miércoles, 7 de julio de 2010

TIEMPO DE POESÍA


Escribe como quien habla. Su prosa y sus poemas son tan consustanciales a él como lo es su propio sombrero. Lo hace desde su juventud de forma autodidacta. Observador de la vida cotidiana y de las circunstancias sociales del momento es autor de más de medio centenar de libros donde predomina el ripio, no desprovisto de sorna y acidez. Al tiempo que se publica este perfil que ustedes tienen en sus manos, también ve la luz su último libro “La fuente de los cuentos”, de temas astures, leyendas y romances. Es el mejor conocedor de la figura y la obra del poeta gijonés Alfonso Camín. Nacido y residente en Pola de Laviana, a pocos de ustedes les pasará desapercibido este hombre conversador e ingenioso que es Albino Suárez Cortina.

Aún no tenía dieciséis años cuando tuvo que cambiar su fecha de nacimiento para poder entrar en la mina, Pero ya estaba trabajando desde los doce machacando grava con los pies en la carretera de La Faya los Llobos. No tenía calzado y utilizaba trapos y sacos atados a los pies con un alambre. No tuvo ni tiempo ni posibilidades de ir a la escuela y eso hace impensable que, ya desde muy joven, adquiriera una gran pasión por la lectura: Bécquer, Espronceda, Campoamor…, hasta que siendo un chaval fornido conoció a Alfonso Camín a través de Emilio Martínez que le había conocido en Cuba. Le escribió y no había pasado un mes cuando recibió una carta certificada donde le contestaba y le anunciaba la llegada, en correo aparte, de una serie de números de la Revista Norte y algunos libros. Ahí ya notó un rasgo de desprendimiento en este personaje al que llegó a descubrir, más tarde, como el poeta más grande de la lengua castellana en el siglo XX. “Si Alarcón de Icaza tiene un monumento en Granada sólo por aquellos versos de “dale limosna mujer que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada”, Camín debería de tener uno en cada esquina, en cada plaza de Asturias”. Luego le conoció personalmente y tuvo una gran relación con él. Hoy lamenta no haber grabado ninguna de las muchas conversaciones que mantuvo con Camín.

Albino se autoedita, es decir paga de su bolsillo la edición y publicación de sus obras. Tiene un libro del que se habría hablado si hubiera sido publicado en otro lugar. “La pena es que cuando se habla del Nalón o del Caudal la gente se cree que solo se trata de Langreo o de Mieres, y no es así”. Se siente socialista, republicano y desconfía de la Iglesia y, sobre todo, de la clase clerical. “Yo quiero que Monseñor Camino me excomulgue, porque estoy de acuerdo con el aborto. Lo que pasa es que no te dejan ni apostatar, apartarte de la Iglesia, porque al final todo son problemas. Tienen demasiado poder, pero que dependan de sí mismos y que nos dejen en paz a los demás, a los que no creemos como ellos dicen que creen, que yo lo dudo algunas veces. El mundo tiene un montón de millones de años y Jesucristo sólo dos mil. ¿Dónde estaba antes?”. Cree que la memoria histórica no debe de permanecer enterrada e ignorada en tanto que otras memorias están honradas y enterradas y que desenterrar esta memoria es homenajear la vida de nuestros antepasados que fueron, muchas veces, víctimas injustas, sin más delito que tener un sentimiento político. “Si unos, habiendo sido vencedores, están identificados y con todos los honores, ¿por qué muchos de los vencidos no gozan de ese derecho? Ahora hay un disparate tremendo con Lorca. Pero bueno, ¿qué familiares son esos que no permiten su identificación? Lorca es ya un mito. No es patrimonio de sus familiares sino de la cultura universal que quiere saber si está ahí, o dónde está”.

Se siente realizado con lo que hace, orgulloso con dejar algo escrito y por ello le gustaría ser recordado: “Y como el ayer pasó/y el ahora pasa, siento/que lo que ardía…quemó/y que alguno como yo/ya lo está llevando el viento. /Pero no importa, la fe/de la juventud primera/sigue y late y lo que fue/yo no se de qué manera/pero se conserva en pie…” (Albino Suarez).

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