Pocas personas han dejado en Langreo un sello tan personal e inconfundible como este empresario nacido en Les Llanes en el seno de una humilde familia que ha dedicado los últimos cuarenta años de su vida a cambiar la fisonomía del concejo de Langreo y que ha sido merecedor, también por otras razones más altruistas, a la distinción de “Langreano de Honor” hecha por la Corporación Langreana y la Sociedad de Festejos del Carbayu. Rafael Velasco Cadenas, “Falo” como todos le llaman, incluso sus empleados, me recibe en su inmaculado despacho en el centro de Oviedo donde empieza por asegurarme que no está acostumbrado a hacer entrevistas. No tenemos la entrevista al uso, sino una relajada y amistosa conversación vigilada en todo momento por imágenes de la Santina y de la Virgen del Carbayu que presiden el amplio gabinete del fundador y alma de una de las empresas familiares más importantes de Langreo en las últimas décadas.
- Si te parece podemos comenzar con una reseña de tus principios, tu juventud e inicios en la vida laboral.
- Nací dentro de una familia humilde, minera y campesina poco antes del inicio de la Guerra Civil, el 21 de mayo de 1936. Fui al Colegio de los Frailes en Ciañu y empecé a trabajar en la Bayer a los doce años, lo que era Productos Químicos Sintéticos (PROQUISA). De ahí fui a trabajar a la carpintería de Julio “El Quete” hasta que marché a la mili. Cuando volví me casé, y como la familia de mi mujer tenía una zapatería en la Torre de Abajo la cogimos nosotros porque mi suegro no quería seguir con ella. De ahí empecé a relacionarme con la venta de calzado al por mayor, sobre todo a los economatos, y al mismo tiempo me asocié con “El Ñitu” e inicié lo que sería mi futuro en la construcción. Pasó un tiempo y disolvimos la sociedad porque él quería ir más despacio, construir un edificio de cada vez, mientras que yo prefería promover varias construcciones a un tiempo, cuando así fuera posible. La separación fue amistosa y debido a lo que termino de explicarte. Desde entonces hasta ahora, que seguimos construyendo, esa fue mi vida contada a grandes rasgos.
- ¿Cómo llegaste a esto de la construcción?, nada tiene que ver con el tema del calzado.
- En la carpintería de Julio, “El Quete”, hicimos muchísimos trabajos para la construcción. De ahí viene mi relación con el sector.
- ¿Dónde construís en la actualidad?
- Estamos construyendo doscientas sesenta viviendas aquí en Oviedo al lado del Hospital, en el “Práu La Vega”. Acabamos de entregar 52 y próximamente lo haremos con otras 22 en el mes de noviembre. En diciembre empezaremos otra fase como la primera de 52 viviendas y más tarde otra de 60, pero esta ya es de viviendas libres y eso lleva algo más de retraso.
- Aunque tus inicios fueron otros tiempos en los que había menos empresarios dedicados a esto, ¿llegó un momento en que se metió a construir mucho advenedizo y no profesional cuando vieron las posibilidades económicas que la construcción traía consigo? Quiero decir que hubo un momento de auge en que comenzaron a proliferar constructores que más tarde desaparecieron igual que habían llegado. ¿Es esto así?
- Efectivamente, eso es cierto. En este tema hubo mucha gente que se metió con dinero fácil. Antes para comprar un solar debías de tener dinero. Yo tenía algo del tema del calzado y mi padre me dio en vida sus ahorros para crear mi propia empresa. Mi padre era un gran minero, y el ganado y la huerta que había en la casería familiar suponían un autoabastecimiento para la familia, comíamos de lo que había en casa. Ello hizo que hubiese un pequeño capital que mi padre me dio para empezar. A lo que íbamos, fueron tiempos en los que se ganaba el dinero fácilmente. Como todo se vendía bien, hasta hubo directores de banco que daban los créditos y luego participaban en las sociedades. Entre el año 2000 y 2006 se construyó desaforadamente. Ahí fue donde entró la marabunta. El dinero lo daba el banco. En alguna ocasión incluso más de lo que costaba la operación. Y de ahí vino la hecatombe que tenía que venir y se esperaba. Mucha gente pensaba que esto iba a continuar así y lo que hicieron fue comprar terrenos que, si entonces les costaron cien, hoy no se venden a veinticinco. Los bancos exigen y los intereses hay que pagarlos. ¿De dónde lo sacan? Eso es lo que pasa a mucha gente, que no pueden pagar porque no se vende. Así de sencillo.
