miércoles, 3 de mayo de 2017

ESTOY EN EL RECON

De octubre de 2013.



Veintiocho años llevo sin perderme ni una sola ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Evidentemente por la tele. Aunque lo cierto es que me gustaría presenciar en directo ese magnífico acontecimiento que hace que nuestra tierra sea conocida a lo largo y ancho del orbe. Aún hay algunos que no conocen a Duke y de esta forma aprovecharía para presentarlo en sociedad. Me fascina ese protocolo. Salida del hotel, llegada al Campoamor, poses para la foto, saludas a las autoridades, acto de entrega en sí, himno de Asturias y hasta el año que viene. Todo cronometrado al segundo y con puntualidad británica. Con esto de los premios me ocurre lo mismo que con el Festival de Eurovisión, siempre lo veo. La verdad es que me da igual quien cante por Spain y si las canciones merecen o no la pena, que casi nunca la merecen. Pero lo de las votaciones me chifla, eso de yunaitekindon chú points, ruayón uní dé puá, me pone. Al final siempre ocurre lo mismo, es decir Spain saca quince o dieciséis puntos entre los que recauda de Andorra, Portugal y algún deudo más, y queda entre las últimas, pero es igual, me encanta el Festival, aunque no estoy muy de acuerdo con nuestros jurados que siempre dan la máxima puntuación a uno de esos países bálticos o balcánicos que siempre ganan. No, si a listos hay pocos que nos ganen, y a gilipollas menos aún.

Pero de lo que he venido a hablarles hoy es de nuestros Premios, de su grandeza, del funcionamiento perfecto del protocolo, de las sonrisas de S.M. la Reina y las complicidades de S.A.R. los Príncipes. De la cara de aburrimiento de Areces, Trevín, Gabino y compañía, los pigazos de Fraga y la adustez de Garrigues Walter. Del encanto y belleza de Ysinbayeba y nuestra María Neira, y del señorío de Margaret Chan o Norman Foster. En fin, todo lo que rodea a este acto es de un interés y una plasticidad total. Pero de todo ello, lo que más me interesa son los resúmenes que nos dan las cadenas de televisión en las noticias de las nueve, cuando ya hace más de una hora que el acto ha terminado y la gente está haciendo lo que más le gusta que es comer, beber y, sobre todo, salir en la tele. Y a eso quería referirme. Como ustedes saben casi todas las cadenas emiten sus telediarios desde el ágape que da la Fundación en el patio del antiguo Hospicio. Pues bien, ¿se han fijado que delante de las cámaras y detrás de los presentadores siempre pululan un sinfín de invitados que hablan por su móvil con no se quién? Dirán ustedes, ya está Duke otra vez con el móvil a cuestas. Pues sí, hablan o hacen que hablan porque con el barullu que hay allí poco oirán a sus presuntos interlocutores. Vean la conversación de una dama langreana :

  • Puri. Hola, soy Mari, ¿qué tal?, ¿estás viendo la tele?. Pon la TPA ( ). ¿Vesme?. Espera, voy correme un poco a la izquierda. ¿Vesme ahora?, toy saludándote con la mano. Vale, no me muevo. Estoy en el Recon. Sí boba, ye que el jefe de Pepe dio-y dos invitaciones y pa no quedar mal con él vinimos, ya sabes, por compromisu. ¿El traje? No, ye el que llevé a la comunión de la neña. Si ves a los Príncipes… Ella ye toa tacones y un poco ruina, pero él ye altu y saláu…¿Qué si los ví de cerca?. No, vilos en un monitor que pusieron por aquí (imagínense la cara de Puri). Al que sí ví ye a Luis del Olmo, no creía que era tan antipáticu, fía. Dije-y que lu escuchaba to les mañanes desde haz un añu, diome les gracies y ni miró pa mí. Pues ahora cámbiome pa Federico, por presumíu. Na, del resto de los invitaos no conozco a casi nadie, pero ye to pijerío. Elles toes peripuestes dando besos o tol mundo, como si los conocieran de to la vida, y ellos paquí y pallá de una tertulia a otra. No vuelvo más. Oye, cambia pa la primera que voy pallá. Ta lueguín.

Les confieso que ese día me fijo más en las Maris y en los Pepes del móvil que en las noticias que nos dan los presentadores. Son todo un espectáculo.

Marcelino M. González

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