martes, 1 de diciembre de 2009

OIR O ESCUCHAR, ESA ES LA CUESTIÓN


En este país donde todos y todas, o casi todos, estamos al corriente de las aventuras y desventuras de Isabel Pantoja, Belén Esteban, los Ordoñez y Lucero del Alba; donde a todos y todas, o casi todos, nos preocupa más lo que hace el vecino de al lado, y también la vecina, que lo que a nuestro propio hogar y familia pueda afectar; cuando, en definitiva, nos preocupa más lo que piensen de nosotros que lo que pensamos de nosotros mismos; cuando eso ocurre en nuestro país, a nadie extraña que todos quisiéramos tener un servicio de escuchas telefónicas. Sería la pera llegar a nuestra casa un día cualquiera después de una tertulia sidril y, mientras ponemos verdes a todos nuestros contertulios, poder disponer de micros, cámaras y toda la parafernalia instalados en sus casas, para poder ver y oir cómo nos ponen verdes a nosotros. Vean:
- “Fijástete lo que engordó Puri y la camisa que traía, marcando to los michelines”. “¿Y les arrugues que-y salieron?, además veíense-y to les raíces del pelo. Ya decía yo que hacía tiempu que no la veía por la pelu”.
- “Mujer, si la viste la semana pasá…”.
- “Pues no me dí cuenta. Iría mejor prepará”.“Cariño, no me digas que estoy así yo”.
- –“No cielo, ¿cómo vas a estalo?.
Algo similar a esto que Puri acaba de oir con sus micros espía instalados en casa de Lola termina de ocurrir allí mismo, porque esto de la tecnología punta es la hostia y, evidentemente, Lola no es tonta y ha hecho lo propio en casa de Puri. Como consecuencia de ello, Lola también tiene un culo como un pandero y en sus arrugas podría plantarse toda una cosecha de guisantes. Así es la vida en este país, queridos amigos. ¿Por qué, entonces, se extrañan ustedes del asunto del SITEL?, de esas escuchas que, dicen las malas lenguas de los peperos, San Alfredo Perez Rubalcaba tiene puestas en sus sedes, sus domicilios y sus letrinas.

Pero, vamos a ver señora Cospedal, ¿por qué le molesta a usted que los oiga Don Alfredo?, si al fin y al cabo es lo mismo que ustedes cuentan en la tele, en la radio y en todos los medios. Pa oir lo mismo no meréz la pena gastar una pasta en poner micrófonos. ¿O ye que en privao llámenlos guapos, listos y honraos? A mí parezme que no, la verdá. A lo mejor lo que pasa ye que están preparando una estrategia de última generación, supermeganovedosa, pa solucionar esto del paro y la crisis, y también pa evitar que nos vuelvan a trincar un barcu en el Índico. Pero, no creo yo que vaya a ser por eso. ¿Entós por qué-y jode, doña Lola?. Otra cosa ye que los escuchen, que ye de lo que tienen miéu. Si los escuchen puén dase cuenta que tos esos cuentos que cuenten son mentira y que los de la su tropa están en Babia. Sí, en Babia, como aquel rey que tenía revolucionada la capital y el reino entero y, sin enterarse, se dedicaba a cazar en esa comarca leonesa. Y si de verdad los escuchan, a lo mejor se tumban a la “bartola”. Más de lo que ya están. Además, querida Secretaria, ¿no sabe que ellos funcionan exactamente igual que funcionan ustedes?, oyen cuando quieren oir, pero nunca escuchan cuando hay que escuchar. Hace unos días me encontré una oreja que aún guardo para quien la reclame. No se si es suya o de los otros, aunque creo que es una oreja compartida (Terciopelo azul, LNE 5 de noviembre). Por otro lado, y para terminar, doña Dolores, confiese usted que para lo que hay que oir, o escuchar, de todos ustedes, los políticos, merece más la pena ser como los monos de Gibraltar, sordos, mudos y ciegos. Porque sintonizarse a un dial de radio o televisión, cualquiera que sea, o desplegar las páginas de cualquier periódico, igual me da, es para leer, ver o escuchar las mismas cantinelas y milongas que venimos padeciendo desde hace años. Ciertamente antes era más entretenido. Cambien el chiip y sean algo más originales, aunque, para no variar, solo sea para mentir.

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