Los problemas que nos dan los Bolivarianos
No todos los venezolanos son conductores de autobús, ni mucho
menos gilipollas. Pero lo de éste ya clama al cielo. El Gran Nicolás, el que
está haciendo bueno a su mentor y antecesor, el extinto Hugo Chávez “Por qué no
te callas”. Finalizada recientemente la Cumbre de las Américas en Panamá en la
que el encuentro entre Raúl Castro y Obama fue el centro de atención de medio
mundo, llega el pavo y se descuelga acusando a Rajoy de lodos los males que
padece su país. “Rajoy, rajado, racista…”, y al Congreso de los Diputados que
vayan a opinar de su madre por haber aprobado una proposición no de ley para
pedir la liberación de los presos políticos venezolanos. Y tal. No tenía
bastante con meterse con el presidente de los hijos del Tío Sam que ahora lo
hace con los descendientes de Don Pelayo. Y claro, aquí pillamos unos cabreos
del copón. Asuntos Exteriores llama al Embajador caribeño y, a través del Director
General de no se qué -porque el Ministro estaba con sus majestades en
Bruselas-, en diez minutos le despacha con la protesta diplomática de rigor y
con un mensaje para el baranda. Algo así como: “Ya puedes ir a vender tu
petróleo a Irán o a la madre que te parió”. Así de simple. Su homónima
venezolana hizo lo propio con nuestro embajador allí y es de suponer que
también le haya puesto las peras al cuarto. De manera que las empresas
españolas radicadas en Venezuela estarán temblando en espera de que los
caribeños las expropien y arrojen al Orinoco a sus directivos para engorde de
pirañas. Porque el Conductor de aquello ha dicho que habrá sanciones políticas,
económicas, sociales y mediáticas para España. ¡Gunmimadre, Rafa. ¿Penalty y
expulsión?!
Lo de este presidente del chándal de colorines me recuerda a
un langreano de Langreo que cuando estaba un poco mamado se metía con la tropa.
Pero lo hacía con los más fornidos, mineros de arranque o legías de degüelle y
escabeche. Él, que no levantaba dos palmos del suelo. Y, claro, cuando daba con
alguno con malas pulgas acababa con un ojo morado y dos dientes colgando. Hasta
que se quedó sin ellos. Pues esto mismo deberían de hacer con Nico los
españoles y americanos. Mandarle un Rambo que calme su chulería con un par de
hostias bien dadas. Después que actúe la diplomacia.
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