martes, 2 de noviembre de 2010

COSAS DE PRÍNCIPES Y BANDIDOS


Nunca me hubiera imaginado que un heredero a la Corona de España, Mónaco, uno de esos países nórdicos o la de Pola del Tordillo estuviera tan fresco a las seis de la mañana después de una cansada sesión de footing, dispuesto a desayunar y hablando por teléfono con su futura que, tan fresca como él, se acaba de meter doscientos abdominales como quien no quiere la cosa. Seis de la madrugada que en Madrid, un 14 de octubre de 2003, ya es de día. Un día espléndido, en el que trinan los pajaritos y revolotean las mariposas, amén del jardinero de palacio que parece que está podando cuando, en estas fechas, debería de estar retirando las hojas del otoño otoñal de la capital del reino. Nunca lo habría pensado, pero es que en la tele pueden pasar cosas como estas. Puede ocurrir que una reina de origen griego arrastre la “erre” como si fuera francesa. Puede ocurrir que esa misma reina, famosa por su prudencia y criterio, se meta -más bien se entrometa- en todas las cuestiones de su hijo, ya mayorcito, y de su marido, un poco más mayorcito. Puede ocurrir que un monarca al que siempre se ha calificado como un tanto “Bobón” -con perdón- se le pinte aún más, si cabe, y que además se le parodie en sus comportamientos palaciegos de forma cómico-grotesca que nada tiene que ver, creo yo, con el Rey que todos conocemos. Pero es más. Creo recordar que todos los españoles nos enteramos del romance real por los difuntos de aquel año, ahora hace siete. Pues bien, tal y como nos no lo pintan en la tele, por estas fechas los hoy Príncipes de Asturias estaban ya cansados de ir a cenar y a bailar, en establecimientos públicos, eso sí de la Jet. Y Duke se pregunta, ¿dónde estaban Jorge Javier, Ana Rosa, Jordi González y todos esos que pululan en los medios televisivos?, ¿qué hacían que no nos lo contaron, cuando cuentan hasta el último pedo que se tira esa a la que ellos mismos llaman la princesa del pueblo?

Conozco la historia reciente y he estado haciendo zaping para recordar la pasada, en esa pelea de audiencias entre televisiones, y resulta que la historia pasada es el relato (¿?) de las aventuras y desventuras de un pastor lusitano llamado Viriato que -por lo que se vió- tenía a los romanos en un sinvivir. Y puestos ahí vuelvo a preguntarme ¿si era lusitano, es decir de la actual Portugal, por qué titulan a la serie “Hispania”?, ¿no hubiera sido mejor titularla “Viriato”, o “El Príncipe de los bandidos”, y todos tan contentos? En cualquier caso es inexplicable que esta recreación de una época de antes de Cristo sea tan poco fidedigna y creíble como esta serie. Al igual que la otra, en la que, a nuestro entender, solo se libra la guapa Amaia que interpreta a la periodista Letizia Ortiz. ¿Cuándo se vió a un presidente de la comunidad de vecinos de una comedia televisiva (“Aquí no hay quien viva”) interpretar al adusto Jefe de la Casa Real?

Más de diez millones de espectadores viendo estos dos engendros de producción nacional. Crónica rosa y de romanos. Si el Superagente 86 levantara la cabeza.
Imágenes obtenidas de Google

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