Sobre nuestras antípodas
Mi amigo Ramón Palicio, profesor y natural de Box (Veguín),
como buen intelectual, que lo es, hace un tiempo que se había preguntado cuál
sería el lugar más alejado de la tierra con respecto a su propia casa. Se puso
a investigar y, para ello, hizo un agujero virtual en la huerta de su casa que,
todo recto y pasando por el centro geométrico de nuestro planeta, habría de
salir a superficie en algún sitio que sería ese punto que él buscaba. Sus
antípodas. Y fora que te fora, cava que te pica, dio con él en un periquete:
Agua, la inmensidad del Océano Pacífico, pero tan sólo a unos 80 kilómetros de
la costa, en la Bahía de Pegasus y muy cerca de Cristchurch y Port Robinson, en
la Isla Sur de Nueva Zelanda. Según escupes a la derecha. O depende, Ramón.
Depende. El casu ye que tuvo que poner un tapón al furacu porque por poco se-í
inunda la huerta, y el agua salá ye muy mala pa les lechugues.
Fuera de chanzas, lo que hizo mi curioso amigo fue
simplemente buscar las coordenadas opuestas a las del centro de su pueblo. ¡Et,
voilá!, dio con el lugar más alejado que buscaba, un lugar muy similar a
Asturias con verdes praderas, mar y cordilleras. Ganado vacuno, ovino y equino.
También con carbón y kiwis, muchos kiwis. De hecho Nueva Zelanda fue el primer
país en exportar esa fruta y, desde entonces, se cultivan en Pravia, La Juécara
y en to los laos. Fíjate si tenemos el clima apropiado para ello que yo
plantelos en una maceta de la mi terraza y ya crecen hasta en los geranios. De
forma que también así se denominan los habitantes del país: “Kiwis”.
Sabido esto, le pregunté a Ramón por qué estando boca abajo,
al otro lado, los neozelandeses no se caían al espacio y entonces “el profe”
(listu que ye él) desplegó su artillería científica y comenzó a explicarme
aquello de la gravedad, de que estés donde estés esa fuerza te atrae sin
remedio hacia el centro de la tierra. Me puso un ejemplo muy significativo:
“Mira, Lino (es como él me llama), si coges un caldero lleno de agua y lo
volteas muy rápido con energía, como si fuera una noria, podrás observar que el
agua no se cae, aún estando boca abajo. Ahí no opera la gravedad sino la
velocidad y otras fuerzas que la evitan. Y tal”. Y, pensativo, le dije: “Tantu
tiempu rompiéndome la quijotera y ahora se por qué no caen los aviones”.
Muy bueno, Lino, muy bueno. Veo que entendiste totalmente aquella elucubración mía y .... ¡qué guapo ye....! que faciendo un buracu veamos que al otru lau son casi idénticos a nosotros : vaques, carbón y verde rabiosu polos praos. Ye lo que me dejó sonau... Un abrazu.
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