El cambio efectuado por ZP en los miembros y miembras del gobierno del pasado miércoles nos ha sumido en una profunda tristeza. Uno, porque dejaremos de asistir a la pasarela de moda que cada día nos ofrecía la señora De la Vega; dos, porque se acabarán las brillantes y novedosas ideas de la Aído; tres, porque el bonachón de Moratinos deja Exteriores, aunque venga a ocuparlo la siempre sonriente Trinidad Jiménez, recientemente derrotada en las primarias de Madrid; y cuatro porque, a nuestro juicio, lleva razón Xavier Domenech cuando afirma que es una remodelación pensada como un intento de solucionar los problemas del Gobierno y no los del país. La prueba de ello es, por un lado, la concesión de plenos poderes y la Vicepresidencia primera al, antes y ahora, ministro del Interior, Pérez Rubalcaba y, por otro, el guiño a la izquierda con el nombramiento de Rosa Aguilar y Valeriano Gómez como titulares de Medio Ambiente y Trabajo, respectivamente. Los verdaderos problemas de este país, la economía y el paro, seguirán siendo gestionados del mismo modo que hasta ahora. Salvados los presupuestos para el próximo ejercicio, en marcha el Decretazo -y lo que venga detrás-, todo con el apoyo de los partidos nacionalistas y también regionales, nada impide ya que ZP ocupe sus esfuerzos en reducir la diferencia que, según las encuestas, le separa actualmente del partido en la oposición. Para ello tiene año y medio, casi media legislatura, y se ha rodeado de quienes pueden conseguirlo. Y seguro que lo lograrán.
No estaría de más que el principal partido de la oposición tomase la debida nota de la jugada maestra de ZP e hiciera también un cambio en el reparto de papeles, incluido el principal protagonista, porque el desgaste del Presidente tocará a su fin y el confiar en que las encuestas les sigan dando una gran ventaja sin que, aparentemente, la hayan logrado por sus gestiones y propuestas, tiene un gran peligro y es que se de la vuelta a la tortilla y, pasados unos meses, esa ventaja quede neutralizada e incluso se ponga a favor del partido gobernante. No se si me entienden. Sentarte tranquilamente a la puerta de tu casa esperando ver pasar el cadáver del enemigo pude suponer, a la postre, que sea tu propio cadáver el que veas pasar. Desde el inicio de la crisis y a lo largo de estos dos últimos años los populares han perdido magníficas oportunidades de hablar, de explicar a los ciudadanos españoles sus propuestas para mejorar el déficit y crear empleo, y también para haber propuesto una moción de censura que, entonces, podría haber triunfado, pero que ahora, con el apoyo de los nacionalistas a ZP, no tiene ni los mínimos visos de salir adelante.
Un remake de la historia. Otros actores para la misma película, por un lado, y por el otro lo de siempre, silencio y zancadillas. Un dolor, vamos.
Fotos obtenidas de google
No estaría de más que el principal partido de la oposición tomase la debida nota de la jugada maestra de ZP e hiciera también un cambio en el reparto de papeles, incluido el principal protagonista, porque el desgaste del Presidente tocará a su fin y el confiar en que las encuestas les sigan dando una gran ventaja sin que, aparentemente, la hayan logrado por sus gestiones y propuestas, tiene un gran peligro y es que se de la vuelta a la tortilla y, pasados unos meses, esa ventaja quede neutralizada e incluso se ponga a favor del partido gobernante. No se si me entienden. Sentarte tranquilamente a la puerta de tu casa esperando ver pasar el cadáver del enemigo pude suponer, a la postre, que sea tu propio cadáver el que veas pasar. Desde el inicio de la crisis y a lo largo de estos dos últimos años los populares han perdido magníficas oportunidades de hablar, de explicar a los ciudadanos españoles sus propuestas para mejorar el déficit y crear empleo, y también para haber propuesto una moción de censura que, entonces, podría haber triunfado, pero que ahora, con el apoyo de los nacionalistas a ZP, no tiene ni los mínimos visos de salir adelante.
Un remake de la historia. Otros actores para la misma película, por un lado, y por el otro lo de siempre, silencio y zancadillas. Un dolor, vamos.
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