- Entonces ¿puede decirse que quienes cayeron fueron los mismos que habían llegado en los tiempos de bonanza?
- También cayeron algunos de los que llevaban construyendo toda la vida. No es que yo fuera más listo, pero presentía que esto no podía llegar muy lejos. Siempre pensé que si quería seguir en esto tenía que tener algo ahorrado. En este momento yo mantengo el mismo ritmo de actividad laboral que tuve siempre, así como el mismo personal.
- ¿Nunca tuviste la tentación de las grandes obras, el turismo y cosas de esas?
- Fui fiel siempre a un principio que fue invertir en el lugar donde nací, en Langreo. Si mis ahorros los hubiera invertido en la costa, por ejemplo, hubiera mermado mucho lo que hice en mi ciudad.
- Eso me lleva a preguntarte por el complejo hotelero que has creado en Langreo Centro. Dados los tiempos que corren, ¿fue buen momento para esa tremenda inversión que hicisteis en el Hotel y la Residencia Geriátrica?, porque nadie hubiera pensado en aquel momento que ese complejo fuera rentable.
- Teníamos unos ahorros y le dije a mi hijo que me gustaría hacer algo en Langreo. De ahí surgió LangreHotel y Nuestra Señora del Fresno. Lo tenemos todo pagado. Si la inversión por entonces fue de dieciocho millones de euros, hoy día vale veinticuatro. Algunos lo llamarán suerte, pero creo que con trabajo, sacrificio y honradez sale todo adelante. Además estamos manteniendo un empleo de setenta y cinco personas entre hotel y residencia, y estamos al completo.
- Estoy convencido de que ese complejo es un bombazo para Langreo Centro donde, por cierto, habéis construido una gran parte de todo lo nuevo. A propósito, ¿tienes cifrado el número de promociones que has hecho a lo largo de tu vida?
- Es muy fácil.
En éstas se levanta de su asiento y de una librería extrae un lujoso álbum encuadernado en piel que pone ante mí y comienzo a hojear guiado por los comentarios que, página tras página, me va haciendo. En él figuran, desde principio a fin, fotografías de todos y cada uno de los edificios que construyó hasta el momento con un pie de página donde se puede leer su leyenda: lugar, año de construcción y número de viviendas. A mitad del álbum pierdo la cuenta, enfrascado como estoy, en la visión y los comentarios de Falo.
- A la vista de ello podemos decir que hay más de un centenar de edificaciones, la mayoría de ellas en Langreo. Tú modernizaste el concejo y diste una nueva fisonomía a su centro. Y no solo ahí, sino también en los distritos principales. No es de extrañar que te hayan nombrado Langreano de Honor.
- Miranda, el que fue Presidente de Festejos del Carbayu, me lo había propuesto en alguna ocasión y siempre me negué. Ahora, después de mi última operación, me parece mejor momento. Pero no hemos construido solo en Langreo, sino también en Avilés, Siero, Noreña, El Entrego…, y desde hace tiempo y en la actualidad en Oviedo, como te dije antes.
- Es que además no hace falta ser un entendido para identificar un “Edificio Cadenas”. Creo que se distingue tu obra por una impronta muy especial que les das a tus construcciones. También en la brevedad de tiempo que gastas en hacerlas.
- Esa siempre fue nuestra intención en cuanto a la marca y también en los plazos. La primera va unida al compromiso y a la calidad, y los tiempos tienen que ver en la calidad del servicio y también en la economía, ¿cómo no? En cualquier caso esto que mencionas es algo de lo que puedo presumir y con lo que nos sentimos muy satisfechos.
- Pero creo que esa distinción no es debida solamente a tus edificios y a que Langreo esté como está, en parte, gracias a tu trayectoria, sino por tu otra faceta de benefactor o filántropo para tantas cosas que tienen que ver con la Cultura o el Deporte. ¿No crees?
