jueves, 14 de agosto de 2014

LA PASTILLINA

El copago de medicamentos

Si al gobierno de Mariano le diera por excluir el Sintrom de los medicamentos que costea la sanidad pública, seguro que acababa con el déficit y con unes cuantes coses más, entre elles con la salud de los jubiláos y de otros que no lo son. Porque mediu país ta tomando esa pastilla, y el otru mediu va a terminar por tomala antes o después, si ye que no la palma primero. Ye una pastillina del tamaño de una lenteja que sirve pa licuar la sangre, esto ye pa que sea menos expesa y no provoque coágulos que puedan devenir en trombos que vayan al corazón, a la quijotera, o a cualquier otru sitiu, lo que daría lugar a un infarto, una trombosis cerebral o un vete tú a saber. O sea que ye un anticoagulante. Y ta indicáu pa los cardiacos declaráos y pa los que tienen factores de riesgu cardiovascular. O sea pa to dios. Ye un dicumarínicu, claro. Como el vino, que tién taninos, pero en pastilla. El casu ye que en to los hospitales y en muchos centros de salud hay un serviciu, dentro del de Hematología, que se dedica to los días a sacar la sangre a los clientes habituales (llamados pacientes cardíacos) pa, después de analizala, dayos la pauta de administación: Un cuartu, media, tres cuartos; en día alternos, to los días o según lo diga el baranda de turno. Y hay unes coles de la virgen, como cuando les cartilles de racionamientu. Pues, dicho lo cual en roman paladino -esto sabéislo la mayoría-, imaginaívos que se pongan a cobrar por ello. Reducen defícit, presupuesto pa pensiones, paro y la madre que lo parió. De pasu puén subiyos los impuestos a les funeraries por llevayos clientes sin parar.
Dios me libre de querer darle ideas a la ministra Ana Mato -menudu apellidu pa ser la que gobierna la Sanidad-, ¡que va!, seguro que esto ya lo pensó ella y su equipo de fenómenos. Los mismos que decidieron pasar a los enfermos una parte del costo de los tratamientos en enfermedades graves y terminales. Los mismos que están provocando un verdadero caos en la sanidad pública, unas listas de espera interminables y hasta aquellos que han facilitado y/o permitido que un simple cambio en los sistemas informáticos del Hospital Central de Asturias haya originado la desaparición de un buen porcentaje de citaciones. Como si aún no se hubieran inventado las copias de seguridad. Lo dicho, a este paso mejor que le cambien el nombre al ministerio y lo pongan más acorde con el apellido de su titular. Ustedes mismos.

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