Toda la prensa coincide en valorar la unión y el espíritu de grupo de nuestra Selección como lo más positivo de lo que hemos visto este último mes y, asimismo, al tiempo que califica a los jugadores como “buena gente”, algo que también ha dicho el Presidente, reflexiona sobre lo bueno que sería que los españoles tomáramos de ello la debida nota, y que esos chicos excepcionales son un ejemplo para el país. No estaría de más que esa misma prensa -la que representa el señor González Urbaneja- valorase también los méritos y la profesionalidad de sus miembros que, como en el caso de Sara Carbonero, no hacen más que cumplir con su trabajo para mantenernos informados. Alinearse con las manifestaciones de The Thimes que culpaban a la periodista de la pérdida del partido con Suiza, como hizo este señor al calificar como una vergüenza la ubicación de la Carbonero detrás de la portería, es un exabrupto del que, cuanto menos, debería de retractarse. Por lo pronto Duke está convencido de que el beso del portero estaba pensado y fue un acto de desagravio a la periodista. También cree que, si hubieran perdido, habría hecho lo mismo.
Iker Casillas ha sentado un precedente peligroso con ese desagravio. Por muy santo que sea, uno no puede dar un beso de tornillo a quien te entrevista, a traición y ante millones de espectadores, para luego marcharte sin dar más explicaciones. Ser campeón del mundo no te da derecho a eso. Hay que avisar, porque el mejor gol del mundial quedó sin ser retransmitido en directo por los especialistas en ello. Allí deberían de haber estado J.J. Santos, Paco González y Camacho que, emocionados, habrían narrado la jugada: “Gol de Iker, Gol de España. Gol de Iker, Gol de España… Gooool”. Habría sido antológico. En esta ocasión Camacho se hubiera comido el micrófono. ¿Se imaginan? Y aunque es cierto eso de que una imagen vale más que mil palabras, no es lo mismo si falta esa narración vibrante de los expertos. Si no prueben a quitar el volumen de la tele cuando marcan Villa o Iniesta. ¿A que no es lo mismo? Pues eso.
Pero no solo la ausencia de voz es lo que sienta el precedente, sino el beso en sí. Piensen que a partir de ahora, por ejemplo, Fernando Alonso de un ósculo de esos a Antonio Lobato cada vez que éste le pone la alcachofa delante, o que sea Zapatero el que haga lo propio a Angels Barceló o a Matías Prats. No estaría bien que todos anduviéramos por ahí besando a los entrevistadores y entrevistadoras. Los del micro no son de piedra. Además, ¿qué dirían Raquel del Rosario, en el primer caso, o Sonsoles Espinosa, en el segundo, cuando vieran a sus respectivos en la tele osculando al personal de los medios? No les gustaría, y con razón. Cuando saliesen de casa al trabajo les dirían: “que tengas buen día, cariño. Y no oscules a nadie como si fueses un Casillas cualquiera”. ¿Quién se hubiera resistido a hacerlo?
Imágenes obtenidas de Google
Iker Casillas ha sentado un precedente peligroso con ese desagravio. Por muy santo que sea, uno no puede dar un beso de tornillo a quien te entrevista, a traición y ante millones de espectadores, para luego marcharte sin dar más explicaciones. Ser campeón del mundo no te da derecho a eso. Hay que avisar, porque el mejor gol del mundial quedó sin ser retransmitido en directo por los especialistas en ello. Allí deberían de haber estado J.J. Santos, Paco González y Camacho que, emocionados, habrían narrado la jugada: “Gol de Iker, Gol de España. Gol de Iker, Gol de España… Gooool”. Habría sido antológico. En esta ocasión Camacho se hubiera comido el micrófono. ¿Se imaginan? Y aunque es cierto eso de que una imagen vale más que mil palabras, no es lo mismo si falta esa narración vibrante de los expertos. Si no prueben a quitar el volumen de la tele cuando marcan Villa o Iniesta. ¿A que no es lo mismo? Pues eso.
Pero no solo la ausencia de voz es lo que sienta el precedente, sino el beso en sí. Piensen que a partir de ahora, por ejemplo, Fernando Alonso de un ósculo de esos a Antonio Lobato cada vez que éste le pone la alcachofa delante, o que sea Zapatero el que haga lo propio a Angels Barceló o a Matías Prats. No estaría bien que todos anduviéramos por ahí besando a los entrevistadores y entrevistadoras. Los del micro no son de piedra. Además, ¿qué dirían Raquel del Rosario, en el primer caso, o Sonsoles Espinosa, en el segundo, cuando vieran a sus respectivos en la tele osculando al personal de los medios? No les gustaría, y con razón. Cuando saliesen de casa al trabajo les dirían: “que tengas buen día, cariño. Y no oscules a nadie como si fueses un Casillas cualquiera”. ¿Quién se hubiera resistido a hacerlo?
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