Paren, paren. ¿Quién les ha dicho a ustedes que voy a volver a la política?, además a la regional. Yo no, desde luego. ¿De dónde han sacado eso de que no quiero bailar con nadie hasta que esté libre la pista de baile? Menuda gilipollez. Señor Delegado de quienes malgobiernan este país: es usted pésimo haciendo metáforas, haga calceta o dedíquese a otra cosa, lo suyo no es el eufemismo político. Si yo no he amenazo a nadie con volver, ¿por qué me retan ustedes a que vuelva?, ¿acaso les va la marcha?, ¿son masocas? Y a usted don Javier le creía más serio. Deje de llamarme o voy. Lo cierto es que no salgo de mi asombro: mi tropa no se pone de acuerdo en si ha de ser mi amigo Ovidio, yo mismo o el Lucero del Alba y ustedes ya lo dan por hecho. El mundo al revés. Sin embargo aún no he oído decir nada a mi conciudadano Areces. ¿Es porque ya le han descabalgado de la carrera a la Presidencia y no puede hablar?, o ¿es porque él me conoce desde hace más tiempo y, en consecuencia, me guarda más respeto que ustedes? Porque creo que merezco un respeto. Si ustedes no saben por qué, no seré yo quien les haga una exposición de mi currículo. Sólo tienen que picar en cualquiera de los muchos buscadores de Internet y encontrarán alguna que otra entrada, quizás algunas más de las que todos ustedes tienen juntos. Y en ese currículo nunca supe que en ningún lado diga que soy de los que esperan a que se les saque o se les invite a bailar. Lo que sucede señores de la FSA es que ahora mi arte es más sosegado. Yo solo bailo en las galerías del arte. Sin embargo ustedes bailan para la galería, como acaban de demostrar en esas insensatas declaraciones que acaban de hacer en el Franco y en Coaña.
De todas formas no deben de preocuparse por si doy o no calabazas a mis pretendientes. En su momento, si procede, serán de los primeros en saberlo. ¿Saben…? aquel que pinchó en ninguna parte y, careciendo de gato, no sabía que hacer porque por allí no pasaba nadie. Se decidió a caminar y buscar algún sitio donde pudieran ayudarle. Viendo a lo lejos una luces pensó que allí viviría alguien que tuviera una solución. Pero, en este lugar, ¿quién va a tener una gato?, dijo para sí. Y se dio la vuelta. Pero a lo mejor sí lo tienen... ¿Qué hago? si por aquí no pasa nadie…Y así estuvo durante un rato, caminando hacia delante y hacia atrás, en la duda, en la indefinición. Al final se decidió, y cuando llegó a la casa, picó a la puerta y le abrió un señor, le dijo cabreado: “¿sabe qué?: ya puede usted meter el puto gato en el forro de los coj…”, ya saben. Pues un servidor es el señor de la puerta al que no han dado tiempo a responder porque nadie le preguntó. Y sepan señores socialistas, y también los populares, que yo tengo gato, y también araña. Ya puesto a manifestarme les diré a todos que no soy yo precisamente de los que se mantienen en la ambigüedad. También les diré que si tengo que ir, iré. Pero si voy, prepárense todos porque, como ahora estoy en esto del arte, haré algo digno de un artista que es echar a la basura todo lo que ha sido mal pintado y aquello para lo que no se utilizaron los materiales oportunos. Sacaré de este mundo a todos los advenedizos, pseudos-artistas y aprovechados. Don Antonio, no insista. Nadie me corteja… No bailo, y menos con usted.
“Si yo fuera Pacocascos, les diría a todos esto y mucho más. Yo también hago arte”. Es lo que Duke me dijo al despertarse de su siesta dominical. Pues eso.
Imágenes obtenidas de Google
De todas formas no deben de preocuparse por si doy o no calabazas a mis pretendientes. En su momento, si procede, serán de los primeros en saberlo. ¿Saben…? aquel que pinchó en ninguna parte y, careciendo de gato, no sabía que hacer porque por allí no pasaba nadie. Se decidió a caminar y buscar algún sitio donde pudieran ayudarle. Viendo a lo lejos una luces pensó que allí viviría alguien que tuviera una solución. Pero, en este lugar, ¿quién va a tener una gato?, dijo para sí. Y se dio la vuelta. Pero a lo mejor sí lo tienen... ¿Qué hago? si por aquí no pasa nadie…Y así estuvo durante un rato, caminando hacia delante y hacia atrás, en la duda, en la indefinición. Al final se decidió, y cuando llegó a la casa, picó a la puerta y le abrió un señor, le dijo cabreado: “¿sabe qué?: ya puede usted meter el puto gato en el forro de los coj…”, ya saben. Pues un servidor es el señor de la puerta al que no han dado tiempo a responder porque nadie le preguntó. Y sepan señores socialistas, y también los populares, que yo tengo gato, y también araña. Ya puesto a manifestarme les diré a todos que no soy yo precisamente de los que se mantienen en la ambigüedad. También les diré que si tengo que ir, iré. Pero si voy, prepárense todos porque, como ahora estoy en esto del arte, haré algo digno de un artista que es echar a la basura todo lo que ha sido mal pintado y aquello para lo que no se utilizaron los materiales oportunos. Sacaré de este mundo a todos los advenedizos, pseudos-artistas y aprovechados. Don Antonio, no insista. Nadie me corteja… No bailo, y menos con usted.
“Si yo fuera Pacocascos, les diría a todos esto y mucho más. Yo también hago arte”. Es lo que Duke me dijo al despertarse de su siesta dominical. Pues eso.
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