sábado, 15 de enero de 2011

SANGRE SOLIDARIA


Un niño de diez años con leucemia ingresado en un hospital valenciano. Necesita urgentemente doce donantes de sangre del grupo AB. Según los médicos que lo atienden sería posible salvar su vida si se encuentra la sangre necesaria. Hasta aquí el mensaje que a través de e-mail nos llegó hace unos días. En él se indica el nombre de la madre y un número de teléfono en el que contactar con la familia, con el ruego de que el correo se reenvíe a nuestros contactos. Es cierto que no suelo hacer ningún caso de estos emilios que buscan un desarrollo piramidal en la red, porque suelen tratarse de pamemas, trampas para obtener direcciones electrónicas con fines inconfesables y tonterías propias de gente ociosa o desocupada, que para el caso es lo mismo. Pero en esta ocasión, teniendo en cuenta la procedencia de la noticia -un empresario afincado en Gijón que no acostumbra a idioteces cibernéticas- y también la llamada de socorro del mensaje decidí rebotarlo, como vulgarmente se dice. No me costó más de un minuto. En un solo correo lo envié a dos colectivos y en lo que dura un suspiro la solicitud estaba en posesión de más de seiscientas personas repartidas por toda la geografía nacional e internacional. Y no tengo por qué ocultar los destinatarios. Fueron el grupo de mis amigos de siempre y la asociación de Langreanos en el Mundo, de la que tengo el orgullo de formar parte, máxime viendo los resultados de esta aventura. A través de su presidente, que manejó la situación y me mantuvo informado, no se tardó en tener respuesta al S.O.S. Menos de un quince por ciento de la población tiene este grupo sanguíneo y, efectivamente, un miembro de la asociación residente en Langreo se ofreció de forma inmediata para donar su sangre altruistamente y contribuir a la recuperación del menor. Fin de la historia.

Cuando todo el mundo mira por sus propios intereses, cuando en los tiempos que vivimos la sociedad se ha convertido al egoísmo más puro y duro, cuando se nos ha endurecido el corazón y miramos hacia otro lado para no ver la miseria y los padecimientos de nuestros semejantes y cuando lo que ocurra a los demás no nos afecta en lo más mínimo, cuando ocurre eso y mucho más, aún queda un reducto de personas generosas y desprendidas que para nada participan del sentir individualista de la tropa, que sienten en propia piel las desgracias ajenas, las calamidades y las enfermedades mundanas. Y tratándose de alguien de Langreo, vecino y compadre nuestro, es digna de destacar su disposición a ayudar en la medida de sus posibilidades a quien lo necesita. De esta forma se ha logrado sangre langreana para Valencia, sangre buena y purificadora, sangre solidaria y curativa. Y de esta forma, tan humana y tan sencilla, se ha escrito la historia de un niño anónimo y de un adulto, también anónimo, con sentimientos que transcienden su geografía doméstica. La asociación que ha logrado armonizar la necesidad con el desprendimiento generoso está también para eso, entre otras cosas. Desde esta página queremos felicitarlos y desear a ese niño y a su familia toda la suerte y toda la salud.

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