Carlos Alvarez Nóvoa Sanchez (la Felguera, 17 de agosto de 1940). Licenciado en Derecho y Filología Románica por la Universidad de Oviedo, Doctor en Filología Hispánica y Ciencias del Espectáculo por la de Sevilla. Tiene una amplia actividad teatral como autor, profesor, actor y director. Dirigió más de cuarenta montajes teatrales e intervino como actor en teatro, cine y televisión en más de un centenar de producciones. Pero no solo eso, que no es poco, sino que fue profesor de Literatura y Dramatización y también de Dramaturgia e Historia del Teatro, publicó varios libros y multitud de artículos de análisis y teoría teatral. Pero ante todo es un langreano universal al que primero la profesión de su padre (era Juez) y luego la suya le llevó por diversos lugares fuera de Asturias. Ahora reside en Sevilla. Afirma que sus dos grandes amores son Asturias, “mi madre”, y Andalucía, “mi amante”. En su película “Solas” convenció a su Director benito Zambrano y al Productor para que su personaje fuera Asturiano y de La Felguera, y así lo proclamó en el film por el que mereció el Goya al mejor actor revelación. Desde entonces tuvo varias distinciones langreanas, como el nombramiento de Socio de Honor de la Sociedad de Festejos de San Pedro o el haber sido pregonero en el día de Langreo en Sevilla, que propició su regreso al concejo y su libro “Por los caminos de Langreo”.
Hace poco más de un año, con motivo de la entrega de los premios Langreanos en el Mundo, pronunció en la sede del MUSI una conferencia en la que disertó sobre la figura del malogrado poeta Alberto Vega. Justamente de ella se gestó el libro “Alberto Vega entre amigos” recientemente publicado, y quizás también el premio que la citada asociación langreana le otorgó en la actual edición de 2010. Vuelve, por tanto, cada vez más a menudo a Langreo donde ha recuperado sus raíces, sus viejas amistades, donde ha cosechado nuevos amigos y donde también evoca viejos recuerdos: “De la casa de mis abuelos recuerdo el mirador, con un reposabrazos con cojines tras los cristales, desde donde mi abuela veía pasar a la gente y me contaba quiénes eran. Y recuerdo el piano, y el reloj de pared que hoy está en mi casa de Palomares del Río, en Sevilla, que desgranaba tic-tacs y campanadas en el silencio de la siesta. Y la peinadora que venía todas las mañanas, y los despertares silenciosos de mi abuelo, leyendo La Nueva España, en la sala umbría, en zapatillas, pero vestido de traje, chaleco y corbata desde por la mañana, aunque no salía hasta el atardecer, alto y erguido, trajeado, elegante, siempre con su boina… Y regresaba a la hora de la cena, después de las partidas de tute, en el bar la Traba, de las botellinas de sidra o de los tintos, chispeante, convertido en otra persona, ante los reproches dulces de mi abuela”.
Y en La Felguera comenzó su afición al cine: Su abuelo, aparte de negocios mineros, suya era la mina de Regadoiro, era propietario también de una sala, que estaba al lado de su casa, el Cine Astur. Allí tenían un palco para la familia, en el entresuelo, el primero a la derecha, mirando hacia la pantalla. Cuando pasaba temporadas en casa de sus abuelos, como escribió en El camín de Llangréu “vi todas las sesiones infantiles, españoladas de cante y guitarra, con niño prodigio incluido, y las primeras americanadas del oeste; no olvidaré el vocerío de la sala cuando el caballo del mocín alcanzaba al caballo del malo”.
Durante muchos años, los de su bachillerato y su carrera de Derecho, pensó que sólo se podía ser feliz en la vida siendo juez, como su padre. Pero, aunque acabó la carrera de Derecho, un día decidió que nunca querría juzgar a nadie, y después de estudiar Filosofía y Letras, cambió las tablas de la Ley, por la tarima de las aulas y, después, por las tablas del escenario.
Se siente orgulloso de su último premio. “En primer lugar, por compartirlo con personas de la talla de María Neira y Juan Luis Iglesias Prada, premiados en las dos primeras ediciones. Orgulloso de que hayan sido mis paisanos quienes me lo hayan otorgado. Y orgulloso de las razones por las que se me concede, en especial por ese reconocimiento que en el acta del jurado se hace a mi asturianía y a mi amor a Langreo”.
