José Antonio Fernández-Carabín y González es un veterano abogado de la Cuenca del Nalón. Natural del Valle del Nalón, como él dice, casado y con tres hijos, fué profesor de Francés en el Instituto del Entrego y de Derecho Mercantil en la Universidad de Oviedo. Carabín, como le llaman sus amigos, es comprometido, luchador, culto, cordial y de una vehemencia fuera de lo común. Pocos conocen nuestra historia como él.
Como jurista piensa que la sociedad no es justa. Nunca lo fue y esto no tiene remedio, porque para que haya una justicia, que es un ideal inalcanzable, haría falta que el ser humano no tuviera defectos, que no hubiera ambiciones. Hay gente que está en la sociedad y no tiene guía moral ni de ningún género, gente que se aprovecha explotando a los demás, como ocurrió en algún caso con la gente que emigró a América. A la vista de la magnitud de algunos capitales que trajeron, sabemos que fueron obtenidos con opresión y, a todas luces, sin empleo de la justicia. Se piensa mucho en uno mismo, eso nos lleva a rodearnos de comodidades a buscar la riqueza como único objetivo y vemos que ni aquéllos que son primera fila en lo económico tienen felicidad porque la ambición los corroe.
Sobre el papel de la mujer en nuestra sociedad cree que la mujer tiene que emerger en razón de sus méritos, pero hay que darle espacio y no tenerla como algo raro que haya que soportar porque la ley lo diga; esto tiene que ser un convencimiento. Ocurre lo mismo en los matrimonios, o en las uniones a ellos asimilables, en que las mujeres son una especie de víctimas, aunque. Excepcionalmente, también hay hombres que lo son. Las mujeres están, hoy día, equilibrando una injusticia histórica que se hizo con ellas.
Cree que la educación en el conocimiento de las religiones es fundamental. “Jean Jaurés fue fundador del Partido Socialista Francés y del diario L'Humanité y, sin tener ninguna creencia religiosa escribía a su hijo una carta en contestación a una petición que éste le había hecho para que le enviara un justificante que le eximiera de la asistencia a sus clases de la asignatura de Religión. La carta es todo un tratado y es aleccionadora, con todo un recorrido histórico. Jaurés le dijo a su hijo que estudiara la historia de las religiones y que cuando fuera un hombre, cuanto menos, mayor de edad y con conocimientos sobre el tema, tomara su decisión, pero lo que él quería jamás se lo daría como justificante para apartarle de tales conocimientos”.
Es partidario y defensor a ultranza del ayuntamiento único. “Ahora en un cuarto de hora se va desde La Felguera hasta Laviana y cuando estamos enlazados por razones diversas, vínculos matrimoniales, de amistad, laborales y empresariales, somos todos uno. No hace falta borrar la identidad de cada población, ni su propia cultura, pero creo con toda convicción en ello, y estoy dispuesto a arrimar el hombro y luchar defendiendo esta idea, que es una necesidad, porque esto se está arrugando y la gente se va de aquí. Esto debería de encabezarlo gente joven, pero es que la gente joven, en cuanto se prepara, se marcha”.
Dice no ser el único que cree que el alcanzar la felicidad se consigue intentando, dentro de lo posible, hacer felices a los demás, a quienes viven dentro del mismo entorno. Cree que uno tiene que empezar defendiendo su feudo, su propia familia, sus hijos, pero que tenemos que dar mucho a los demás, el sentimiento, la simpatía, algo que no cuesta nada, la sonrisa y la ayuda en lo que se pueda. Hay que ayudar a los demás y darles buen ejemplo porque no valen solo bonitas palabras.
Créanme que José Antonio predica con el ejemplo.
Como jurista piensa que la sociedad no es justa. Nunca lo fue y esto no tiene remedio, porque para que haya una justicia, que es un ideal inalcanzable, haría falta que el ser humano no tuviera defectos, que no hubiera ambiciones. Hay gente que está en la sociedad y no tiene guía moral ni de ningún género, gente que se aprovecha explotando a los demás, como ocurrió en algún caso con la gente que emigró a América. A la vista de la magnitud de algunos capitales que trajeron, sabemos que fueron obtenidos con opresión y, a todas luces, sin empleo de la justicia. Se piensa mucho en uno mismo, eso nos lleva a rodearnos de comodidades a buscar la riqueza como único objetivo y vemos que ni aquéllos que son primera fila en lo económico tienen felicidad porque la ambición los corroe.
Sobre el papel de la mujer en nuestra sociedad cree que la mujer tiene que emerger en razón de sus méritos, pero hay que darle espacio y no tenerla como algo raro que haya que soportar porque la ley lo diga; esto tiene que ser un convencimiento. Ocurre lo mismo en los matrimonios, o en las uniones a ellos asimilables, en que las mujeres son una especie de víctimas, aunque. Excepcionalmente, también hay hombres que lo son. Las mujeres están, hoy día, equilibrando una injusticia histórica que se hizo con ellas.
Cree que la educación en el conocimiento de las religiones es fundamental. “Jean Jaurés fue fundador del Partido Socialista Francés y del diario L'Humanité y, sin tener ninguna creencia religiosa escribía a su hijo una carta en contestación a una petición que éste le había hecho para que le enviara un justificante que le eximiera de la asistencia a sus clases de la asignatura de Religión. La carta es todo un tratado y es aleccionadora, con todo un recorrido histórico. Jaurés le dijo a su hijo que estudiara la historia de las religiones y que cuando fuera un hombre, cuanto menos, mayor de edad y con conocimientos sobre el tema, tomara su decisión, pero lo que él quería jamás se lo daría como justificante para apartarle de tales conocimientos”.
Es partidario y defensor a ultranza del ayuntamiento único. “Ahora en un cuarto de hora se va desde La Felguera hasta Laviana y cuando estamos enlazados por razones diversas, vínculos matrimoniales, de amistad, laborales y empresariales, somos todos uno. No hace falta borrar la identidad de cada población, ni su propia cultura, pero creo con toda convicción en ello, y estoy dispuesto a arrimar el hombro y luchar defendiendo esta idea, que es una necesidad, porque esto se está arrugando y la gente se va de aquí. Esto debería de encabezarlo gente joven, pero es que la gente joven, en cuanto se prepara, se marcha”.
Dice no ser el único que cree que el alcanzar la felicidad se consigue intentando, dentro de lo posible, hacer felices a los demás, a quienes viven dentro del mismo entorno. Cree que uno tiene que empezar defendiendo su feudo, su propia familia, sus hijos, pero que tenemos que dar mucho a los demás, el sentimiento, la simpatía, algo que no cuesta nada, la sonrisa y la ayuda en lo que se pueda. Hay que ayudar a los demás y darles buen ejemplo porque no valen solo bonitas palabras.
Créanme que José Antonio predica con el ejemplo.
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