sábado, 20 de noviembre de 2010

AFGANISTÁN Y LOS CERROS DE ÚBEDA



Los tiempos cambian pero no los hábitos y las costumbres. Históricamente cuando un mandatario público o el mismo monarca no querían saber nada de un determinado asunto se perdían yendo a cazar por los Cerros de Úbeda. Se escaqueaban y dejaban el marrón a sus ministros, validos, duques, condes o marqueses. Hoy día pasa algo parecido, el presidente Cetapé -ahora la “Z” se lee “ceta”, mandolo la RAE-, decía que el Presi tenía que recibir a S.S. el Papa Benedicto y prefirió tirarse más de veinte horas de vuelo antes que aguantar dos de ángelus, liturgias, mitras y sotanas, así que mandó a Fredo en su lugar y él marchó para Afganistán a ver a sus tropas en visita sorpresa. Al menos eso fue lo que dijeron ellos, como si las sorpresas se improvisaran de un día para otro. Una sorpresa ye cuando quiés llevar a la muyer a cenar y te diz que no fue a la pelu, pero preparar un avión y marchar a más de seis mil kilómetros de distancia, con todo el séquito y las damas de compañía (las ministras de Exteriores y de la Guerra), eso excede de la sorpresa para convertirse en algo muy planificado por visitante y visitados, o ¿no iban a saber los más de mil soldados allí desplazados que tenían visita del Jefe?. Pues claro que lo sabían, y para ello se pusieron en perfecto estado de revista, las botas relucientes y el pelo bien cortado. Así que de sorpresa nada.

Los Príncipes, el Jefe de la Oposición, algunos ministros y el presidente gallego en Santiago primero, y luego en la ciudad condal los reyes, el Honorable, alguna autoridad, y entre medias la recepción papal a Rubalcaba, y Cetapé en los Cerros de Úbeda, es decir en Afganistán. Como si nada. El presidente tiene por costumbre hacer de menos a ciertos símbolos, personas o cosas cuando por alguna razón, legítima o no, le disgusta lo que representan. Lo hizo hace unos años ante el paso de la bandera estadounidense y lo ha vuelto a hacer ahora con la visita del Presidente del Vaticano. Un feo, un desaire, un desprecio…, llámenlo ustedes como quieran. En cualquier caso es algo que en la primera ocasión no le pasó factura pero muy posiblemente se la vaya a pasar ahora.

No vale ni queda solucionado el desprecio con su presencia de última hora en el Prat durante poco más de cinco minutos, como aquel que se excusa de la cena de año nuevo y se pasa a tomar las uvas para volver a irse. No es serio ni de recibo que el presidente de un país como España decline de sus responsabilidades como tal, dejando en evidencia ante el mundo al país entero. Igual da que se trate de Obama, que de Sarkozy, de Chavez o Mohamed VI, que de Joseph Razingger. Seguro que a él no le gustaría ser recibido por nadie que no fuera el primer ministro, pero con su actitud ha despreciado a toda la institución y puesto en solfa a toda la ciudadanía. Otra cosa son las palabras del pontífice con referencia a la laicización del país. No tiene nada que ver una cosa con la otra. Por eso hay que estar a las duras y a las maduras. Estar, y no irse a Afganistán.

Imágenes obtenidas de Google

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