- Tengo el acta, pero no veo conveniente que des a conocer los motivos de mi distinción porque posiblemente eso quede para el acto del Carbayu el día 8 de septiembre. De todas formas siempre me ha gustado colaborar en cuestiones sociales. Con el Asilo de Ciañu llevo más de treinta años, colaboré en el pago de los bancos de la Iglesia de Sama y puse los suelos en granito.
- Ya me refiero a otras cuestiones como el importante patrocinio que hacéis con el Unión Popular o con la asociación Langreanos en el Mundo, entre otros.
- Desde Promotora Cadenas y LangreHotel patrocinamos y colaboramos con el equipo de fútbol de nuestro concejo en un concierto por cuatro años y con la asociación lo venimos haciendo desde su creación porque la consideramos una idea necesaria, más si tenemos en cuenta la histórica emigración de nuestros paisanos y también la creciente despoblación que estamos sufriendo. Entre otras entidades, también colaboramos con la Fundación Marino Gutierrez y con Amigos del Deporte.
- Sigamos hablando de construir. ¿Qué importancia tiene arrimarse a los políticos para que esto vaya bien?
- De política no voy a decirte nada porque no es mi profesión. Yo solo soy empresario.
- No lo dudo, pero me refiero a eso de las comisiones, los sobres, las prebendas… Sabes de lo que te hablo.
- En eso sí que te puedo asegurar que nunca he entrado. En nuestra empresa jamás entró una peseta o un euro adquiridos por amistades o influencias políticas y, al contrario, de ella tampoco salió ningún dinero para favores, recalificaciones o cosas ilícitas como las que desgraciadamente estamos acostumbrados a ver en los medios. Nunca fue mi teoría porque no es agradable, y yo no soy así.
- Supongo que no te habrán faltado ofertas al respecto.
- Claro. Y rechazarlas yo y ser aceptadas por otro a los diez minutos. Tú conoces a algunos, no voy a nombrártelos.
- ¿Se dejan muchos cadáveres en el camino?, me refiero a esa competencia atroz, a las zancadillas…
- (Me interrumpe). Yo dejé muchas operaciones por no entrar en esos juegos. Alguien, también conocidos tuyos, me dijo que si tenía pensado seguir así poco iba a lograr. Mal ejemplo le habría dado a mi hijo, recién terminada su carrera, cuando es él quien ha de tomar el relevo. Cualquier día podría decirme que a eso le había enseñado y acostumbrado yo. Mis padres siempre me dijeron que si quería ser algo en la vida debería de empezar por mantener ante todo la honradez. Yo seguí ese libro y así lo he querido trasmitir. Ahora tengo a un nieto metido también en el jaleo, aunque aún le queda tiempo para terminar. “Llévalo recto”, le insisto.
- ¿Y qué pasa con la crisis hostelera, ahora que os habéis metido en ello?
- Cualquiera podría haberse preguntado cómo siendo de la construcción nos metemos en esa empresa. Nuestra mentalidad para el inicio de un proyecto es empresarial, no hostelera ni constructora, ni nada que se le parezca. No me pesa nada haber hecho el complejo, al contrario estamos muy contentos. Cuando todos se están lamentando, puedo decir que nuestros empleados cobran a día uno de cada mes.
- Tienes una empresa plenamente asentada y a tu hijo que en cualquier momento puede relevarte en su dirección. ¿Estás tranquilo con ello?, ¿puede llegar un sosegado retiro?
- Me alegro de que me hagas esta pregunta porque hoy día lo principal que debe de hacer un buen empresario es preparar su sucesión, y desde muy temprano ir dando cancha a aquel que esté llamado a ella. En este momento el hotel, la promotora y la empresa que administra los arriendos son responsabilidad de mi hijo. Tengo dos hijos, pero siempre estuve convencido de que en casos así no conviene una corresponsabilidad, las cosas no suelen ir bien de esa forma. Hay mucha gente que no traspasa sus poderes hasta que se muere, yo por ahí no entro. Eso sí, hay una salvedad y es “mientras no cierre el güeyu el paisano” porque lo ahora dispuesto puede quedar sin efecto en cualquier momento si las cosas no van como, espero y confío, tienen o deben de ir. En cualquier momento puedo romper la baraja, pero no es el caso. Mi hijo aprendió muy bien la lección y siempre fue por el mismo buen camino. Todo me lo consulta, y yo a él.