Participa de la reflexión que uno de sus personajes, el de un spot realizado recientemente, hace cuando le preguntan sobre el secreto de la vida; “Mi personaje, que en varios fotogramas lo habíamos visto en un valle, entre montañas, rodeado de frutales floridos, reflexionaba : Difícil pregunta… quizá ser auténtico… Disfrutar de la familia… de las cosas naturales… Pero creo que lo más importante es saborear los pequeños placeres de la vida".
Hace poco más de un mes terminó de rodar con Maribel Verdú “De tu ventana a la mía”, película de la que se hablará esta próxima temporada. Hoy Carlos Alvarez Nóvoa cumple setenta fructíferos años y saborea esos pequeños placeres. Desde Langreo para Palomares del Río, en la tierra del Tenorio, ¡Felicidades, querido Maestro!, vuelve pronto.
Hace poco más de un año, con motivo de la entrega de los premios Langreanos en el Mundo, pronunció en la sede del MUSI una conferencia en la que disertó sobre la figura del malogrado poeta Alberto Vega. Justamente de ella se gestó el libro “Alberto Vega entre amigos” recientemente publicado, y quizás también el premio que la citada asociación langreana le otorgó en la actual edición de 2010. Vuelve, por tanto, cada vez más a menudo a Langreo donde ha recuperado sus raíces, sus viejas amistades, donde ha cosechado nuevos amigos y donde también evoca viejos recuerdos: “De la casa de mis abuelos recuerdo el mirador, con un reposabrazos con cojines tras los cristales, desde donde mi abuela veía pasar a la gente y me contaba quiénes eran. Y recuerdo el piano, y el reloj de pared que hoy está en mi casa de Palomares del Río, en Sevilla, que desgranaba tic-tacs y campanadas en el silencio de la siesta. Y la peinadora que venía todas las mañanas, y los despertares silenciosos de mi abuelo, leyendo La Nueva España, en la sala umbría, en zapatillas, pero vestido de traje, chaleco y corbata desde por la mañana, aunque no salía hasta el atardecer, alto y erguido, trajeado, elegante, siempre con su boina… Y regresaba a la hora de la cena, después de las partidas de tute, en el bar la Traba, de las botellinas de sidra o de los tintos, chispeante, convertido en otra persona, ante los reproches dulces de mi abuela”.
Y en La Felguera comenzó su afición al cine: Su abuelo, aparte de negocios mineros, suya era la mina de Regadoiro, era propietario también de una sala, que estaba al lado de su casa, el Cine Astur. Allí tenían un palco para la familia, en el entresuelo, el primero a la derecha, mirando hacia la pantalla. Cuando pasaba temporadas en casa de sus abuelos, como escribió en El camín de Llangréu “vi todas las sesiones infantiles, españoladas de cante y guitarra, con niño prodigio incluido, y las primeras americanadas del oeste; no olvidaré el vocerío de la sala cuando el caballo del mocín alcanzaba al caballo del malo”.
Durante muchos años, los de su bachillerato y su carrera de Derecho, pensó que sólo se podía ser feliz en la vida siendo juez, como su padre. Pero, aunque acabó la carrera de Derecho, un día decidió que nunca querría juzgar a nadie, y después de estudiar Filosofía y Letras, cambió las tablas de la Ley, por la tarima de las aulas y, después, por las tablas del escenario.
Se siente orgulloso de su último premio. “En primer lugar, por compartirlo con personas de la talla de María Neira y Juan Luis Iglesias Prada, premiados en las dos primeras ediciones. Orgulloso de que hayan sido mis paisanos quienes me lo hayan otorgado. Y orgulloso de las razones por las que se me concede, en especial por ese reconocimiento que en el acta del jurado se hace a mi asturianía y a mi amor a Langreo”.
Participa de la reflexión que uno de sus personajes, el de un spot realizado recientemente, hace cuando le preguntan sobre el secreto de la vida; “Mi personaje, que en varios fotogramas lo habíamos visto en un valle, entre montañas, rodeado de frutales floridos, reflexionaba : Difícil pregunta… quizá ser auténtico… Disfrutar de la familia… de las cosas naturales… Pero creo que lo más importante es saborear los pequeños placeres de la vida".
Hace poco más de un mes terminó de rodar con Maribel Verdú “De tu ventana a la mía”, película de la que se hablará esta próxima temporada. Hoy Carlos Alvarez Nóvoa cumple setenta fructíferos años y saborea esos pequeños placeres. Desde Langreo para Palomares del Río, en la tierra del Tenorio, ¡Felicidades, querido Maestro!, vuelve pronto.
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