era un paseo por uno de esos grotescos fenómenos especulativos en que se había ido convirtiendo en un campo hormigonado y en el que, realmente patricio solo quedaba el palomar y los monumentos a Dorado y Luis Adaro y en el que todo lo demás, incluyendo hermosos árboles centenarios, se lo había engullido las brillantes ideas de los consistorios llamados democráticos, que también se habían tragado algunas partes de la ciudad. Ese paseo repleto de rosales trepadores, donde nacieron tantos amores, acompaña, sin molestar, a la foresta. Y aún en estío, sus enormes árboles ya se han desprendido de sus ocres ropajes, sin embargo el suelo no muestra el más mínimo resto de las hojas muertas. No se ven papeles, colillas..., no hay vestigios de suciedad. La educación y el civismo han regresado a la ciudad. Las pintadas y los graffiti han desaparecido del quiosco de la música y de los servicios públicos.

Al final del campo, donde la depuradora del Triana, huele a jazmín, y no a cloaca. Desde allí observo a un Policía local que, amable, asiste a una anciana a cruzar la calle y, cuando lo ha hecho, caballeroso, saluda al modo militar. Me he percatado de que no lleva arma alguna. Cruzo hacia el paseo del río y, desde el puente de la Maquinilla, observo que sus abundantes aguas bajan limpias, como lo está el fondo. Las isletas y la vegetación que la avulsión ha provocado con el tiempo ya no existen. Y sus riberas inmaculadas resaltan la incomparable belleza del cauce. He llegado a una altura del paseo donde habitualmente hay un par de losetas sueltas que siempre sorteo, porque tras la lluvia en más de una ocasión he acabado con pantalones y zapatos empapados, y las he visto asentadas. Incrédulo las tanteo para comprobar que, efectivamente, lo están. Prosigo mi camino y, entre otras cosas, observo que las farolas están limpias y todas con luz; el césped recién segado y primorosas las flores de temporada. Las papeleras vaciadas, los bancos limpios y en su sitio, las barandillas del paseo recién pintadas.

Continúo mi camino y, a cada paso, no dejo de salir de mi asombro: La nueva pasarela ya no tiene tablones sueltos y las telas de araña de los puntos luminiscentes se han marchado con sus fabricadoras. Los bancos de madera han sido barnizados, al igual que los pasamanos de la pasarela.

Salgo de los paseos para entrar en la carretera. El abundante tráfico discurre tranquilo, no se oye un claxon, ni un escape libre. Los peatones se saludan cordialmente. Todo es placidez, nada enturbia la tranquilidad de la mañana santiaguina, salvo mis dudas. Compro el periódico y, perplejo, leo en primera página: "Zapatero y Rajoy, junto a sus esposas, sorprendidos de copas en Madrid La Nuit".

Vuelvo a casa con la esperanza de dormir un rato y todo está como cuando la abandoné dos horas antes. Sin embargo Duke, aunque dormido, parece desasosegado. Por cierto, pienso, en mi turné no he visto ningún animal, mejorando lo presente. Quizás estén donde los satisfechos. Me acuesto y al poco, rendido, me duermo profundamente. Sueño reparador.

Antes de que suene el despertador, Duke comienza a gruñir y a darme en la cara con su pata. Son poco más de las siete y me incorporo. Duke, despeinado, me mira con reprobación y me dice: "¿Pero es que aún no te has dado cuenta de qué día es hoy?".

¡FELICES FIESTAS!

Ves cosas y dices, "¿por qué?". Pero yo sueño cosas que nunca fueron y digo "¿por qué no?"
George Bernard Shaw


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jueves, 14 de julio de 2011

RUBALCARA "IN PECTORE"


