No es que Duke y yo sepamos gran cosa de economía, pero mucho nos tememos que quienes administran la nacional aún saben menos. Este miércoles hemos asistido a un nuevo espectáculo circense en el Hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. Lo que les venimos diciendo, en un debate parlamentario sobre la crisis económica, no hemos visto ni oído propuesta alguna. Que no se ha hablado de economía, vamos. Por un lado se sugiere a la bancada contraria que prescindan de su jefe de filas, y por el otro se les dice que presenten una moción de censura, si es que tienen lo que hay que tener. Total, que más de lo mismo. Lo de siempre. Luego ambos afirman que salieron satisfechos de la trifulca, como si de lo que se tratase es de ver quien llevaba menos hostias del contrario.
Y es así. Porque tras debates de ésta u otra índole, como pueda ser el que anualmente se hace sobre el Estado de la Nación, siempre vemos que los medios, sean escritos o audiovisuales, someten a la votación de lectores, oyentes o televidentes la decisión acerca de quién ha resultado vencedor. Exactamente igual que en un combate de boxeo. Lo demás no importa, solo quién ha ganado. Y como, cuando se trata de estas cuestiones, nunca pierde ninguno de los dos, resulta que el único perdedor es quienes ustedes se imaginan. El ciudadano español. Perdemos confianza en quienes nos gobiernan y también en los que deben de controlar esa tarea de gobierno y dar alternativas; perdemos la esperanza de que esta situación pueda llegar a reconducirse en un futuro próximo; y, sobre todo, se nos agota la paciencia porque ya estamos más que hartos de crisis, de políticos y de la madre que lo parió.
Eso de que cuando se te cae una tostada al suelo siempre lo hace por el lado de la mantequilla, o aquello de que no hay nada que esté tan mal que no sea susceptible de empeorar, que dice la Ley de Murphy, son aforismos cuya certeza podemos comprobar a diario. Santiago Niño, catedrático de Estructura Económica en la Universidad Ramón Llull, cree que lo ocurrido desde 2008 en España y a escala mundial es solo la antesala de la crisis sistemática que estallará a partir del próximo verano. El crédito se restringirá -aún más-, el consumo disminuirá y el paro subirá. Así mismo estima que para 2010 el PIB español sufrirá una tasa de variación de entre el -4,4 % y el -4,2 %, y la tasa de desempleo se situará entre el 22 y el 23 %. Para echarse a temblar. Sin embargo el Sr. Zapatero, que sabe más de esto que nadie, ha afirmado que comenzaremos a crecer en el primer semestre y a crear empleo neto en el segundo. Afirmación similar a la que hizo justamente el año pasado por estas fechas. Como acierta todas y cada una de sus predicciones, resulta obvio que el catedrático tendrá que dedicarse a otros menesteres.
Perdonen la expresión, pero lo que más nos jode es que, con la que está cayendo y la que se prevé que caiga, el Presidente mantenga esa adoptada pose de autosatisfacción, esa forzada y cínica sonrisa que parece decir “aquí no pasa nada” o “tranquilos, que estáis en buenas manos”. ¿Por qué sonríe?, o ¿de quién se ríe? como si fuera el tonto del pueblo. No se si nos encaminamos hacia una revolución social, pero sí que este país lo que necesita es otro presidente. Ya.
Y es así. Porque tras debates de ésta u otra índole, como pueda ser el que anualmente se hace sobre el Estado de la Nación, siempre vemos que los medios, sean escritos o audiovisuales, someten a la votación de lectores, oyentes o televidentes la decisión acerca de quién ha resultado vencedor. Exactamente igual que en un combate de boxeo. Lo demás no importa, solo quién ha ganado. Y como, cuando se trata de estas cuestiones, nunca pierde ninguno de los dos, resulta que el único perdedor es quienes ustedes se imaginan. El ciudadano español. Perdemos confianza en quienes nos gobiernan y también en los que deben de controlar esa tarea de gobierno y dar alternativas; perdemos la esperanza de que esta situación pueda llegar a reconducirse en un futuro próximo; y, sobre todo, se nos agota la paciencia porque ya estamos más que hartos de crisis, de políticos y de la madre que lo parió.
Eso de que cuando se te cae una tostada al suelo siempre lo hace por el lado de la mantequilla, o aquello de que no hay nada que esté tan mal que no sea susceptible de empeorar, que dice la Ley de Murphy, son aforismos cuya certeza podemos comprobar a diario. Santiago Niño, catedrático de Estructura Económica en la Universidad Ramón Llull, cree que lo ocurrido desde 2008 en España y a escala mundial es solo la antesala de la crisis sistemática que estallará a partir del próximo verano. El crédito se restringirá -aún más-, el consumo disminuirá y el paro subirá. Así mismo estima que para 2010 el PIB español sufrirá una tasa de variación de entre el -4,4 % y el -4,2 %, y la tasa de desempleo se situará entre el 22 y el 23 %. Para echarse a temblar. Sin embargo el Sr. Zapatero, que sabe más de esto que nadie, ha afirmado que comenzaremos a crecer en el primer semestre y a crear empleo neto en el segundo. Afirmación similar a la que hizo justamente el año pasado por estas fechas. Como acierta todas y cada una de sus predicciones, resulta obvio que el catedrático tendrá que dedicarse a otros menesteres.
Perdonen la expresión, pero lo que más nos jode es que, con la que está cayendo y la que se prevé que caiga, el Presidente mantenga esa adoptada pose de autosatisfacción, esa forzada y cínica sonrisa que parece decir “aquí no pasa nada” o “tranquilos, que estáis en buenas manos”. ¿Por qué sonríe?, o ¿de quién se ríe? como si fuera el tonto del pueblo. No se si nos encaminamos hacia una revolución social, pero sí que este país lo que necesita es otro presidente. Ya.
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