martes, 1 de junio de 2010

CAÍDA LIBRE


Se dice que, en una caída desde mucha altura, las posibilidades de sobrevivir son las mismas si se cae desde la de un piso 50 que desde la de un avión a 3.000 metros, y sin paracaídas, es decir ninguna. En estas circunstancias intervienen dos factores fundamentales, por un lado el peso del objeto, o de la persona, que cae al vacío y la fuerza con que la tierra le atrae (gravedad), y por otro lado la resistencia que el aire opone a la caída. Esta última depende de la velocidad de caída, así es que cuanto mayor es ésta mayor es la fuerza con la que el aire la frena. En el momento en que la resistencia iguala al peso la fuerza neta es nula y, a partir de aquí, la velocidad se mantiene constante. Es la “velocidad límite o terminal” que puede alcanzarse en una caída desde un cincuenta piso, lo que supone que, desde mayor altura, no se adquiere mayor velocidad.

La pregunta que, entre otras, nos planteamos al igual que millones de ciudadanos de este planeta es si la caída de los sistemas financieros occidentales ha alcanzado su velocidad terminal. Cuando, un día mas, amanecemos con noticias apocalípticas no hace falta ser un Keynes para pronosticar las negras expectativas de futuro inmediato. Parece que la VT aún no se ha alcanzado y queda tiempo de caída.

Tras el anuncio del tijeretazo hecho en el Congreso el mes pasado por el Presidente del Gobierno ya se han dado manifestaciones espontáneas contra la reducción y posterior congelación de los salarios de los empleados públicos, y mucho nos tememos que esto solo sea el principio de una movilización social sin precedentes conocidos en las últimas décadas. Es lo que se desprende de las manifestaciones efectuadas por los líderes de los sindicatos mayoritarios después de reunirse con Zapatero. Lo cierto es que muy posiblemente nadie esperaba la adopción de unas medidas de ajuste tan drásticas y de tanto calado social. No lo esperaban ni la oposición, ni los agentes sociales, ni siquiera el propio gobierno, y no han sido improvisadas en tan pocos días por el ejecutivo, sino que han venido específicamente impuestas desde Bruselas y Berlín para someter la rebeldía y la tozudez de Zapatero que persistía en seguir sumergido en su paraíso particular, en su país de las maravillas. El caso es que inmediatamente después de anunciarse el fin de la recesión y el inicio del crecimiento en un 0,1 % del PIB, después de negar insistentemente, y muy ofendidos, la equiparación de nuestra situación con la de Grecia, después de haber prometido solemnemente en sede parlamentaria que nunca se tocarían los logros sociales y después de la reunión del ECOFIN del 8 y 9 de mayo, se da marcha atrás y se adoptan unas medidas que colocan a la ciudadanía en una situación de desamparo y de temor al futuro como no se conocían en todo el transcurso democrático del país. Es cierto, en este momento los españoles no saben a qué aferrarse, no saben qué creer y en quién confiar. ¿Qué medidas más se tomarán en un futuro próximo?

Uno de los muchos corolarios de la célebre Ley de Murphy dice que “cualquier solución entraña nuevos problemas” y eso es lo que nos tememos con respecto a los diversos planes de rescate o de “salvación” de las economías occidentales. Se teme que queden cortos (dentro de poco se necesitará mas dinero), se teme que sirvan para volver a la especulación y no a asegurar la economía y se teme, en definitiva, que sirva para seguir engordando a los de siempre, a los “violadores del mundo”. Pero como nada es tan malo nunca que no pueda empeorar, hemos alcanzado la V.T. hace tiempo pero seguimos en caída libre, si bien presentimos que, dado el talante de nuestro Primer Ministro, cuando estemos a punto de estrellarnos contra el suelo, a tan solo un metro, nos diga: “Esto está chupao, lo saltamos nosotros”.

Imágenes obtenidas de Google

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