- ¿Cómo ves el futuro de nuestro pueblo, de nuestro país?
- Como todo el mundo, negro. Muy jodido, y perdona la expresión. No se ve estabilidad ni trazas de que pueda haberla en un futuro próximo.
- ¿Crees que volverá aquella alegría constructora, aquellos tiempos del boom inmobiliario?
- ¡Que va!, por lo menos estoy seguro de que, si vuelven, al menos yo no los veré. Porque en una zona donde se necesitaban cinco mil viviendas se hacían diez mil. Las consecuencias las estamos pagando ahora y supongo que habremos aprendido la lección.
- Para terminar, Falo, aunque dentro de unos días vas a estar con los langreanos que te acompañarán en el reconocimiento que se te hará ante la Patrona, aprovecha estas páginas y mándales un mensaje. ¿Qué les dirías a tus paisanos?
- Sobre todo quiero trasmitirles mi gratitud por ese reconocimiento que me da todo el pueblo de Langreo. Y como langreano que soy, aunque viva en Oviedo, decirles que mi corazón sigue entre ellos, que está allí donde me encuentro mejor y soy feliz que es en Langreo. No me olvido de mis visitas a Casa Ramiro, de sus tertulias y de las tonadas que echábamos con los dos hermanos…
- (En esta ocasión soy yo quien le interrumpe). Y fíjate que será Lucinda Torre, la hija de Ramiro y sobrina de Rufino, quien te pasará el testigo.
- Cierto, tienes razón. Una mujer con un tremendo valor. Echá p’adelante como a mi me gusta. Sin miedo. Pero termino con lo que quería decirte, siento mucho apego y un enorme cariño por ese pueblo. Los langreanos son gentes con toda una historia de lucha y trabajo. Yo les animaría a persistir en esa disposición porque el futuro solo se puede ganar de esa forma. Siendo así siempre podrán contar conmigo y con mi familia.
Tras esta distendida conversación, bajamos a su bodega y me obsequió con una excepcional botella de Rioja Gran Reserva que tuve el placer de compartir con él al tiempo que dábamos buena cuenta de un extraordinario chorizo casero, mientras continuábamos con nuestra conversación. En ese momento me confesó que su pasión de siempre era tener una buena bodega. Quiso decirme que le gusta tener buenos vinos y tomarlos, cuando procede, con sus amigos. Pude comprobar que allí, siempre a la temperatura adecuada, tiene centenares de botellas que, sin duda, esperan por otros tantos amigos para ser abiertas. Si me permite repetir, yo estaría tan encantado como lo estuve en nuestra entrevista. Gracias Falo y ¡Felicidades!
- Nací dentro de una familia humilde, minera y campesina poco antes del inicio de la Guerra Civil, el 21 de mayo de 1936. Fui al Colegio de los Frailes en Ciañu y empecé a trabajar en la Bayer a los doce años, lo que era Productos Químicos Sintéticos (PROQUISA). De ahí fui a trabajar a la carpintería de Julio “El Quete” hasta que marché a la mili. Cuando volví me casé, y como la familia de mi mujer tenía una zapatería en la Torre de Abajo la cogimos nosotros porque mi suegro no quería seguir con ella. De ahí empecé a relacionarme con la venta de calzado al por mayor, sobre todo a los economatos, y al mismo tiempo me asocié con “El Ñitu” e inicié lo que sería mi futuro en la construcción. Pasó un tiempo y disolvimos la sociedad porque él quería ir más despacio, construir un edificio de cada vez, mientras que yo prefería promover varias construcciones a un tiempo, cuando así fuera posible. La separación fue amistosa y debido a lo que termino de explicarte. Desde entonces hasta ahora, que seguimos construyendo, esa fue mi vida contada a grandes rasgos.
- ¿Cómo llegaste a esto de la construcción?, nada tiene que ver con el tema del calzado.
- En la carpintería de Julio, “El Quete”, hicimos muchísimos trabajos para la construcción. De ahí viene mi relación con el sector.
- ¿Dónde construís en la actualidad?
- Estamos construyendo doscientas sesenta viviendas aquí en Oviedo al lado del Hospital, en el “Práu La Vega”. Acabamos de entregar 52 y próximamente lo haremos con otras 22 en el mes de noviembre. En diciembre empezaremos otra fase como la primera de 52 viviendas y más tarde otra de 60, pero esta ya es de viviendas libres y eso lleva algo más de retraso.
