miércoles, 22 de julio de 2015

GOTERAS



La acogida de refugiados



Dicen que las comparaciones son odiosas y la que se ha buscado nuestro ministro del interior, Jorge Fernández Díaz, hace bueno el refrán popular. Para eximir a España de la aceptación del cupo de concesión de asilo a refugiados propuesto por la UE no se le ocurre otra cosa que asimilar la eventual aceptación del número de ellos asignados a nuestro país con un problema de fontanería. En un tema tan delicado y escabroso que trae a toda Europa de cabeza en los últimos meses, con Italia y Grecia como países más perjudicados, el ministro español ha tenido una coladura cum laude. Según él este problema es lo mismo que una casa donde hay una gran gotera, donde la casa sería la UE y la gotera el colectivo de refugiados de Siria, Eritrea, Somalia, etc. Millones de personas sin hogar, desarraigados, perseguidos por razones políticas y con la muerte en los talones. Una muerte más que segura si permanecen en sus respectivos países y que quieren evitar huyendo, dejando en miles de casos su vida en el fondo del Mediterráneo. Millones de goteras que, siempre a decir del ministro, Europa pretende distribuir en todas las dependencias de la casa: unos miles en el salón, otros miles en la cocina y así sucesivamente. De manera que la propuesta europea se hace inaceptable para España, entre otras razones porque nuestro país ya soporta suficiente inmigración a través de Ceuta y Melilla, y porque nuestro índice de paro no permite la acogida de estos parias.
Nos olvidamos, y se olvida el gobierno español, que los miles de africanos que aguardan la oportunidad para saltar las vallas de nuestras ciudades autónomas son gentes que quieren irse de sus orígenes en busca de una vida más digna, y que pocos de estos casos son equiparables a los sesenta millones de personas que huyen de la muerte. No es comparable un inmigrante a un refugiado, como tampoco lo es el tocino y la velocidad. Ni la tragedia de los refugiados lo es a las goteras del señor ministro. Desconozco si la brillante idea salió de sus neuronas o de los fontaneros de Moncloa, lo que sí es cierto es que ha resultado ser muy desafortunada. Esos millones de gentes necesitan que, cuanto menos, se les facilite un tránsito hacia la libertad y que, en lo poco que nos toca, España y otros países con goteras acepten las cuotas que se les propone desde la UE. Ayudemos a los refugiados sin excusas necias. Tienen derecho al asilo.

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