domingo, 27 de julio de 2014

LA ARAÑA DE GAZA



El conflicto en la franja

Nuestras leyes proclaman que la legítima defensa sólo puede ser apreciada cuando para repeler una agresión se utilicen medios proporcionales  los que se utilizan para agredir. Es decir que si te dan un puñetazo en pleno rostro sería legítima defensa el que tú respondieras con otro puñetazo, o dos, e incluso con una patada en los mismos gemelos, o dos. Pero, desde luego, no es legítima defensa que saques la recortada y des al agresor un par de tiros, o le claves un cuchillo de medio metro en el tercer espacio intercostal. Eso es saña y asesinato.

Pues resulta que un americano de Oregón (Seatle para más señas) que está mirando pa Canadá según escupes a la izquierda, tenía una araña en casa y el muy listu no se-í ocurrió más que perseguila por les habitaciones armáu con un aerosol de pintura que disparaba al tiempu que prendía el disparu con un mecheru. El resultáo de la cacería no podía ser otru: la araña se quedó como un chicharrón y la casa en llames por los cuatro costáos. Al yanqui no-í pasó na, salvo un ligero chamusque.

Esto mismo, queridos amigos, es lo que están haciendo los israelíes con los palestinos en Gaza. Lo que vulgarmente se conoce como “matar pulgas a cañonazos”. Así de simple y así de cruel y desmesurado. En un pequeño territorio, excesivamente habitado, donde los palestinos no pueden moverse a ningún lado al estar cercados por tierra y mar por los judíos, éstos buscan una araña en forma de algún centenar de dirigentes de Hamás que agreden con cohetes a la población de las ciudades israelíes cercanas. Cohetes que son interceptados en la mayor parte de las ocasiones o que, en caso contrario, explotan sin causar daños importantes. Alegando esa legítima defensa, el ejército judío ha bombardeado la franja dejándola como un solar y masacrado a la población civil que, como siempre, es la que paga el pato de estas confrontaciones. Después de los bombardeos llegan lo carros y lo llevan todo por delante sin discriminar si hay mujeres o niños. Esto no es legítima defensa, amigos. Más allá de repeler una agresión, esto supone un vil asesinato de la población. Un genocidio puro y duro. Algo vergonzoso en pleno siglo XXI. Y estando a nuestro lado, ahí en el fondo del Mediterráneo, los europeos deberíamos de rechazarlo y condenarlo con todas nuestras energías.

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