- Aunque tus inicios fueron otros tiempos en los que había menos empresarios dedicados a esto, ¿llegó un momento en que se metió a construir mucho advenedizo y no profesional cuando vieron las posibilidades económicas que la construcción traía consigo? Quiero decir que hubo un momento de auge en que comenzaron a proliferar constructores que más tarde desaparecieron igual que habían llegado. ¿Es esto así?
- Efectivamente, eso es cierto. En este tema hubo mucha gente que se metió con dinero fácil. Antes para comprar un solar debías de tener dinero. Yo tenía algo del tema del calzado y mi padre me dio en vida sus ahorros para crear mi propia empresa. Mi padre era un gran minero, y el ganado y la huerta que había en la casería familiar suponían un autoabastecimiento para la familia, comíamos de lo que había en casa. Ello hizo que hubiese un pequeño capital que mi padre me dio para empezar. A lo que íbamos, fueron tiempos en los que se ganaba el dinero fácilmente. Como todo se vendía bien, hasta hubo directores de banco que daban los créditos y luego participaban en las sociedades. Entre el año 2000 y 2006 se construyó desaforadamente. Ahí fue donde entró la marabunta. El dinero lo daba el banco. En alguna ocasión incluso más de lo que costaba la operación. Y de ahí vino la hecatombe que tenía que venir y se esperaba. Mucha gente pensaba que esto iba a continuar así y lo que hicieron fue comprar terrenos que, si entonces les costaron cien, hoy no se venden a veinticinco. Los bancos exigen y los intereses hay que pagarlos. ¿De dónde lo sacan? Eso es lo que pasa a mucha gente, que no pueden pagar porque no se vende. Así de sencillo.
- Entonces ¿puede decirse que quienes cayeron fueron los mismos que habían llegado en los tiempos de bonanza?
- También cayeron algunos de los que llevaban construyendo toda la vida. No es que yo fuera más listo, pero presentía que esto no podía llegar muy lejos. Siempre pensé que si quería seguir en esto tenía que tener algo ahorrado. En este momento yo mantengo el mismo ritmo de actividad laboral que tuve siempre, así como el mismo personal.
- ¿Nunca tuviste la tentación de las grandes obras, el turismo y cosas de esas?
- Fui fiel siempre a un principio que fue invertir en el lugar donde nací, en Langreo. Si mis ahorros los hubiera invertido en la costa, por ejemplo, hubiera mermado mucho lo que hice en mi ciudad.
- Eso me lleva a preguntarte por el complejo hotelero que has creado en Langreo Centro. Dados los tiempos que corren, ¿fue buen momento para esa tremenda inversión que hicisteis en el Hotel y la Residencia Geriátrica?, porque nadie hubiera pensado en aquel momento que ese complejo fuera rentable.
- Teníamos unos ahorros y le dije a mi hijo que me gustaría hacer algo en Langreo. De ahí surgió LangreHotel y Nuestra Señora del Fresno. Lo tenemos todo pagado. Si la inversión por entonces fue de dieciocho millones de euros, hoy día vale veinticuatro. Algunos lo llamarán suerte, pero creo que con trabajo, sacrificio y honradez sale todo adelante. Además estamos manteniendo un empleo de setenta y cinco personas entre hotel y residencia, y estamos al completo.
- Estoy convencido de que ese complejo es un bombazo para Langreo Centro donde, por cierto, habéis construido una gran parte de todo lo nuevo. A propósito, ¿tienes cifrado el número de promociones que has hecho a lo largo de tu vida?
- Es muy fácil.
En éstas se levanta de su asiento y de una librería extrae un lujoso álbum encuadernado en piel que pone ante mí y comienzo a hojear guiado por los comentarios que, página tras página, me va haciendo. En él figuran, desde principio a fin, fotografías de todos y cada uno de los edificios que construyó hasta el momento con un pie de página donde se puede leer su leyenda: lugar, año de construcción y número de viviendas. A mitad del álbum pierdo la cuenta, enfrascado como estoy, en la visión y los comentarios de Falo.
