jueves, 7 de agosto de 2014

MUÚ CARA

Lo costoso de la ciencia

En Holanda hay buenes vaques, muú buenes. También hay buenos científicos, pero tan un poco pasáos de vueltes. Mira tú que no se yos ocurre otra cosa más que hacer una hamburguesa artificial con célules madre de eses xiates. Una hamburguesa, que no holandesa, que costó la friolera de 289.000 napos. Casi cincuenta millones de aquelles pesetes d’antes. Yo no se qué ye eso de les célules madre (que les parió) porque, entre otres coses, ni soy vaca ni científicu holandés, pero tién que ser la pera limonera pa costar tantes perres. Después ficiéronla a la plancha, seguro que con Tulipán, no con aceite oliva virgen extra -que ye lo mejor que hay- y comiéronla entre cinco o seis. Diez millones de mortadelos la ración de cien gramos, ni la angula de La Arena. ¡Hay que jodese! Si Duke fuera científicu –que-í falta poco pa selo- y lu invitaran a esi festín pantagruélicu seguro que yos decía, “comelo vosotros y a mí daisme les perres”. Porque, vamos a ver, ¿a qué sabe esi cachu carne? A vaca, no te jode, ¿a que redios va a saber?, holandesa, pero una xiata normal y corriente. Así que Duke prefier ir al Burguerquín pa comer dos o cinco hamburgueses de ternera asturiana y gastar les perres que-í sobren en un Ferrari o una Vespino. En mantecáes o butiffares. Y ye que esa hamburguesa ye muú cara. Supongo que la comerían con un Dom Perignon de cuando los Tres Mosqueteros. Con lo buena que tenía que tar con una birra o unos culetes. Por eso digo que los tulipanes estos pasáronse tres pueblos. Menos mal que hicieron eso y no pensaron en cocinar un cabritu con patatinos porque iben a tenelo jodío. A ver ónde encontraben les célules si allí solo tiene vaques, molinos, tulipanes y una selección de fútbol que siempre queda finalista pero nunca gana ná. Además de una Reina, madre también -como les célules- que anda por ahí abdicando como si cualquier cosa, que no me extraña ná, porque tién que ser muy complicáo gobernar en un país onde faen eses burráes.
Aquí, pa comer hamburgueses, vamos al chiringu de la esquina y, por muches menos perres, cocinamos fabes y pote asturianu, paella y tortilla de ropa vieya (con el compangu que sobró de les fabes) y bígaros y andariques, sin usar eses célules de la madre que les parió. Duke y los demás quedamos fartucos, cuéstanos menos y, además, ta riquísimo. No como eso de los neerlandeses.

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