El Princesa de Asturias.
En física, una onda gravitacional es una ondulación del
espacio-tiempo producida por un cuerpo masivo acelerado. Son una consecuencia
de la teoría de la relatividad general y se transmiten a la velocidad de la
luz. ¡Toma castaña! ¿Enteráisteisvos de algo?, yo no. Pués parezme a mí que
esos del jurado que concedieron el Premio Princesa de Asturias de Investigación
Científica a les ondes estes que descubrieron tres fenómenos dentro del
Proyecto LIGO tampoco se enteraron de na, porque resulta que si ya la teoría de
Einstein sólo la entendía él mismu y sus circunstancies, el descubrir esto de
ahora que confirma lo otro de antes no deja de ser un descubrimiento puestu en
tela de juiciu, y tal. Fíjate tú que, creo yo, que ni Carlos López Otín que,
dicho sea de paso, sí es un verdadero fenómeno, lo entiende muy bien. Y él, que
era el candidato al premio preferido por todos los asturianos, explica las
cosas con tanta claridad que hasta lo más desconocido, farragoso e intrincado,
resulta tan fácil de comprender que cuando le oímos hablar con esa sencillez y
naturalidad todos pensamos “¿cómo no nos habíamos dado cuenta antes de ello?”.
Pues un año más ilustre investigador, y sus equipos, se
quedan sin premio por aquello de que nadie es profeta en su tierra, aunque sea
la de adopción en su caso. Lo que pasa es que los miembros del jurado debieron
de pensar que conceder el premio a algo tan abstracto y lejano para los
ciudadanos de infantería viste más que dárselo a quien hace muchos años ha
secuenciado el genoma y aporta novedosos estudios que nos acercan al final en
lo referente a la lucha contra el cáncer y otras enfermedades. Y eso sí lo
entendemos y sirve para algo. Porque, ¿de qué sirve eso de las ondas
gravitatorias y todo ese rollo de física intelectual llena de fórmulas, y la de
su madre?, ¿qué aplicaciones prácticas tiene? Esperaremos a octubre a ver si
nos lo explican con la claridad que lo hace Carlos L. Otín.
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