domingo, 14 de noviembre de 2010

CÓMO PUDE VIVIR SIN BELÉN


De interés cultural, televisión protegida, medio informativo nacional… De cualquiera de estas formas, u otra parecida, deberían de declarar a la cadena de Paolo Vasile y antes de Mauricio Carlotti. La inventora de Gran Hermano, Salsa rosa, Hotel Glam, La isla de los famosos, Sálvame… La cadena que no da noticias en sus telediarios sino crónica de sucesos. La patrocinadora y mecenas de personajes casposos cuyo último exponente -y también zafio y cansino- es la que ellos mismos bautizaron como “la princesa del pueblo”. En definitiva, la tele de la telebasura, la cloaca de todos los detritus, mierdas nacionales y porquerías diversas. Esa que nadie ve, pero que tiene los más elevados índices de audiencia. Esa que ha sacado del armario a todos los periodistas y seudoperiodistas gays y ha sentado el precedente para que sean los únicos contratados para la crónica social en distintas cadenas de forma que no haya noticia chismosa o del corazón si no va a través de un vehículo que pierda aceite, con todo mi respeto y consideración para estos periodistas, si es que lo son.

Los habrá que nos tilden de homófobos pero, aunque respetamos esa opinión, no nos consideramos como tal. De todas formas, ¿han visto en la crónica política de cualquier medio a algún periodista amanerado y/o que presuma de su legítima condición de homosexual?, ¿consideran creíble y seria una noticia emitida por alguien así? ¿Por qué no ponen a Jorge Javier a dar telediarios o a comentar partidos de fútbol? No creemos convenientes esos cambios y tampoco posibles. Sin embargo, paradojas que tiene la vida, hay quien se ha planteado meter a Belén Esteban en política. Es más, si lo hiciera, le auguran un éxito rutilante. Según el exhaustivo análisis sociológico que, parece ser, han hecho, sacaría más diputados que algunos partidos nacionales como Izquiera Unida o UPyD. Y ¿por qué no? ¿No lo ha hecho Cicciolina y la Aído, Julián Muñoz y Ronald Reagan, entre otras y otros?, pues la Esteban también, qué puñetas. Total, lo mismo nos da oírla hablar de sus matrimonios que de paro, economía o relaciones internacionales. Se la pule un poco y, enseguida, a dar mítines por ahí. Que lo arrasa, vamos.

No sabemos cómo pudimos vivir sin ella tanto tiempo, ni lo que hacíamos por las mañanas, por las tardes y por las noches antes de la llegada de su halo de estrella. Se nos hace imposible que hasta hace cinco o seis años no existiera en las ondas hertzianas, como imposible se nos haría también que no existiera la Selección española de fútbol. Gracias a ellos este país aún respira. Han evitado que los españoles nos echemos a la calle contra esos que nos gobiernan, y nos mantienen atentos a la pantalla en espera de sus próximas gestas, de sus siguientes infidelidades o subidas de azúcar y pendientes de si, al final y ante la duda, será la próxima candidata conservadora para presidir a los asturianos. No requiere devolución del casco.

Imágenes obtenidas de Google

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