lunes, 11 de agosto de 2014

HOY MISMO, O AYER

El precio de la fama

Veréis lo que nos pasó hace dos horas, hoy sábado que le doy a la tecla. Una de la tarde, en la placidez y relajo de la botellina de sidra, les aceitunes y el pitín, la conversación intranscendente o no, y los cabreos habituales (que nunca faltan). No penséis que soy el Papa que habla en plural, ye que casi todos sabéis que somos dos, Duke y yo. El que dicta y el que escribe. Dicho lo cual, y estando en estas que les acabo de contar, se acerca a nuestra mesa nada más y nada menos que un “primo carnal de una sobrina de aquel que taba de conductor en los autobuses de La Nueva que tuvo un accidente domésticu cuando iba por huevos al gallineru, y acabó coxu. Sí, hombre, que era muy famosu y taba casáu con una de les fíes de Manolín el Sordu, que-í puso los cuernos con uno que vino de Cornellana a trabajar en Pumarabule…” Después de tan detalladas señas y ante la suma importancia de lo que tenía que decirnos, evidentemente, me dí cuenta de quién me hablaba. “Claro, claro, ya caigo. Creo que lo conozco, pero no me acuerdo muy bien de la cara. Sí me acuerdo de su cojera. ¿No traía un bastón?... Claro, el que yo pensaba. ¿Y qué?”, le pregunté ante aquella importante presentación que talmente parecía estaba enseñando las cartas credenciales del embajador de Pola del Tordillo. Y nosotros sin sabelo. Y el tío, poniéndome la mano encima del hombro como si fuéramos colegas desde la mili, me dice ufano: “Ye que la mi muyer lee los artículos tuyos del periódicu to los días. No pierde uno. Y díjome que, como yo bajo a Sama, si te veía un día por ahí, que te diese un saludu de su parte y que te dijera que yos des más caña tovía, y que…, bla, bla, bla…”. Y saca de la chaqueta un papel de periódico doblado y ya amarillento mientras, por cortesía, le pregunto: “¿Y quién es su esposa, si puedo saberlo?”. “Sí, hó, tienes que conocela. ¿Non te acuerdes de Pili, la fía Ferinón el de les Pieces que….”. Le interrumpo. “Sí hombre, como no voy conocerla. Pués nada, dígale que gracias por leerme y que se hará lo que se pueda. Ya sabe, en eso de dar caña, jeje. Encantado y de saludos a Pili de mi parte”. Y en esto desdobla el papel al tiempo que me pide que le ponga mi firma en él. “Pidiome a ver si podíes echái un autógrafo en un artículo tuyu. Ye incondicional, oye”, y me lo presenta sobre la mesa. Sin mucha sorpresa veo que se trata de una columna de mi amigo y colega ladense, José Manuel Ibañez. Echo mano al bolígrafo y le estampo nuestra firma en el papel. “Para Pili de Duke”. No tenía tiempo, ni ganas, de más explicaciones.

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