viernes, 1 de octubre de 2010

IRREGULAR

Mi admirado Millás tiene toda la razón. Para escribir medianamente bien la primera condición que debe darse es ser irregular, como los verbos. Irregular supone escribir fuera de norma, sin sujeción a algo preestablecido. Esto no significa que uno deba de hacerlo como lo hizo James Joyce que quiso tomar el pelo a sus lectores y a la crítica. Él mismo lo dijo: “pasarán setenta años antes de que la descifren”, refiriéndose a su última obra Finnegans Wake. Hacerse entender ha de ser lo fundamental en un relator. Otra cosa es que lo haga de forma más o menos personalizada u original, como lo fue un acto religioso al que asistimos hace unos días en la conocida pedanía de Pola del Tordillo. Vean la retrasmisión de la jugada.

Misa de siete de la tarde con no más de treinta feligreses y, sobre todo, feligresas, muchos de avanzada edad. Con puntualidad inglesa sale el oficiante acompañado del sacristán. Antes de comenzar, mira insistentemente su reloj para lo que levanta la manga de su casulla y dirige la vista hacia el público como queriendo comprobar que no falta nadie. Como los cantantes de ópera, hace varios ejercicios con su boca y su garganta para poner sus cuerdas a tono y empieza con voz de catedral, ahuecada, e intentando vocalizar correctamente: “El Señod esdé con vosodros…”. Tan solo las primeras palabras y me doy cuenta que el cura trae una tajada importante. Pasan los primeros minutos durante los que, en ocasiones, mira su reloj y continúa haciendo muecas con la boca. Toca meditar y el sacerdote se dirige a su sitial acompañado del ayudante. Mientras el último, con las manos cruzadas, mira hacia su regazo, el cura extrae su dentadura superior y comienza a maniobrar en ella con su dedo índice. Sin duda algo le molestaba. Vuelve a colocarla y prosigue la misa dando lectura al evangelio. Prometo que no me enteré de nada, quizás asustado y sorprendido, como estaba, del desagradable espectáculo al que estaba asistiendo. Antes de la consagración vuelve a sacarse la dentadura y la coloca al lado del libro sagrado, “…pedo una padaba duya bastadá pada sanadme”. Mis ojos no dan crédito a lo que están viendo, sin embargo el resto de asistentes ni se inmuta, parece que están acostumbrados a las moñas del reverendo. Tras despojarse de sus dientes una tercera vez y volver a colocarlos llega la comunión. Pienso que nadie se acercará a recibirla de unas manos que no han dejado de manipular la prótesis pero me equivoco. La fe mueve montañas. “Bodéis id en bad”.

Esto sí es irregularidad y no la de los verbos ni la de los medianos escritores. No solo eso, es una auténtica vergüenza y una ofensa al templo, a los creyentes y a la iglesia que representa. Hubiera querido irme a las primeras de cambio pero me quedé por respeto a todo eso, para ser regular. Pero Duke con ese cura no se confiesa, seguro que lo larga.

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