Merced al abandono del exministro Rubalcaba, el Gobierno del que formaba parte importantísima ha sido retocado con dos pinceladas que están secando al tiempo que le doy a la tecla. Digo pinceladas porque su lugar lo ocupará, por poco tiempo, quien era su segundo, y el cargo de portavoz será ejercido por quien ya lo ejercía bajo manga, el inefable y omnipresente Blanco. Pero el país está más pendiente de las idas y venidas de Fredy y del estrangulamiento de la deuda española que de los cuentos que siguen contándonos desde Moncloa Pepeluis y Pepiño. Mientras tanto no se sabe nada del partido que gobierna ni del gobierno del partido. Parecen una cohorte romana fuera de formación, silbando apoyada en sus escudos y con la vista perdida en las nubes, mirando las golondrinas, como en las aventuras del galo. Es lo que trae consigo la bicefalia que se ha asentado en el Pesoe. Un Presidente y otro que quiere serlo, y un Secretario y otro que lo será. En esta tesitura, nos preguntamos quién manda actualmente en uno y otro lugar. ¿Nadie, ambos dos o solo Rubalcara? No me cabe ni la menor duda que en preparación de lo que está por venir, y me refiero al agravamiento de la economía y a las elecciones generales, quien lo está haciendo “in pectore” es el antiguo jefe de la poli y la menetérica, que diría Chiquito.

Aunque este latinajo (en el pecho: el cardenal designado por el Papa y aún no proclamado) tuvo un significado eclesiástico, tiene también la acepción de ser un nombramiento ya decidido y no hecho público. Y nadie duda de que Fredy será el próximo mandamás como Secretario de los socialistas, quizás a la vuelta de las vacaciones. Además para cimentar su candidatura y su programa a los próximos comicios, no puede ser que por un lado se tengan unos determinados planteamientos de gobernanza -como se dice ahora- y por otro lado haya unos bien distintos para cuando llegue al poder. Si es que llega, que mucho lo dudamos. Por eso mismo estamos seguros de que es el poderoso Alfredo quien, in pectore, ahora gobierna el partido y el gobierno. De otra forma sería una locura.

Locura es en cualquier caso que en el momento más delicado por el que atraviesa nuestro país, los ciudadanos desconozcan el camino próximo que les queda por delante. Hasta principios de octubre. Cierto que no conviene, y no es el momento de una convocatoria de generales, ya que ello llevaría consigo una paralización de toda la actividad pública, la política y la económica que al fin y al cabo son lo mismo. De todas formas que no le pregunten a Zetapé si va a adelantarlas o no, que le pregunten a Rubalcara que será quién al final tenga la última palabra. La palabra de Fredy, que ye más listu que los ratones coloraos, y tién más tables que to los aserraeros canadienses del Canadá. Él decidió el momento de irse y él mismo decidirá cuándo será el momento para convocar elecciones. Otras.

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martes, 12 de julio de 2011

GOLIATH Y LA HUERTA



El pasado mes de junio hizo tres años que pasó a caja. Con sus 58 años Ángel Calvo García empezó bien joven a trabajar como pinche en una conocida firma de piensos y productos agrícolas de Sama, luego fue conductor y repartidor en la misma casa. Más tarde estuvo trabajando con maquinaria pesada, con excavadoras en Navarra, en las minas de potasa, hasta que en diciembre del año 78, después de cumplir con la patria, entró en HUNOSA donde permaneció hasta febrero del 98, año en que se prejubiló con 45. En la mina empezó desde abajo. De guaje, a ayudante de barrenista, a barrenista y de ahí a minero de primera y a vigilante, donde estuvo los tres últimos años de su vida laboral. No hay más categorías. Para lo demás hay que estudiar. Eran otros tiempos, con más plantilla. “Desde entonces se prejubilaron muchísimos mineros y muy posiblemente ahora en verano lo hagan los últimos”. Cree que hoy día se dedican a explotar las capas que dan carbón, de ahí lo reducido de la plantilla, cuando además todo está mecanizado. “Reducen plantilla, aumentan maquinaria y producción”, afirma.

