Llevo cuatro días preguntándome cómo puede ser posible y aún no me lo explico. Quizás alguien pueda hacerlo. Resulta que a un mes escaso desde su apertura a la circulación peatonal, el puente de colorines se nos ha roto ya. Como si fuera de plástico, que lo era. Resulta también que los mismos técnicos que hace meses habían diagnosticado el deterioro y la consecuente inseguridad que presentaba el vetusto puente son los que aprueban el proyecto de rehabilitación y dan de paso las obras realizadas. Presuntamente, claro. Así es que finalizada la primera fase de las obras en las que se fueron trescientos mil mortadelos, estamos peor que al principio. Uno o varios presuntos caballos, o burros quizás, pasaron por allí y zaca quebraron o fracturaron, cascaron o destrozaron, troncharon o trituraron, o todos los sinónimos juntos, los listones trasversales que conforman la solera del puente de la señorita Pepis. Igual que si hubieran pasado por allí a toda pastilla los del Séptimo de Caballería en persecución de una partida de sioux pintarrajeados con los mismos colores del puente. Para pasar desapercibidos.
No es que yo entienda mucho de puentes, que va. Yo no entiendo de muchas cosas pero tengo visto alguna escena en la que, antes de inaugurar y abrir a la circulación un puente o un viaducto, los someten a toda una batería de pruebas de resistencia, vibraciones y lo que pinte para asegurar su fiabilidad y evitar todo tipo de accidentes. Para ello los cargan con un montón de tráilers, camiones y demás vehículos. A que lo han visto alguna vez. Y el caso es que nuestro puente de playmóvil no pasa la primera prueba a que se le somete. Sin embargo creemos que no se trata de soportar el peso de una reata y sus jinetes, sino que el problema podría estar en que el material empleado fuese muy sensible a los golpes e impactos bruscos. Lo que en toda tierra de garbanzos se conoce como fragilidad. Ni más ni menos. De manera que con varios colegios y pistas polideportivas en las inmediaciones, lo que resulta preocupante es que los que mandan en estas cosas hayan decidido sustituir los listones por otros iguales, cuando lo seguro habría sido reemplazar el material plástico por otro de madera, hierro u hormigón, pero menos frágil. Lo que sea, pero que soporte las pisadas de un animal corpulento. Y que nadie se de por aludido.
Pues resulta también que, para evitar el tránsito equino, lo han señalizado en ambas entradas con sendas prohibiciones y la indicación de “Excepto bicicletas”. No se yo si los caballos entenderán esas señales, no lo se. Los jinetes sí las entenderán, digo yo. Pero mucho me temo que algunos se las pasará por el arco del triunfo y no tardando mucho tiempo volveremos a ver el suelo del puente tronchado y lleno de enormes agujeros. Mientras nadie se haga daño, pase. Pero casi mejor, terminen de pintarlo de colorines y envuélvanlo en papel de regalo con un enorme lazo de color rosa y un cartel que ponga “Solo para mirar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario