No vamos a referirnos al magnate
del espectáculo que hace poco fue agredido en su mansión madrileña,
no. Ya que estamos en verano y, presumiblemente, relajados, hoy vamos
a olvidarnos de penas y crisis para hablarles de algo consustancial a
esta estación, algo que nos preocupa gravemente: el bronceado.
Resulta que estos tiempos modernos que nos ha tocado vivir traen
consigo nuevos males a los que, evidentemente, los especialistas
deben de ponerles un nombre. Así la “Tanorexia” es un término
de nuevo cuño que viene a definir el afán de muchas personas por
adquirir en todo su cuerpo un color cada vez mas bronceado merced a
su exposición al sol, a los rayos UVA, o a lo que pinte, de tal
forma que son individuos que nunca se ven a sí mismos lo bastante
morenos y continúan febril e insistentemente exponiéndose al sol y,
como no, a las consecuencias adversas que el astro rey puede producir
en sus pieles. Hoy día el mundo está al revés: quien tiene un
“haiga” quiere comprarse una moto y el que tiene un ciclomotor
quiere un Ferrari; la mujer que tiene poco pecho quiere ponerse mas,
la que tiene mucho quiere quitárselo y, de igual forma, los blancos
quieren ser negros y los negros quieren ser blancos, sino vean lo que
ya ha conseguido Michael Jackson que ha eliminado quirúrgicamente su
color originario y, con él, todos los rasgos propios de su raza, o
aquel otro que queriendo matricularse en la universidad, cuando le
preguntaron en qué rama quería hacerlo contestó que él quería en
pupitre, como los blancos.
Buscando el sol y en ese ansia del
bronceado los españoles sacrifican su tiempo y su dinero pasando
agobios en los atascos y caravanas para llegar a otro atasco aún mas
grande en las playas de las ciudades veraniegas donde habrán de
soportar temperaturas insospechadas, bañarse en aguas caldosas y
alimentarse con comida basura. Todo en pro de un buen bronceado,
cuanto mas mejor, que a la vuelta, tras sufrir nuevamente los agobios
pertinentes, ante las amistades acredite que han estado en Benidorm,
Marbella o Salou y que su grado de moreno en la escala cromática es
equivalente a lo bien que lo han pasado y, a su vez, les sirva de
pretexto para mostrar la colección de fotografías que se han traído
y milonguearlas con las graciosas anécdotas de la tourné. Y es que
esta estación es la mas apropiada y recurrente para la expresión
mas habitual: “¿No vas de vacaciones?”. Evidentemente es la
pregunta de los que ya han ido, que esperan, como contrapartida, que
su interlocutor les interrogue sobre el tema y deje constancia de la
envidia que les causa el bronceado que lucen orgullosos.
Todos tenemos amigos y conocidos
que cuando llegan estas fechas, tras unos días de ausencia, aparecen
con un moreno “espectacular” y, aún ya de vuelta, buscan
cualquier resquicio para continuar dorando su cuerpo en El Rinconín,
Rodiles, Vega o Torimbia. Claro que, ya que hablamos de estos
hermosos arenales asturianos, el moreno integral tiene peligros
añadidos de los que yo advierto a algunos de mis amigos que,
ocasionalmente, los frecuentan. Efectivamente, tomar el sol con el
traje de Eva o de Adán, es reconfortante y satisfactorio para
aquellos a quienes ese traje sienta bien y mas para quienes los
observan, pero una quemadura en la minga o en las domingas debe de
doler la hostia y, por otro lado, se arriesga uno a que culos
monumentabilis como los de Úrculo les priven de parte de la energía
solar que ansían y a la que tienen derecho.
Duke y un servidor somos
soleilmaníacos. Es mas, estamos convencidos de que la palidez o la
tez blanca son signos de distinción, y así cuando, a regañadientes,
vamos a la playa lo hacemos con todo el equipo incluida crema
protectora del doscientos y pico y sombrilla. Yo me apoltrono debajo
de ella y él bajo mi hamaca y, desde esa privilegiada y cómoda
posición observamos a los morenos y morenas, los quemados y los
tiznados. Tenemos el moreno de terraza nocturna típico de los
vampiros.
Pero resulta que, aún
resguardados del sol, y de esta guisa, acabamos negros y pensamos que
Bibiana Aído debería de proponer al Consejo de Ministros que Agosto
caiga en verano una vez cada cuatro años, cuando el Año Santo de
Compostela. Los tres años restantes caería en cada una de las
estaciones para que todo sea “igual” y repartido. Así todos
estaríamos contentos. No abusen del sol y ¡felices vacaciones!.
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