martes, 14 de febrero de 2017

VETAR EL VETO



Políticos y Tribunales.



Cuando aún éramos infantes, con el mundo por descubrir y los entretenimientos propios de la edad que nos hacían estrujar las meninges para ver en qué ocuparíamos el tiempo, cuando todos coleccionábamos cromos y tebeos, siempre había apuestas entre nosotros tales como “¿quién puede más, el Jabato o el Capitán Trueno?”, o “¿quién juega más, Kubala o Di Stéfano?”…, resulta que hoy en día que somos mayores, aunque sigamos siendo de infantería, nos surge otro dilema que era impensable hasta estos tiempos tan agitados. Actualmente bulle en la mente de los ciudadanos un interrogante real y con mucha más enjundia que aquellos de la infancia: “¿quién podrá más, los  independentistas catalanes o la justicia?, ¿Mas y Cía. o el Tribunal Superior de Justicia catalán y, en el caso de Homs, el Supremo? ¿Quién se llevará el gato al agua, Donald Trump o la Corte Suprema de los Estados Unidos (y cabreados)? Es decir, ¿mandamases de la política o la judicatura?
Resulta paradógico comprobar como quien fue jefe de los servicios jurídicos de la Generalitat, Francesc Homs (investigado por el Supremo en el caso 9-N), reconozca haber asesorado al Gubern  para que continuase adelante con el Plebiscito, como él mismo ha reconocido. Como también resulta increíble que quien ha accedido recientemente a la presidencia del país paradigma de la libertad y la democracia se enfrente descaradamente con la institución que es la garante de los derechos cívicos del pueblo americano por bloquear su veto a la inmigración. Por haber vetado su primer decreto racista, xenófobo y discriminatorio. Por creerse el más “sursum corda” de todos los que pululan y se lo creen en el mundo mundial. Caso de Putin, Maduro o, sin ir más lejos, el propio Mas que, en su tiempo, se lo creyó y aún sigue en esa creencia. Pues ¿qué quieren que yo les diga?, que Duke apuesta porque, al final, lo que triunfe sea la cordura, la Ley y la Justicia, y porque a Donaldo acabarán por cortarle el flequillo y frenarle sus veleidades imperiales. Porque, de no ser así, menuda la que nos espera. 


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