lunes, 26 de junio de 2017

BURRO GRANDE

Un equipo de investigadores coreanos se ha dedicado a medir la pilila a más de un centenar de coreanitos y han descubierto que su longitud es inversamente proporcional a la relación entre las longitudes de los dedos índice y anular. Esto es, si el dedo índice es más largo, el sujeto la tendrá más pequeña y si es el anular el de mayor longitud, que se preparen las coreanitas. No se si me entienden. Ellos dividen los centímetros del índice entre los del anular y al resultado le llaman ratio. Cuanto menor es la ratio, mayor es el instrumento. El estudio, publicado en una revista andrológica (¿qué diablos querrá de decir eso?), no dice si eso también vale para los occidentales y especialmente para los asturianos, que son los que nos interesan. Por lo pronto, desde que la noticia se ha publicado en un breve de LA NUEVA ESPAÑA, unos andan por ahí exhibiendo sus alianzas y otros con las manos en los bolsillos y el puño cerrado, mientras las féminas ya no miran la entrepierna de los varones, sino sus manos. Es más fácil y más seguro. A ver que ye lo que haces tú marcando paquete si en el deu del anillo no te entra ni una arandela, que parez que solo tienes uña, tío. Vas tener que hacer un alargamientu de deu, al menos pa dar el pegu.

Esto de los tamaños ye la pera. Burro grande, ande o no ande, diz el refraneru. Pues ahora eso ya no vale. La mayoría de les coses grandes pa lo único que sirven ye pa estorbar. No creo yo que hayas visto alguna vez a un corredor de futing con un radiocassette al hombro corriendo por Los Llerones, que va. Antes no podíen correr y oir música a la vez, sin embargo ahora tol mundo lleva un aparatín de esos que se mete en una oreya, corren tranquilos y de pasu entérense de les noticias, escuchen el últimu hitparade o hablen por teléfono con la mandakari, que aprovecha pa encargái los recáos o echái la bronca por dejar la cama sin hacer. Y ye que lo que se lleva ahora son les coses piquiñines, cuanto más pequeñes mejor. Lo que pasa ye que no tás acostumbráu. Por ejemplo, la última vez que saliste a comer fuera pusiéronte una ración de costilles de la virgen y comístelo to, porque yes un fartón. Si fueses un poco más finu y educáu iríes a uno de esos restaurantes que te ponen un platu como el tapacubos de una rueda, y dentro d’él una gamba, una almeja y una flor, bañáos con un chorrín de salsa de perejil pa adornar. Eso ye una ratio, como la de los coreanos, no una ración a lo bestia como les que tú comes. Animal.

Tú haces como los coreanos, divides el pesu de la comida por el del platu en el que te la ponen y cuánto más pequeña sea la ratio mejor ye el restaurante. Seguro que hasta tién tres o cuatro estrelles michelín. Tú hazme casu a mí. Que después llegues pa casa y tienes que freir un güevu, dos chorizos y un balagar de patates… Pues háceslo, pero que vean que tienes clase y yes frugal. Y ya está bien de enseñar tanto eses manos, que pareces una modelo de L’Oreal.

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