Cada mañana, y en ocasiones muy temprano, uno se asoma a la red de redes para desayunarse con las noticias de los diversos diarios regionales y nacionales y encontrar cada vez más a menudo la amenaza del caos más absoluto que se cierne sobre todos nosotros. La pasada semana ha sido paradigmática de esta afirmación. Desde la quiebra del estado irlandés y el rescate multimillonario de la Ué, pasando por el conflicto siempre larvado y ahora real entre las dos Coreas, la petición de Arabia Saudí a Estados Unidos para atacar Irán, el contencioso del Sahara Occidental, y terminando por los problemas financieros de la sanidad asturiana para terminar el año y, en fin, sobrevolando todo la omnipresencia de la puñetera crisis económica que a todo afecta y todos nos alcanza. De tal forma que está comenzando a entrarnos un miedo que te vas por la pata abajo, colega. Miedo no, yo diría que pánico.
Todo ello viene posibilitado por un Gobierno que en su inseguridad y desamparo no habla claro y no hace más que dar palos de ciego a esas amenazas que, lejos de alejarse, se convierten en tangibles realidades. El pasado fin de semana han lanzado un eseóese a los empresarios del IBEX, los que representan un muchos por ciento del PIB y un pocos del total del empleo nacional, los Alierta, Botín, Ortega y compañía a quienes, por lo que se ve, esto de la crisis no les afecta más allá de los vaivenes de la bolsa propiciados precisamente por las dudas que los inversores internacionales tienen con respecto a nuestra economía y si seremos los siguientes o no en tener que ser rescatados por Europa -para lo que parece que ya no hay viruta- por lo que se hace depender la supervivencia europea a la propia supervivencia española. Y pese a las buenas palabras de estos ineptos que nos gobiernan y las críticas de los otros ineptos que hacen la oposición, pese a ello la triste realidad es que después de tres años de desaceleraciones, recesiones y cuentos chinos el lobo no solo ha enseñado sus orejas sino que ya muestra sus comillos con los ojos inyectados en sangre.
Tras los resultados alcanzados en las elecciones catalanas y el tremendo castigo obtenido por los socialistas, da toda la impresión de que en Madrid no quieren enterarse del clamor ciudadano porque lo que pasa en Cataluña no es extrapolable al resto de España. Según ellos. De manera que mientras los unos aguantan merced a sus salvados presupuestos y al apoyo nacionalista y regionalista, los otros aguardan a que el cadáver de los primeros termine de descomponerse para abalanzarse sobre sus restos como buitres. Entre tanto los españoles seguimos alimentados de Fórmula 1, tenis, fútbol, Belén Esteban y la madre que los parió. Pan y circo. Mentiras, medias verdades, ronaldos y mesis, tarjetas rojas a la violencia de género y génera y, en definitiva, historias para no dormir. Quizás sea mejor así porque ojos que no ven…
Imágenes obtenidas de Google
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