lunes, 6 de abril de 2015

APEGOS



Lo difícil de abandonar las constumbres

La verdad es que uno cambia poco, o nada. A estas alturas son los tiempos los que cambian, y cómo.
A casi todos nosotros, los de infantería, nos pasa algo parecido cuando llegamos a una cierta edad. Le cogemos apego a algo y no hay rediós que nos haga cambiar de idea. Somos de piñón fijo, que diría el de las bicicletas. Cuando le doy a la tecla tengo por costumbre utilizar un folio y un rotulador para ir tomando notas a medida que me vienen las ideas a la mollera para que luego no se me vaya la olla. Un folio de los de siempre y un rotulador azul de trazo grueso -que ya toy medio cegaratu- marca El Pollo, modelo XL, de los que tenía dos docenas que compré de saldo en una feria. Duraban los condenados pero, como todo se acaba, resulta que el otro día el último que quedaba lo metí sin tapar en el bolso de la camisa y se descargó, dejando la prenda y al “prenda” hechos unos zorros. Lo de la tetilla izquierda se quitó con un buen fregáo, pero lo que es la Ralf Lauren fue de frente a la basura, con el cariño que la tenía. Sin embargo me disgusté más por lo del último Pollo, así que me fui a la librería a comprar media docena y me dice la dependienta que esa marca ya no está en el mercado, que ha quedado obsoleta, y me ofrece otro rotulador, marca El Pitu, que es más moderno, escribe para arriba y tiene aire acondicionado. “Está más in”, afirma. “Además tiene capuchón de seguridad y no descarga ni mancha las camisas de marca”. ¡Hay que joderse! “Mire señorita, llevo toda la vida escribiendo con mi Pollo azul de trazo grueso y eso es lo que quiero. Yo soy de los de antes y estoy out, pero quiero el Pollo y no el Pitu, ¿capisci?”.  Y la pava a lo suyo. Que si el que quiero ya no lo fabrican y éste es más ergonómico, mola mazo y es el novamás de los novamases de los rotuladores. Total que no me quedó otra que llevarme un Pitu para probar, salir del apuro, y de paso esperar a otra feria para ver si algún anticuado como yo aún tiene stock de El Pollo y comprárselo entero. Yo en mis trece y sin bajarme de la burra. Fíjate tú que cuando tengo algún acto social que requiere la corbata, me pongo una verde clara con dibujos de cadenas, encadenadas, claro. Como cuando Felipe González. Aunque la mandakari me diga que use la granate de topos amarillos que me puso por Reyes. Y es que como lo antiguo no hay nada. Aunque se corra.

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