Le preocupa mucho la situación de las cuencas mineras. Está convencido que nuestra juventud no tiene ningún futuro si no se prepara. “Yo tengo un chaval que tendrá que irse afuera porque para lo de él, en la rama de documentación sanitaria, no hay nada en Asturias. El SESPA no lo tiene homologado. No es que quiera tener el trabajo al pie de casa, pero tampoco fuera de nuestra región. Aquí, quitando la rama de hostelería y alimentación, hay que buscarse el trabajo fuera”. Cree que todas esas empresas que se instalaron en la zona bajo el paraguas de las subvenciones y de los fondos mineros, hincharon las plantillas para recibir más dinero de lo que hubiera sido necesario y ahora se encuentran en la calle. “Todo para enriquecer a unos pocos”, se lamenta. “Al final queda lo que había, menguado y reducido. Quedan pocos pozos operativos, la Duro se va, desapareció el Lavadero de Modesta… Y todavía los hay que quieren destinar esos terrenos a viviendas. ¿Quiénes las van a habitar? Deberían de hacer un polígono industrial, aunque contamine. En resumen, lo único que hemos conseguido en tantos años es limpiar el Nalón y acabar con los humos. No hay humos no hay industria”, dice convencido. Cree que las cuencas disminuyeron su población porque mucha gente que era de afuera, al jubilarse regresó a su pueblo de procedencia al no encontrar aquí futuro para sus familias. “Algunos de los que somos de aquí hemos buscado algo en que ocupar nuestro tiempo. Muchos dicen que se pasan el día en los bares porque no tienen nada que hacer y se deprimen. A mi lo que me deprimía, y mucho, era el martillo, la oscuridad y la sordidez de la mina. Yo ocupo mi tiempo entre la huerta y mi perro. Eso no me causa ninguna depresión. Es más, yo antes bebía como un cosaco y, ahora, gracias a Goliath y a la huerta de Les Pieces hace años que no bebo nada".

Goliath es un buen nombre para este enorme mastín con hocico de pastor alemán. Es media vida para Ángel. Aunque él vive en Sama, todos los días, a primera hora de la mañana, sube a verle a su finca de Les Pieces, lo mima y habla con él, se transmiten las novedades. Cuando vuelve a Sama quienes lo conocemos nos enteramos de las últimas aventuras del gigante cánido que, en gran medida, se parece a su dueño. Pero Ángel, que es un buenazo, tiene también un gato al que le estuvo buscando las partes hasta hace poco. Le extrañaba que no entrase en celo y se comportase como una chica. Por lo de las hormonas. Un buen día, el veterinario le desengañó. “Mírale los testículos”, le dijo. “Cuatro años con él, y pensando que era ella. Tiene veinte años y ahí sigue, el puñetero”.

Orgulloso de su vida, de su familia con una hija pianista y un hijo virtuoso del violín que formó parte de “Deua Dubra”, grupo de música celta que tuvo su importancia hace cinco o seis años, y sobre todo con Goliath y su huerta, Ángel es un hombre del Nalón, jubilata y feliz con lo que tiene. Que lo disfrute muchos años.

Cuadernos estivales-II

domingo, 10 de julio de 2011

HAS CESADO


No es que nos alegremos de lo que le pasa al presidente de la República Bolivariana de Venezuela, no. Todo lo contrario. Duke y yo estamos muy preocupados por su estado de salud y, aún más, por otras cosas que han venido sucediendo estos últimos días. Por ejemplo, no nos parece nada normal que sea el propio paciente quien haga lectura de su parte médico. ¿Dónde se vio eso? Estuvimos acostumbrados a recibir información de este tipo cuando a S.M. el Rey le operaron del pulmón y de la rodilla, cuando los nacimientos de las infantas, cuando la lesión de Iniesta y, retrocediendo a tiempos de la oprobiosa, cuando el Generalísimo estaba a punto de cascar. Son los médicos que atienden a un enfermo, los que saben de su enfermedad, quienes deben de dar las explicaciones oportunas, aunque a la hora de la verdad con tanto término médico no nos enteremos de nada. Lo que denota la comparecencia ante los medios del sátrapa caribeño es que (no me resisto a decirlo) ahí hay un hombre que dice ay, vamos que dijo lo que le dio la dictatorial gana para justificar su desaparición del panorama venezolano e irse con su colega Fidel, que también está un poco jodido. Así que con lo único que nos hemos quedado es que el amigo Hugo tenía un tumor abscesado, que lo habían cesado por su humor, o algo por el estilo, y que se lo han quitado todo. No se si el tumor, el asiento o los pequeños ahorros. Por si acaso hoy mismo, cuando le doy a la tecla, se ha vuelto a la bolivariana república bananera como si tal cosa. Es decir, se marchó por sorpresa y por sorpresa retornó, como él mismo llegó a manifestar. Y dicen las crónicas que se bajó por su propio pie del avión o, lo que es lo mismo, no tuvo necesidad de lanzarse en paracaídas.

