sábado, 25 de abril de 2015

EN UN LUGAR DE LAS CUENCAS

La prolongación del día del libro




Hoy me levanté con los cables cruzados. Con la idea de mear mala leche y tinta envenenada. Pero,  después de un par de cafés y una caja de donuts, mejoré. Así que, antes de que se me pase la mejoría, voy a contarles una primicia que Duke me propuso. Termino de hacer taitantos. Como lo oyen, oiga. Y para celebrarlo me he propuesto escribir una novela de caballerías que pienso titular “Donde se narran las andanzas del célebre caballero Don Pepote de Langreo”, o así, y del que ya he escrito los primeros párrafos que empiezan aquesta manera: “En un lugar de las Cuencas de cuyo nombre  ya no se acuerda ni el Gran Facedor vivía…”. No sigo porque va a ser un bestseller y tienen que comprarlo para enterarse del resto. Y no vayan a pensar en Cervantes, no. Lo que pasa es que, aprovechando la celebración de su óbito hace cuatrocientos y pico, que coincide con mi entrada en esta puta vida unos años más tarde, he pensado que no estaría nada mal escribir las lides y gestas de un paisano con sombrero que nunca estuvo en Lepanto, ni quedó cojo de un brazo ni manco de un pie, ni dejó sus asaduras y osamenta hechos polvo de piedra pómez para que en los años venideros -que ya son muchos- los villanos y plebeyos le rindieran honores y pleitesía en un convento de Madrid o El Toboso, como si lo hubieran conocido de toda la vida y leído el libro que escribió con una pluma de ganso y tinta de calamar a la mortecina luz de una vela de esas que ahora venden los chinos (China entera no tiene velas bastantes para alumbrar tanto ingenio), cuando en realidad sólo lo leyeron tres o cuatro pringáos y desocupados que no hicieron otra cosa en su vida que leer tochos como ese, o los de Tolstoy y Victor Hugo, o la saga de Harry Potter y el Capitán Alatriste. Vervigracia. Que los demás que van allí, a las Trinitarias, sólo es para hacerse la foto, el selfie o una paja mental. A lo que iba, que el libru que ya estoy escribiendo no va a vendese mucho (eso ya lo se) porque entre otres coses va tar en bable y eso no hay Gran Facedor que lo traduza, o como redios se diga. Porque el diccionario de la llingua ta sin acabar tovía. Tan trabayando n’ello. Así que no va vendese na más que en algunes libreríes asturianes, los mercáos de les Cuenques y en el Folner de Pola del Tordillo. También tengo ya escritu el final: “Acabose”. Quédenme les cuatro mil trescientes págines del medio. Pero eso ye coser y cantar.

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