martes, 13 de junio de 2017

EL PUÑETERO BOLI



De azulín.



Nada de niquis ni camisetas de esas que traen leyendas por delante y por detrás. Yo siempre uso camisas de manga larga por aquello de usar los gemelos que me regalaron cuando me licencié y, sobre todo, porque traen un bolsillo en la parte izquierda que sirve para todo, oiga. Para el móvil, el boli y los papeles doblados donde anotar las ideas de Duke. Tendré treinta o cien camises con el bolsu esi, casi tóes azules y de to les marques. Pues el casu ye que el otru día la mandakari trájome una de color rosa con rayina blanca. “Pa que cambies un poco, que parez que siempre andes de uniforme”, me dijo. Y como la ropa hay que estrenala los domingos, fue lo que hice, al siguiente púsela con unos pantalones chinos y el mi Panamá. El móvil, el papelín y el boli en el bosu. Taba como un cromu, orgullosu de la nueva imagen de modernidá. Pasaron unes hores entre paseo y algún culete que otru, charlas con Luisinacio y Maripuri y, cuando ya iba de retirada, la gente decíame por la calle que me notaben algo raru. Yo les regalaba una sonrisa y seguía ufano hasta que eché mano al boli para anotar no se qué y veo que tiene el capuchón del revés. Saco los dedos entintados y observo un repegón azul del tamaño de un frixuelu en el bolsu. ¡Gonsumadre!, ya decía yo que el rosa taba hechu pa les moces, lo nuestro ye d’otru color. Así que no podía faltar el toque de mi distinción. ¡Ahora, ¿a ver cómo lo expliques a la santa, macho?! Decidí que nada de explicaciones, que con algo se podía quitar, menos con lejía. Así que consultelo con una amiga que ye muy apañá pa estes coses y díjome que-í llevara la camisa. En una hora, frota que te frota, quitó la mancha con una pasta de leche con bicarbonato, pasoí la plancha, “et voilà”, nueva. Desde entonces uso bolis de seguridad de color rosa para que no se note si se descargan por un descuido. Pero, créanme, mejor los niños de azul y las niñas… guapas de cualquier manera. 


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