martes, 22 de junio de 2010

DESCANSO


Corren tiempos que no son propicios para alegrías y dispendios. La política de este país, que en ocasiones todo lo domina y a todo afecta, es errática y adolece de una tristeza e indefinición como nunca había tenido en tiempos de democracia. Y ya han pasado años. La duda y la incertidumbre se han apoderado de la ciudadanía hasta el punto de que nadie tiene seguridad sobre lo que pueda depararle el futuro en lo más fundamental, su trabajo o su pensión, dejando a parte la salud, claro está. Cuando empieza un verano esperado, por aquello de darnos un respiro del agua y del frío, también todos anhelamos un descanso de la meteorología, de políticos, sindicalistas, Belenes Esteban, Jorges Javieres, Pantojas y demás personajillos que pululan por ahí dándonos la vara sobre alguien que solo les interesa a ellos y a las marujas, con todos nuestros respetos para ellas. Ese descanso nos llega, en parte, a través del Mundial de Futbol (toquemos madera), Rafa Nadal, Fernando Alonso o el Tour de Francia. Nada nuevo bajo el sol, como todos los años. Sin embargo los españoles necesitamos otro descanso. Estamos faltos de una situación esperanzadora, de una coyuntura que, de alguna forma, despeje el horizonte, cree ilusiones y nos empuje a pelear juntos por un futuro más halagüeño. Aunque ello no es óbice para que deseemos lo mejor para todos nuestros deportistas que se baten el cobre en estos meses de estío.
Imágenes obtenidas de Google

Pero volvamos a lo que nos incumbe. ¿Qué necesidad tienen los Zapatero, Rajoy, Toxo, Mendez, Durán, Llamazares, etc., etc., de seguir amargando la existencia de los ciudadanos?, ¿es que aún no se han llevado bastante? Se han llevado y dilapidado el dinero, la ilusión y la confianza de los españoles. No ha dejado nada más que hastío y deseos por perderles de vista. A todos ellos. Aunque corran malos tiempos y ello suponga una quimera, qué bonito sería divisar un cambio, una segunda transición hacia la normalidad, la frescura de nuevas caras desmaquilladas y desprovistas de las caretas de la izquierda y la derecha, del resentimiento redivivo y del odio ya ancestral. Tenemos una juventud magnífica y preparada como nunca lo hemos estado nuestra generación ni las anteriores. Sin embargo da toda la impresión de que esta nueva y formidable generación no quiere saber nada de esto de la política. Cualquier joven a quien se le pregunte por ello encogerá los hombros y cambiará de tema. Siendo la esperanza de este país y de tantos como el nuestro, son el grueso del absentismo electoral. No les importa la nación. ¡Qué pena! Pero debemos de ser conscientes de que la culpa de ese pasotismo no es de ellos, sino de quienes a lo largo de estos últimos treinta y cinco años hemos construido un país apoyado en el egoísmo, la mentira, el individualismo y “el que venga detrás que arrée”. No se cómo podremos iniciar esa nueva transición, pero si sé que habrá de pasar por ellos. Son el futuro.

Imágenes obtenidas de Google

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