La atención primaria del SESPA.
Hasta una semana están tardando los centros de salud de
Oviedo en dar cita a los pacientes para su médico de cabecera. De manera que,
cuando les toque ver al galeno, muchos irán con la cabeza debajo del brazo, o
el médico les verá ya a punto del óbito. Dicen que, por una parte, ello es
debido a esos días de vacaciones que se toman los de la profesión por estos
fiestas, también que las urgencias hospitalarias están petadas de gente malina,
con gripe o síndrome navideño. Lo cierto es que algo tan inaudito en estos
tiempos -cuando se presume de que el SESPA
es de los mejores servicios de salud del país- no ocurre sólo en la
capital del Principado, sino que también sucede en estas Cuencas de nuestros
males. Yo mismo tenía de baja de larga duración a mi médico cuando, por
estricta necesidad, necesité de esos servicios durante varios días por cosas de
ajustes de un medicamento. Si fui cuatro o cinco veces otros tantos doctores me
atendieron, hasta que cansado de tanto cambio y de contar a los sucesivos
facultativos mis males y mis penas decidí cambiar de médico. Y de repente
púseme bien, oye. Ahora que lu tengo allí seguro ya no lu necesito. Y no voy.
Y, ahora que estamos en Navidad, acuérdome de haz dos mil
años (bueno, contáronmelo) cuando no había ambulatorios ni dispensarios y la
gente iba a un rapaz que era curanderu pa que los sanase de la cojera (los
tullidos), la ceguera, la sordera, la lepra y to les enfermedáes que había
entonces. Además iben en grupos grandes, como los del IMSERSO, y aquel paisano
era especialista en todo sin falta de radiografíes, analítiques y to eso.
Curaba que te cagas. De hecho contáronme de un paisano de Campu Casu que tenía
una pata tiesa y fue a velu a una montaña onde taba dando un mitin. Cuando
volvió caminaba como una modelo de pasarela y los que esperaben preguntáron-i
asustáos qué ye lo que-í había dicho el curanderu, y el casín dijo: “Na, ni me
miró”. Así que, como tamos casi ya en 2017, lo mejor que puén hacer los que se
sientan indispuestos ye fletar autocares p’al próximu sermón de la montaña.
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