- A la vista de ello podemos decir que hay más de un centenar de edificaciones, la mayoría de ellas en Langreo. Tú modernizaste el concejo y diste una nueva fisonomía a su centro. Y no solo ahí, sino también en los distritos principales. No es de extrañar que te hayan nombrado Langreano de Honor.
- Miranda, el que fue Presidente de Festejos del Carbayu, me lo había propuesto en alguna ocasión y siempre me negué. Ahora, después de mi última operación, me parece mejor momento. Pero no hemos construido solo en Langreo, sino también en Avilés, Siero, Noreña, El Entrego…, y desde hace tiempo y en la actualidad en Oviedo, como te dije antes.
- Es que además no hace falta ser un entendido para identificar un “Edificio Cadenas”. Creo que se distingue tu obra por una impronta muy especial que les das a tus construcciones. También en la brevedad de tiempo que gastas en hacerlas.
- Esa siempre fue nuestra intención en cuanto a la marca y también en los plazos. La primera va unida al compromiso y a la calidad, y los tiempos tienen que ver en la calidad del servicio y también en la economía, ¿cómo no? En cualquier caso esto que mencionas es algo de lo que puedo presumir y con lo que nos sentimos muy satisfechos.
- Pero creo que esa distinción no es debida solamente a tus edificios y a que Langreo esté como está, en parte, gracias a tu trayectoria, sino por tu otra faceta de benefactor o filántropo para tantas cosas que tienen que ver con la Cultura o el Deporte. ¿No crees?
- Tengo el acta, pero no veo conveniente que des a conocer los motivos de mi distinción porque posiblemente eso quede para el acto del Carbayu el día 8 de septiembre. De todas formas siempre me ha gustado colaborar en cuestiones sociales. Con el Asilo de Ciañu llevo más de treinta años, colaboré en el pago de los bancos de la Iglesia de Sama y puse los suelos en granito.
- Ya me refiero a otras cuestiones como el importante patrocinio que hacéis con el Unión Popular o con la asociación Langreanos en el Mundo, entre otros.
- Desde Promotora Cadenas y LangreHotel patrocinamos y colaboramos con el equipo de fútbol de nuestro concejo en un concierto por cuatro años y con la asociación lo venimos haciendo desde su creación porque la consideramos una idea necesaria, más si tenemos en cuenta la histórica emigración de nuestros paisanos y también la creciente despoblación que estamos sufriendo. Entre otras entidades, también colaboramos con la Fundación Marino Gutierrez y con Amigos del Deporte.
- Sigamos hablando de construir. ¿Qué importancia tiene arrimarse a los políticos para que esto vaya bien?
- De política no voy a decirte nada porque no es mi profesión. Yo solo soy empresario.
- No lo dudo, pero me refiero a eso de las comisiones, los sobres, las prebendas… Sabes de lo que te hablo.
- En eso sí que te puedo asegurar que nunca he entrado. En nuestra empresa jamás entró una peseta o un euro adquiridos por amistades o influencias políticas y, al contrario, de ella tampoco salió ningún dinero para favores, recalificaciones o cosas ilícitas como las que desgraciadamente estamos acostumbrados a ver en los medios. Nunca fue mi teoría porque no es agradable, y yo no soy así.
- Supongo que no te habrán faltado ofertas al respecto.
- Claro. Y rechazarlas yo y ser aceptadas por otro a los diez minutos. Tú conoces a algunos, no voy a nombrártelos.
- ¿Se dejan muchos cadáveres en el camino?, me refiero a esa competencia atroz, a las zancadillas…
- (Me interrumpe). Yo dejé muchas operaciones por no entrar en esos juegos. Alguien, también conocidos tuyos, me dijo que si tenía pensado seguir así poco iba a lograr. Mal ejemplo le habría dado a mi hijo, recién terminada su carrera, cuando es él quien ha de tomar el relevo. Cualquier día podría decirme que a eso le había enseñado y acostumbrado yo. Mis padres siempre me dijeron que si quería ser algo en la vida debería de empezar por mantener ante todo la honradez. Yo seguí ese libro y así lo he querido trasmitir. Ahora tengo a un nieto metido también en el jaleo, aunque aún le queda tiempo para terminar. “Llévalo recto”, le insisto.
