Hoy mismo estuve repasando algunas de mis columnas publicadas aquí, en La Nueva España. Muchas de ellas me sorprendieron hasta el punto de preguntarme si es posible que yo haya escrito esto y qué es lo que habrá pasado por la cabeza de Duke en el momento de hacerlo. Pero sobre todo me he dado cuenta que ustedes, quienes me leen, tienen toda la razón del mundo. Como siempre. Cuando nos paran por la calle es habitual que nos digan eso de “dales caña” o aquello otro de “estás metiéndote mucho con ellos”. Y lo cierto es que de vez en cuando les criticamos. Eso sí, con cordialidad y ánimo constructivo, asumiendo que son humanos y humanas y, como tales, se equivocan, pero nunca a propósito. Sin embargo cuando se trata de figurar y de cobrar no suelen equivocarse. En esas ocasiones siempre aciertan y no se les escapa ni una.
Lo que más nos sorprendió siempre de ellos son sus manifestaciones públicas. Nos referimos a las verbales, claro está. Verbigracia: con respecto al conflicto de Felguera Construcciones Mecánicas quizás les suene la siguiente: “Los trabajadores ya se lo veían venir. Según vienen denunciando desde hace tiempo, la empresa no contrata gente de la zona, no destina carga de trabajo al taller y no realiza inversiones. Creo que Duro debería tener un compromiso mayor con sus orígenes” (LNE 13/12/10); o quizás recuerden la moción aprobada por unanimidad del Pleno municipal el pasado 22 de diciembre en la que el Ayuntamiento exige a la empresa que no siga adelante con el ajuste de empleo en el Tallerón de Barros y donde se reclama a la compañía que, como mínimo, mantenga en Langreo el nivel de puestos de trabajo que tiene en la actualidad. Además, la alcaldesa pidió a la empresa que dialogue con el Ayuntamiento de Langreo para conocer cuáles son los planes de futuro de la compañía. Entre otras, estas son las manifestaciones verbales a las que nos referíamos. En cambio las otras manifestaciones públicas brillan por su ausencia. Así, el pasado sábado una de ellas formada por más de tres mil manifestantes -diez arriba o abajo- recorrió el centro de Langreo hasta la plaza consistorial. Salvo dos o tres concejales del grupo minoritario no se vieron más políticos locales. Nos habría satisfecho ver allí a la regidora langreana acompañada de sus concejales y de todos los de la oposición. Encabezando o cerrando la manifestación, da igual. Pero no, ellos y ellas consideran que con la moción aprobada ya lo han hecho todo. También nos hubiera gustado ver el edificio municipal abierto y que se hubiera ofrecido a los convocantes su balcón para que, desde allí, se diera lectura a los mensajes oportunos. Pero tampoco, el Ayuntamiento estuvo cerrado a cal y canto. Creemos que se han equivocado porque esos dos aspectos que echamos de menos el pasado sábado hubieran sido muy importantes y habrían confirmado la disposición de nuestros políticos a apoyar las legítimas reivindicaciones de los trabajadores de Duro Felguera, pero, como en tantas ocasiones, las palabras se las lleva el viento y las mociones quedan en papel mojado. Por eso nos metemos con los políticos. Por eso los criticamos.
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Lo que más nos sorprendió siempre de ellos son sus manifestaciones públicas. Nos referimos a las verbales, claro está. Verbigracia: con respecto al conflicto de Felguera Construcciones Mecánicas quizás les suene la siguiente: “Los trabajadores ya se lo veían venir. Según vienen denunciando desde hace tiempo, la empresa no contrata gente de la zona, no destina carga de trabajo al taller y no realiza inversiones. Creo que Duro debería tener un compromiso mayor con sus orígenes” (LNE 13/12/10); o quizás recuerden la moción aprobada por unanimidad del Pleno municipal el pasado 22 de diciembre en la que el Ayuntamiento exige a la empresa que no siga adelante con el ajuste de empleo en el Tallerón de Barros y donde se reclama a la compañía que, como mínimo, mantenga en Langreo el nivel de puestos de trabajo que tiene en la actualidad. Además, la alcaldesa pidió a la empresa que dialogue con el Ayuntamiento de Langreo para conocer cuáles son los planes de futuro de la compañía. Entre otras, estas son las manifestaciones verbales a las que nos referíamos. En cambio las otras manifestaciones públicas brillan por su ausencia. Así, el pasado sábado una de ellas formada por más de tres mil manifestantes -diez arriba o abajo- recorrió el centro de Langreo hasta la plaza consistorial. Salvo dos o tres concejales del grupo minoritario no se vieron más políticos locales. Nos habría satisfecho ver allí a la regidora langreana acompañada de sus concejales y de todos los de la oposición. Encabezando o cerrando la manifestación, da igual. Pero no, ellos y ellas consideran que con la moción aprobada ya lo han hecho todo. También nos hubiera gustado ver el edificio municipal abierto y que se hubiera ofrecido a los convocantes su balcón para que, desde allí, se diera lectura a los mensajes oportunos. Pero tampoco, el Ayuntamiento estuvo cerrado a cal y canto. Creemos que se han equivocado porque esos dos aspectos que echamos de menos el pasado sábado hubieran sido muy importantes y habrían confirmado la disposición de nuestros políticos a apoyar las legítimas reivindicaciones de los trabajadores de Duro Felguera, pero, como en tantas ocasiones, las palabras se las lleva el viento y las mociones quedan en papel mojado. Por eso nos metemos con los políticos. Por eso los criticamos.
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