lunes, 11 de octubre de 2010

DÍAS DE MUELLE FLOJO


No se qué coleccionarán ustedes, yo colecciono gilipolleces. Me refiero a que, en ocasiones, recorto de diarios y revistas algún reportaje, alguna foto o alguna noticia y los guardo en una carpeta. En otras ocasiones estas curiosidades están en la calle o en las ondas y, como no puedo recortarlas, las anoto y van a parar al mismo sitio. Para lo otro, las hijoputeces no necesito carpeta, de ésas me acuerdo perfectamente. De esta forma, los días en que se nos afloja el muelle, nos sentimos sociables y hasta notamos reavivarse nuestro aprecio por el género humano y se nos desdibujan nuestras preocupaciones habituales, el futuro de las pensiones, el desenlace del affaire Cascos y la madre que lo parió, tiramos de carpeta y extraemos alguna de las muchas tonterías que alberga.

Es el caso de un conocido señor, célebre entre sus contertulios de parque y centro de ancianos, que muy cerca ya de ser nonagenario, ha confeccionado una lista en la que figuran sus colegas y otros por el riguroso orden que él mismo considera que van a ir palmando, desconocemos si él mismo se ha incluido en la famosa lista. De vez en cuándo sus compañeros se interesan por ella y le preguntan en qué lugar tiene colocado a fulanito o menganito, o a ellos mismos, y si tenía en lista a citanito que acaba de espichar y está en el Tanatorio de cuerpo presente. “Pues fulanito haz cinco días que no aparez por aquí. Debe de estar jodíu. Voy ponelu alante. Y menganito tien mejor cara, hay que retrasalu. Esti va aguantar”. Evidentemente a citanito lo tenía de los primeros en su lista. El catálogo de este fenómeno es como el Oráculo del Tánatos y a él acuden todos en consulta para conocer su futuro más inmediato. El hombre es como esas empresas que califican la deuda de los paises, que valoran su solvencia. Él valora y califica la deuda de los demás para con el otro mundo. Permanentemente modifica su lista, adelanta y atrasa a sus componentes. Es una lista viva para los futuros muertos. Y no falla.

Sin embargo no hace mucho alguien llegó a la tertulia y comunicó a todos el fallecimiento de un conocido de todos que no veían hacía días. El augur, extrañado, comentó que a ese no le tenía en su lista y puso en duda la noticia dada por el recién llegado que, aseguró que se lo acababan de decir y que el difunto sería velado en su domicilio. Anochecía, y para la casa del presunto finado se fue una comisión de la tercera edad, más con objeto de comprobar la certeza del deceso que con el de dar el pésame a la familia. Era una casa de planta y piso con un gran balcón. Tocaron el timbre y, al rato, en el mirador apareció el presunto, vestido de bata y pijama, fumándose un puro y tan vivo como la vida misma. “Y vosotros ¿qué coño queréis a estes hores?”, les preguntó con curiosidad. “Ná, ye que nos dijeron que habíes marcháo de vacaciones. Ya vemos que volviste. ¿Tas bien?”. Al portador de la noticia alguien le había gastado una broma macabra.

La lista es infalible. Procuren que no les incluya, si es que no lo están ya.

Imagen obtenida de Google

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