Y ¿qué me dicen del pijama que lucía? Hay que tener valor -y mal gusto- para salir en todas las teles del mundo mundial, y también del bananero, vestido de esa guisa. Con esas trazas de “comprapaisa, barato, barato”, con todos los respetos a los interfectos. Siete estrellas y un escudo sobre franjas amarilla, azul y roja. Una estampa floreá, parecía el tío. ¿Se imaginan al del Ferrol de sí mismo, con un pijama de Carolina Herrera rojo y gualda sobre yugo, flechas y la madre que lo parió, intubado hasta las cejas y ya con ganas de celebrar su primer 20-N? Pues éste lo mismo, oigan. Y el otro igual. Porque ya me dirán, qué significa lo de Castro. Eso sí, con un pijama más discreto. Caqui, creo que era. Y su gorra de comandante o furriel, o lo que sea ahora, para no desentonar con la revolución. Y para más nota, dándoselas de entendido en la materia.

En resumidas cuentas que no sabemos si Chávez se fue a Cuba a operarse de un absceso en los mismos, si es que lo cesaron por parlanchín -mira que ya se lo dijo Don Juan Carlos-, o se tomó unas vacaciones anticipadas para echar una partida de dominó con el ex sátrapa de la isla caribeña. El caso es que volvió a su país. Y ya en Caracas, sigue cacareando lo que le hicieron los galenos cubanos, cuando no tiene ni la mas remota idea de por donde cae el colon. Esto debe de ser contagioso.

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lunes, 4 de julio de 2011

PENURIAS SIN TAPUJOS


Podría tratarse de cualquier otra persona entre tantas necesitadas que vemos por nuestras calles rogando algo de nuestra compasión y, si puede ser, unas monedas con las que buscar su sustento diario. La crisis que azota nuestro país y Europa entera, que ya dura más de lo soportable, ha hecho que gentes con un trabajo precario, y en ocasiones de temporada, tengan que buscarse la vida a la puerta de las iglesias, de cualquier supermencado o simplemente en plena calle, a la vuelta de una esquina. Este es el caso de Tómas Velázquez Galán, natural del madrileño barrio de Carabanchel que después de trabajar unos años en la hostelería en Palma de Mallorca optó por regresar a la península porque la isla le agobiaba y para estar más cerca de sus tres hijos. De esta forma siguió trabajando en bares, hoteles, restaurantes de toda la costa española, hasta que hace cinco años decidió venir a Asturias. Conocía la región de hacía tiempo y le gustaba. Aquí tuvo diversas ocupaciones ocasionales, casi siempre mal pagadas y, como él mismo dice, “por supuesto, sin asegurar”. La penuria se manifestó en toda su crueldad y se quedó sin empleo. Nadie le llamaba ya. Su estado de ánimo fue decayendo en la medida que lo hicieron sus reservas, y un 23 de noviembre de 2009 se trasladó a Langreo. Desde entonces mendiga en las inmediaciones de un supermercado, provisto de una mochila y alguna bolsa que constituyen todas sus pertenencias.

Dentro de lo penoso de su situación, Tomás es amable y cordial. Educado y conversador, es fácil verle charlando con cualquier cliente del establecimiento o con gentes que pasan por la calle. A muchas los conoce por el nombre de pila. “No me importa que alguien que me vea a menudo no me trate o me mire por encima del hombro. Nadie está obligado a hacerlo y menos a darme una ayuda”, me dice. “Sin embargo, con ayuda o sin ella, hay gente que me da muy buen rollo. Los langreanos me gustan, son gentes cordiales y sin ningún tipo de ánimo discriminatorio con nosotros. Aunque en algunos lugares he pasado verdaderas dificultades, aquí no he pasado la miseria que en otros sitios, pese a que tenga muchas necesidades”. Es evidente que habrá pasado por malos días, como todos, pero lo peor es la noche. “Esa me la como yo solo”, asegura. Por el día se siente más acompañado.

Haga frío o calor se pasa ocho o diez horas en pié frente a la puerta del super y desde hace tres meses duerme a la intemperie. Antes tenía un amigo en Oviedo que le daba cobijo, pero le trasladaron en el trabajo y se ha quedado con las estrellas por techo. “La verdad es que soy un poco dejado porque no voy a los servicios sociales como sería mi derecho y, estando empadronado aquí hace unos meses, tampoco he solicitado el salario social. Quizás sea porque aún no tengo esa resignación y mantengo la esperanza de que algún día encuentre un trabajo. Salvo escanciar sidra, conozco bastante bien la hostelería. No es que sea un fenómeno, pero se cómo trabajar”. Mientras me dice esto no puede contener una lágrima. “Lo que pasa es que a medida que pasa el tiempo mi estado de ánimo va a menos, aunque hay días mejores, evidentemente.” Procura hacer la misma vida que cuando trabajaba. Si un día puede tomar un café o un vivo lo hace como cualquiera, sin guardarse, pero no es de botellón como hay alguno.

