miércoles, 9 de noviembre de 2011

VENCER O CONVENCER

El debate Rajoy-Rubalcaba
Detesto hablar de estos temas en plena campaña electoral. Ni me gusta, y cada vez menos, ni soy cronista político. Sin embargo Duke no permite que me sustraiga al comentario acerca de lo que visto y oído con atención el pasado lunes. Alguien dijo que se hablaría más de los prolegómenos y preparativos del debate que del debate en sí mismo. No se si tendrá razón este aserto, pero lo cierto es que hemos asistido a una partida de ajedrez concertada en sus tiempos y movimientos por esos que llaman asesores de imagen, jefes de campaña y expertos en comunicación oral y gestual. En una palabra, hemos visto un remake de otros debates de pasadas elecciones con todo estudiado y pactado entre los dos grandes partidos, de tal forma que hasta el color de las corbatas cobró más importancia que el contenido de lo que allí se dijo. El mismo día en que parece diluirse la atención sobre el problema griego y crece la alarma sobre un posible rescate a Italia, situando a los españoles en la línea de salida, se enfrentan los candidatos a presidir esto y pasan de puntillas por el gran tema que tiene sin dormir a Europa. Digo esto por no afirmar con rotundidad que lo han obviado, mientras la prima de riesgo de la deuda italiana ronda los 500 y la de España se acerca con peligro a los 400. Y esto es realmente lo que origina los grandes problemas españoles, el desempleo, la restricción del crédito y los recortes en sanidad, educación y todo lo que quieran añadir, por si esto fuera poco. En definitiva, cuando en la Unión Europea los acontecimientos se suceden de forma vertiginosa de manera que lo que ocurre hoy es muy distinto a lo de ayer y lo de mañana diferirá sensiblemente de lo de hoy, ambos contendientes llegan con un discurso enlatado que conocemos todos y no sorprende a nadie. Para eso podían haberse quedado en casa o irse de mitin a Pola del Tordillo y se hubieran ahorrado medio millón de euros. No eran necesarias esas alforjas ni tantas dudas con las corbatas.

¿Cuál es la manera de evitar el tener que poner encima de la mesa tu programa? Poner el de tu contrincante. Conocerlo mejor que él mismo, que se supone que lo ha parido. Eso es lo que ha hecho Alfredo. Y preguntar y repreguntar, cual periodista inquisitorial. Y ¿cuál es la manera de echar los balones al tejado contrario? Acusando a tu rival de insidioso y de poner en su boca palabras e intenciones no manifestadas. Eso es lo que ha hecho Mariano. Y al margen de los incontrolados parpadeos del inicio y fin de la intervención del socialista, de sus evidentes nervios, y de la notoria incomodidad del popular ante ciertas afirmaciones de su oponente y su continuado manejo de los papeles, al margen de todo eso no se a quién habrán convencido cada uno de los dos, además de a quienes ya lo estaban. A mí, desde luego, me han dejado como estaba. Además de cabreado. Luego, en todos los medios se consulta la opinión acerca de quién ha resultado vencedor y, claro, cada uno opina según su orientación política. Es lo que quedará para la historia cuando, dentro de cuatro años o cuando toque, en un próximo debate se hable de éste. Que el vencedor ha sido “R”. Apaga y vámonos.

Imágenes de Google

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