martes, 12 de julio de 2011

GOLIATH Y LA HUERTA



El pasado mes de junio hizo tres años que pasó a caja. Con sus 58 años Ángel Calvo García empezó bien joven a trabajar como pinche en una conocida firma de piensos y productos agrícolas de Sama, luego fue conductor y repartidor en la misma casa. Más tarde estuvo trabajando con maquinaria pesada, con excavadoras en Navarra, en las minas de potasa, hasta que en diciembre del año 78, después de cumplir con la patria, entró en HUNOSA donde permaneció hasta febrero del 98, año en que se prejubiló con 45. En la mina empezó desde abajo. De guaje, a ayudante de barrenista, a barrenista y de ahí a minero de primera y a vigilante, donde estuvo los tres últimos años de su vida laboral. No hay más categorías. Para lo demás hay que estudiar. Eran otros tiempos, con más plantilla. “Desde entonces se prejubilaron muchísimos mineros y muy posiblemente ahora en verano lo hagan los últimos”. Cree que hoy día se dedican a explotar las capas que dan carbón, de ahí lo reducido de la plantilla, cuando además todo está mecanizado. “Reducen plantilla, aumentan maquinaria y producción”, afirma.

Le preocupa mucho la situación de las cuencas mineras. Está convencido que nuestra juventud no tiene ningún futuro si no se prepara. “Yo tengo un chaval que tendrá que irse afuera porque para lo de él, en la rama de documentación sanitaria, no hay nada en Asturias. El SESPA no lo tiene homologado. No es que quiera tener el trabajo al pie de casa, pero tampoco fuera de nuestra región. Aquí, quitando la rama de hostelería y alimentación, hay que buscarse el trabajo fuera”. Cree que todas esas empresas que se instalaron en la zona bajo el paraguas de las subvenciones y de los fondos mineros, hincharon las plantillas para recibir más dinero de lo que hubiera sido necesario y ahora se encuentran en la calle. “Todo para enriquecer a unos pocos”, se lamenta. “Al final queda lo que había, menguado y reducido. Quedan pocos pozos operativos, la Duro se va, desapareció el Lavadero de Modesta… Y todavía los hay que quieren destinar esos terrenos a viviendas. ¿Quiénes las van a habitar? Deberían de hacer un polígono industrial, aunque contamine. En resumen, lo único que hemos conseguido en tantos años es limpiar el Nalón y acabar con los humos. No hay humos no hay industria”, dice convencido. Cree que las cuencas disminuyeron su población porque mucha gente que era de afuera, al jubilarse regresó a su pueblo de procedencia al no encontrar aquí futuro para sus familias. “Algunos de los que somos de aquí hemos buscado algo en que ocupar nuestro tiempo. Muchos dicen que se pasan el día en los bares porque no tienen nada que hacer y se deprimen. A mi lo que me deprimía, y mucho, era el martillo, la oscuridad y la sordidez de la mina. Yo ocupo mi tiempo entre la huerta y mi perro. Eso no me causa ninguna depresión. Es más, yo antes bebía como un cosaco y, ahora, gracias a Goliath y a la huerta de Les Pieces hace años que no bebo nada".

Goliath es un buen nombre para este enorme mastín con hocico de pastor alemán. Es media vida para Ángel. Aunque él vive en Sama, todos los días, a primera hora de la mañana, sube a verle a su finca de Les Pieces, lo mima y habla con él, se transmiten las novedades. Cuando vuelve a Sama quienes lo conocemos nos enteramos de las últimas aventuras del gigante cánido que, en gran medida, se parece a su dueño. Pero Ángel, que es un buenazo, tiene también un gato al que le estuvo buscando las partes hasta hace poco. Le extrañaba que no entrase en celo y se comportase como una chica. Por lo de las hormonas. Un buen día, el veterinario le desengañó. “Mírale los testículos”, le dijo. “Cuatro años con él, y pensando que era ella. Tiene veinte años y ahí sigue, el puñetero”.

Orgulloso de su vida, de su familia con una hija pianista y un hijo virtuoso del violín que formó parte de “Deua Dubra”, grupo de música celta que tuvo su importancia hace cinco o seis años, y sobre todo con Goliath y su huerta, Ángel es un hombre del Nalón, jubilata y feliz con lo que tiene. Que lo disfrute muchos años.

Cuadernos estivales-II

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