Una fianza de tres millones de euros, quinientos kilos de los de antes. ¡Ja, me matas!, diría el expresidente balear al juez que le ha puesto tamaña penitencia si no quiere ir para Mahón o Villabona. El juez le da un plazo de setenta y dos horas para pagarla, pero el caso es que va a tener muy crudo gestionar un crédito de ese importe en plena Semana Santa. Aún así, ¿qué se juegan ustedes a que el dinero aparece?, y rápido, quizás antes de que esta columna se publique. Cuando uno está metido en estos tinglados no está solo, sino que para conseguirlo mueve bastantes más voluntades que, indudablemente, están tan pilladas y comprometidas como la suya propia. Siendo así, que seguramente lo es, si él no tiene el dinero -cosa que nos extraña-, no tardará en aparecer quien o quienes lo aporten como el que te deja un euro para el autobús. Porque lo del “pille” y lo del “compromiso” une mucho. Tanto que, de no ser de esa forma, a uno le entran unas ganas de cantar que te cagas. Y, claro, ya puestos a cantar, lo hacen por fandangos, bulerías y pasodobles. De todas formas, miren ustedes por dónde, Duke está convencidísimo de que éstos, cuando trincan, ya trincan con el IVA y todo, esto es con más lo que les puede meter el magistrado de turno por haber trincado y para no entrar en el trullo, por lo que fácilmente se puede concluir en que el pollo tiene la mosca, aunque muy posiblemente a buen recaudo y al final decida que mejor que la pongan otros que están menos pringaos. El dinero aparecerá, ya verán.
Otra cosa muy distinta y de distinto calado es lo de sus excompañeros de partido que callan y, simplemente, le desean buen viaje, “lo mejor, que se defienda y pueda demostrar su inocencia”, dijo el Jefe como queriendo, a su vez, decir también: “A mí que me registren”. Ciertamente, en el caso de Jaume Matas, no hemos visto en la cúpula popular una defensa tan numantina como la que hicieron en el caso del Presidente de Comunidad Valenciana, Francisco Camps. ¿Será que, de verdad, el caso Palma Arena y todos los affaires a él asociados no habrán beneficiado para nada al partido? ¿Será que, de verdad, no han obtenido de ahí una financiación irregular y, por tanto, ilegal? ¿Qué es lo que será, para que cierren filas y guarden un hermetismo de lo más hermético?
Por último, no debemos dejar de reflexionar sobre otro extremo. Cuando en nuestro país sucede un caso como el que nos ocupa, y desgraciadamente están sucediendo a menudo, ¿qué es lo que hace que un fiscal pida una fianza -pequeña o grande, como en este caso- y el juez la decrete?, cuando a ninguno de los dos les cabe la menor duda de la corrupción y del enriquecimiento. ¿Por qué el fiscal no solicita la prisión incondicional?, o ¿por qué el juez no la decreta sin necesidad de que el ministerio público la pida? Porque poner a un tío como éste una fianza así es lo mismo que ponerle a Fernando Alonso una multa por exceso de velocidad. Una gilipollez, vamos. Después pasa lo que pasa, que a un pobre diablo que ha cometido un pequeño robo y no tiene ni donde caerse muerto, le ponen una fianza inalcanzable o le mandan incondicionalmente al agujero. Tenemos ya tantos casos de personajes de la vida pública que han adquirido de forma ilícita una fortuna y con ella, aún pasando por la trena, se han asegurado un retiro de lujo que a nadie extraña que en este país todos quieran meterse en política. Al ruque y al manduque, que diría mi querido Albino Suárez.
Imágenes obtenidas de Google
Otra cosa muy distinta y de distinto calado es lo de sus excompañeros de partido que callan y, simplemente, le desean buen viaje, “lo mejor, que se defienda y pueda demostrar su inocencia”, dijo el Jefe como queriendo, a su vez, decir también: “A mí que me registren”. Ciertamente, en el caso de Jaume Matas, no hemos visto en la cúpula popular una defensa tan numantina como la que hicieron en el caso del Presidente de Comunidad Valenciana, Francisco Camps. ¿Será que, de verdad, el caso Palma Arena y todos los affaires a él asociados no habrán beneficiado para nada al partido? ¿Será que, de verdad, no han obtenido de ahí una financiación irregular y, por tanto, ilegal? ¿Qué es lo que será, para que cierren filas y guarden un hermetismo de lo más hermético?
Por último, no debemos dejar de reflexionar sobre otro extremo. Cuando en nuestro país sucede un caso como el que nos ocupa, y desgraciadamente están sucediendo a menudo, ¿qué es lo que hace que un fiscal pida una fianza -pequeña o grande, como en este caso- y el juez la decrete?, cuando a ninguno de los dos les cabe la menor duda de la corrupción y del enriquecimiento. ¿Por qué el fiscal no solicita la prisión incondicional?, o ¿por qué el juez no la decreta sin necesidad de que el ministerio público la pida? Porque poner a un tío como éste una fianza así es lo mismo que ponerle a Fernando Alonso una multa por exceso de velocidad. Una gilipollez, vamos. Después pasa lo que pasa, que a un pobre diablo que ha cometido un pequeño robo y no tiene ni donde caerse muerto, le ponen una fianza inalcanzable o le mandan incondicionalmente al agujero. Tenemos ya tantos casos de personajes de la vida pública que han adquirido de forma ilícita una fortuna y con ella, aún pasando por la trena, se han asegurado un retiro de lujo que a nadie extraña que en este país todos quieran meterse en política. Al ruque y al manduque, que diría mi querido Albino Suárez.
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