- ¿Y qué pasa con la crisis hostelera, ahora que os habéis metido en ello?
- Cualquiera podría haberse preguntado cómo siendo de la construcción nos metemos en esa empresa. Nuestra mentalidad para el inicio de un proyecto es empresarial, no hostelera ni constructora, ni nada que se le parezca. No me pesa nada haber hecho el complejo, al contrario estamos muy contentos. Cuando todos se están lamentando, puedo decir que nuestros empleados cobran a día uno de cada mes.
- Tienes una empresa plenamente asentada y a tu hijo que en cualquier momento puede relevarte en su dirección. ¿Estás tranquilo con ello?, ¿puede llegar un sosegado retiro?
- Me alegro de que me hagas esta pregunta porque hoy día lo principal que debe de hacer un buen empresario es preparar su sucesión, y desde muy temprano ir dando cancha a aquel que esté llamado a ella. En este momento el hotel, la promotora y la empresa que administra los arriendos son responsabilidad de mi hijo. Tengo dos hijos, pero siempre estuve convencido de que en casos así no conviene una corresponsabilidad, las cosas no suelen ir bien de esa forma. Hay mucha gente que no traspasa sus poderes hasta que se muere, yo por ahí no entro. Eso sí, hay una salvedad y es “mientras no cierre el güeyu el paisano” porque lo ahora dispuesto puede quedar sin efecto en cualquier momento si las cosas no van como, espero y confío, tienen o deben de ir. En cualquier momento puedo romper la baraja, pero no es el caso. Mi hijo aprendió muy bien la lección y siempre fue por el mismo buen camino. Todo me lo consulta, y yo a él.
- ¿Cómo ves el futuro de nuestro pueblo, de nuestro país?
- Como todo el mundo, negro. Muy jodido, y perdona la expresión. No se ve estabilidad ni trazas de que pueda haberla en un futuro próximo.
- ¿Crees que volverá aquella alegría constructora, aquellos tiempos del boom inmobiliario?
- ¡Que va!, por lo menos estoy seguro de que, si vuelven, al menos yo no los veré. Porque en una zona donde se necesitaban cinco mil viviendas se hacían diez mil. Las consecuencias las estamos pagando ahora y supongo que habremos aprendido la lección.
- Para terminar, Falo, aunque dentro de unos días vas a estar con los langreanos que te acompañarán en el reconocimiento que se te hará ante la Patrona, aprovecha estas páginas y mándales un mensaje. ¿Qué les dirías a tus paisanos?
- Sobre todo quiero trasmitirles mi gratitud por ese reconocimiento que me da todo el pueblo de Langreo. Y como langreano que soy, aunque viva en Oviedo, decirles que mi corazón sigue entre ellos, que está allí donde me encuentro mejor y soy feliz que es en Langreo. No me olvido de mis visitas a Casa Ramiro, de sus tertulias y de las tonadas que echábamos con los dos hermanos…
- (En esta ocasión soy yo quien le interrumpe). Y fíjate que será Lucinda Torre, la hija de Ramiro y sobrina de Rufino, quien te pasará el testigo.
- Cierto, tienes razón. Una mujer con un tremendo valor. Echá p’adelante como a mi me gusta. Sin miedo. Pero termino con lo que quería decirte, siento mucho apego y un enorme cariño por ese pueblo. Los langreanos son gentes con toda una historia de lucha y trabajo. Yo les animaría a persistir en esa disposición porque el futuro solo se puede ganar de esa forma. Siendo así siempre podrán contar conmigo y con mi familia.
Tras esta distendida conversación, bajamos a su bodega y me obsequió con una excepcional botella de Rioja Gran Reserva que tuve el placer de compartir con él al tiempo que dábamos buena cuenta de un extraordinario chorizo casero, mientras continuábamos con nuestra conversación. En ese momento me confesó que su pasión de siempre era tener una buena bodega. Quiso decirme que le gusta tener buenos vinos y tomarlos, cuando procede, con sus amigos. Pude comprobar que allí, siempre a la temperatura adecuada, tiene centenares de botellas que, sin duda, esperan por otros tantos amigos para ser abiertas. Si me permite repetir, yo estaría tan encantado como lo estuve en nuestra entrevista. Gracias Falo y ¡Felicidades!
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