Le pregunto por el movimiento 15-M, por los “indignados” y me responde que él también es un indignado, justamente por su situación. “Si de lo que se trata es de reivindicar trabajo, estoy con ellos. Por lo demás no tengo muy claro qué es lo que piden. El movimiento me parece bien, pero no para pedir o hacer locuras.”

Para terminar le ofrezco un espacio para manifestar lo que quiera y me dice: “Lo digo sinceramente, si me dirigiera a los langreanos para pedir algo no sería justo. No me cuadra. Eso sí, solo quiero agradecerles su acogida y su generosidad”.

Cuadernos estivales-I

domingo, 3 de julio de 2011

ESTRATEGIA CHINA


Solo para reducir el tiempo invertido en recorrer la distancia entre dos puntos de una misma ciudad, los chinos -los de China- han construido sobre el mar el puente más grande del mundo. Las cifras son mareantes. Verán, rápidamente: 5.200 columnas, 450.000 toneladas de acero y 2,3 millones de toneladas de hormigón. El agua ya estaba allí. Eso que ahorraron, porque ya me dirán, si no tienen agua ¿para qué quieren puente? Tardaron cuatro años en construirlo y en él participaron más de diez mil obreros que se dividieron en dos equipos -unos eran del Madrid y los otros del Barca- que trabajaron desde cada extremo hasta unirse en el centro, hecho que se produjo recientemente. Aquí fueron muy finos los orientales, lo cuadraron sin sesgo alguno. Al milímetro. Porque se dan cuenta lo que hubiera pasado de no juntarse… Aunque bien mirado y desde un punto de vista práctico por el precio de uno hubieran tenido dos. Bueno, el caso es que cuadró. A lo que vamos, se gastaron 2.300 millones de dólares para 42,5 kilómetros de largo. Aquí por poco menos que eso somos capaces de hacer un soterramiento aunque, evidentemente, no es lo mismo hacer un agujero en la tierra que hacerlo en el mar. Ye mucho más difícil, ho. ¡Qué vas contame! A ver, ¿cómo se arreglaron pa hacer los 5.200 buracos pa meter les columnes sin que se yos inundaran?, ¿eh?, tu que yes tan listu. Porque son chinos, gunsumadre. Y tienen estrategia. ¿No ves que estos ya jugaben al ajedrez haz polo menos un millón de años? Estrategia ye la palabra.

Y hablando de chinos y de estrategia, resulta que estuvimos a punto de entrar en conflicto con el gigante asiático. Como siempre que suceden cosas de este tipo, fue hace unos días en Pola del Tordillo. El caso es que llegó al lugar una familia oriental y solicitó licencia municipal de obras para abrir un bazar de esos donde venden de todo a precios de risa. Cuando la solicitud se sometió a información pública, el tendero del pueblo alegó que allí no vendía nadie más que él. “Y sobre todo los chinos, que estos son capaces de copiar les madreñes y el anís de guinda, y yo no soy racista”, concluyó. A falta de más argumentos en mi Pola declararon la guerra a la República Popular, representada por aquella pareja con dos churrumbeles que habían tenido que emigrar por culpa de un preservativo defectuoso fabricado en Taiwán. En reunión previa, como las de ahora entre los peperos y sus disidentes -que no los van a tener solo los chinos, aquí también los hay-, los contendientes valoraron sus fuerzas. En el Tordillo disponían de dos policías municipales con un “nueve corto” que se repartían, un camión de bomberos sin personal a su servicio y el Seat Marbella del Alcalde. Nada de submarinos, F18 ni misiles tierra-aire. Los más parecido los petardos que habían sobrado de la noche de San Juan. Huelga decir que lo de Chun-Li resultó apabullante. Después del petit comité los del Tordillo decidieron darles la licencia. “Que conste que solo es porque no tenemos bastante espacio para tantos prisioneros”.

Esa es la estrategia de los chinos: cantidad a lo bestia. Ahora que empieza el verano, no está mal que lo sepamos. Así que cuidado con ellos.

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