Mas en el banquillo.
No se si es tonto de remate o es que se lo hace. En la
primera sesión del juicio por la celebración del Seudoplebiscito del 9-N, el Ex
de la Generalitat catalana se ha excusado de los cargos de que se le acusa
diciendo que no conocía las consecuencias del incumplimiento de la sentencia
dictada por el Constitucional, en aras de evitar un veredicto que le inhabilite
para el ejercicio de cargo público. Vamos que pensaba que matar, robar o
prevaricar son delitos que están en el código penal sin pena o sanción
aparejada. Y no se puso colorado, oiga. Compareció ante el Tribunal como si no
se le juzgara a él y a sus dos compañeras de banquillo si no al propio
Constitucional hasta tal punto que respondiendo a preguntas del fiscal
preguntaba a su vez cómo era posible que no se le hubiera advertido de esas
consecuencias, a lo que el magistrado que presidía la sala respondió, parándole
los pies, que los acusados están allí para responder, no para preguntar.
“Termine de una vez con su mitin y déjese de vacilar que este no es un acto
político a los que tan acostumbrado está usted”.
Y es que Arturo estaba con subidón por el apoyo de cuarenta
mil personas (según los mosos d’escuadra) que le habían acompañado hasta las
inmediaciones del Tribunal y permanecía afuera dando testimonio de su rebeldía
con Puigdemont y Junqueras, los barandas de Junts pel Sí, a la cabeza. Si esa
concentración fue espontánea que venga dios y lo vea, si no lo fue hemos de
suponer que contó con la autorización de la Delegación de Gobierno como
cualquier manifestación ciudadana que se precie de tal. De manera que aquí
esperamos que cuando el señor Fernández Villa acabe de una vez por comparecer
ante la justicia lo apoye un número proporcional de ciudadanos para abuchearle,
tirarle tomates o jalear y aplaudir las presuntas fechorías por las que se le
llama a declarar. Claro está que, pasado largo tiempo desde que se puso malo de
la sesera, de recursos y más recursos, ahora recordará mucho menos el motivo de
su presencia allí y, al igual que el catalán, creerá que él siempre estuvo por
encima de la Ley. ¡País!
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